Resplandor entre Tinieblas

Capítulo 78. Mami

Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 78.
Mami

“¿Quieres aprender a tocar?”, fue lo que Kate Coleman le preguntó sin titubeo a su hija adoptiva, en cuanto ésta se mostró maravillada por el piano que tenían en la estancia. El ofrecimiento había brotado de ella de forma natural y casual, como si en verdad le diera igual si acaso la respuesta era “no.” Pero lo cierto era que, como maestra y amante de la música que era, la posibilidad de poder enseñarle de nuevo a alguien le provocó un fervor interno que hacía tiempo no sentía, o creía siquiera que fuera aún capaz de sentir. Y dada la discapacidad auditiva de su hija menor, y el nulo interés del mayor en la música (que no fuera parte de algún videojuego), el hecho de que fuera su nueva hija la que mostrara tal iniciativa, lo hacía aún más valioso.

Por todo ello, el que la respuesta inmediata de la (aparente) niña de nueve años fuera un “sí, por favor,” no hizo más que llenarla de júbilo, aunque de momento lo expresara en silencio.

Las clases de piano fueron una forma de comenzar a conectar con la pequeña nueva integrante de su familia, una hermosa niña extranjera de nombre Esther. No era que necesitaran como tal algo para conectar, pues realmente la chiquilla era adorable, hermosa y agradable… pero algo extraña. Y Kate percibía además que se portaba muy reservada, especialmente con ella. Kate intentaba ser comprensiva, y sobre todo paciente. No debería ser fácil para nadie entrar a una nueva casa, llena de personas que ya eran una familia, e intentar comprender todas sus costumbres y reglas ya bien establecidas y conocidas por todos. Esperaba que con el tiempo todo mejorara.

Sin embargo, un día ocurrió un incidente en la escuela que tenía a la señora Coleman un poco inquieta. Y durante su lección de esa tarde con Esther, seguía aún pensando al respecto.

Ambas estaban sentadas delante del piano. Esther practicaba una nueva composición, pasando los dedos de su mano derecha por las teclas intentando seguir las tonadas de la partitura delante de ella. Kate a su lado, le indicaba el ritmo con el movimiento de su dedo.

—No, La, La... Si... —Pronunció suavemente la maestra de música, dándole las indicaciones pertinentes a su alumna.

Esther, con expresión retraída, intentó completar lo mejor posible esa parte de la melodía. Una vez que lo hizo, Kate le sonrió alegre.

—Lo hiciste muy bien.

—No es verdad —respondió la niña de pecas, volteándola a ver con frustración en sus ojos—.  Cometí al menos nueve errores, ¿no es cierto? —Bajó entonces su mirada casi derrotada hacia las teclas—. Lo haré mejor la próxima vez.

—Así será —asintió Kate, y colocó entonces una mano sobre su espalda, acariciándola con un movimiento reconfortante—. Esto es algo que toma tiempo, no te presiones.

Esther asintió, pero Kate la siguió notando algo afligida. El incidente del que le habían informado rondó de nuevo en la mente de la madre.

Al parecer Brenda, una chica de su clase, no la había recibido de la mejor forma. Se había burlado públicamente en varias ocasiones de su vestido y listones, a lo que Esther en su mayoría  permanecía callada y se alejaba. Pero ese día, Brenda se había cruzado con ella en el pasillo, y deliberadamente le había tumbado sus libros al suelo, incluyendo esa biblia que siempre traía consigo, y que terminó deshojándose por el piso. La reacción de Esther a esto al parecer había sido explotar en un ataque de gritos desesperados que duraron por varios segundos. La maestra no lo vio directamente, pero eso fue lo que Esther le había contado a ella y a la consejera escolar, y algunos otros niños presentes lo confirmaron.

—No es culpa de Esther —había aclarado la maestra tras su relato—. Ya hemos tenido problemas similares con Brenda antes, y citamos a sus padres para hablar con ellos. Pero a la consejera le preocupa un poco que ese ataque se deba a algo más serio. Le gustaría seguir charlando con ella un par de sesiones más, si usted está de acuerdo.

Kate dudó un poco sobre qué responder. Por un lado la propuesta le sonaba razonable y benéfica. Pero, por el otro, no quería que Esther se sintiera más incómoda en la escuela de lo que ya se sentía. Acordó que lo hablaría con su esposo, pero en esos momentos cavilaba sobre si era conveniente o no hacerlo primero con la propia Esther. Había tenido que afrontar situaciones más o menos similares con su hijo Daniel antes, pero por algún motivo vacilaba sobre cómo abordarlo con Esther. Era, quizás, porque se sentía casi como tener que hablar de ello con el hijo de otra persona… y no con el suyo. ¿En algún momento dicha sensación desaparecería?

—Tu maestra me comentó lo que pasó hoy en la escuela —comentó de pronto sin tantos rodeos. La niña alzó su mirada hacia ella, sorprendida e incluso un poco asustada—. ¿Quieres hablar de eso?

Esther guardó silencio, y agachó su mirada otra vez, como si se sintiera apenada.

—No creo que haya algo de qué hablar —susurró despacio—. Sólo... me asusté. Lo siento.

—No tienes de qué disculparte —indicó Kate rápidamente, extendiendo rápidamente su mano para estrechar la de ella entre sus dedos—. Sabes que yo estoy de tu lado, ¿verdad? La maestra me dijo que hablaría con los padres de esa niña para que te dejé tranquila de ahora en adelante. Y me dijo también que si estás de acuerdo, a la consejera le gustaría charlar un poco más contigo…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.