Resplandor entre Tinieblas
Por
WingzemonX
Capítulo 88.
Tenemos confirmación
Esa mañana de viernes, las tres invitadas de Damien Thorn pasaban el tiempo en el área de la piscina del pent-house. Los Ángeles habían amanecido con un cielo despejado, por lo que el clima era idóneo para ello. Incluso el día anterior, Verónica les había hecho el favor (por orden de Damien) de ir a comprarles unos trajes de baño. Aun así, la única que disfrutaba del agua era Lily, que aparentemente gozaba con lanzarse de clavado al agua, y nadar de punta a punta con fuertes pataleos. La alberca no era muy grande, pero el sólo hecho de tenerla toda para ella le era más que suficiente.
Por su parte, Esther se había sentado en una de las reposeras largas de plástico a la orilla de la piscina, protegida del sol bajo una sombrilla, mientras en sus piernas apoyaba un bloc de dibujo (que también Verónica les había traído, junto con unos lápices y marcadores), y evidentemente estaba trazando algo que requería toda su concentración.
Y Samara… ella se mantenía un tanto más alejada. La niña de Moesko se encontraba se pie frente al barandal de la azotea, observando fijamente alrededor y hacia abajo. Desde el pent-house de Thorn Industries, la vista de la ciudad era vistosa, aunque sus dos compañeras no creían que lo fuera tanto para abstraer tanto su atención.
Luego de hacer uno de sus recorridos de punta a punta, Lily se apoyó en la orilla, cerca de donde Esther se encontraba sentada, y alzó su cabeza para respirar profundamente y recuperar el aliento.
—Al fin se te hizo usar una alberca —comentó Esther, sin apartar sus ojos de su bloc—. Y que estemos a mitad del otoño no fue un impedimento para ti, ¿eh?
—Aquí es más cálido que en Portland —le respondió Lily, una vez que su respiración de calmó—. Esto es casi como un día templado de verano de allá.
—¿Quieres hablar de frío? Imagínate tener que dormir en las calles de San Petersburgo.
—¿No eras de Estonia?
—Ahí nací y me internaron. Pero luego hui lo más lejos que pude. ¿Recuerdas que te conté?
—En realidad, no. Pero has tenido una vida taaan interesante —musitó Lily, sarcástica—. Como para que escribas tu autobiografía y te hagan una película.
—Y tú me podrías interpretar.
Lily soltó abruptamente un quejido de desdén, casi de asco, ante tal idea.
—Primero me suicido antes de ser tú —declaró fríamente, y entonces se apoyó con ambas manos en la orilla para impulsarse hacia afuera del agua.
Sentada ya en la orilla, dejó sus pies sumergidos, agitando un poco el agua con su movimiento. Esther la miró de reojo, notando como lo dedos de su mano presionaban su muslo derecho, expuesto gracias a su traje de baño. No necesitó ver de cerca para saber exactamente qué era lo que presionaba. En el área exacta donde hasta hace unos días había estado esa fea herida de bala, ahora sólo quedaba una mancha negra en su piel, como un extraño lunar de forma indefinida. Una curación milagrosa, a reserva a de una mejor palabra, cortesía de Samara Morgan.
—¿Te duele? —le preguntó Esther, curiosa, a lo que Lily le respondió:
—No, es aún peor. No siento absolutamente nada en este punto... como si ya no fuera parte de mi cuerpo.
A Esther le resultaba un poco difícil imaginárselo, pero sonaba incómodo de cierta manera.
—¿Se ha extendido?
—No, pero tampoco se ha hecho más pequeña o menos visible.
—Pues sea lo que sea que te hizo, al menos te salvó la vida y ahora puedes caminar; y nadar. Una mancha permanente que puedes ocultar con tu ropa, y perder un poco de sensibilidad, es un precio justo. Así que mejor supéralo, y agradécele.
—No haré tal cosa —espetó Lily, virándose hacia ella casi ofendida por la insinuación, y luego intentando mirar más allá, hacia donde Samara seguía parada viendo el paisaje—. Y tú tampoco lo harías si hubieras visto cómo se puso cuando lo hizo. Parecía otra persona…
* * * *
Antes de que Lily pudiera moverse, o siquiera hacer alguna otra pregunta, el semblante de Samara cambió abruptamente. De verse asustada y cohibida, pasó a reflejar una sensación más fría, seria, e incluso algo ausente.
De pronto, se le aproximó rápidamente, casi lanzándosele encima. Lily quiso retroceder, pero el dolor de su pierna no la dejó moverse demasiado. La mano derecha de Samara de aferró de golpe fuertemente a su muslo, tanto que sus dedos casi se encajaron en su piel.
—¡Ah!, ¡¿qué haces?! ¡Suéltame! —Gimoteó Lily con dolor. Samara no respondió, y no la soltó para nada. Sus ojos oscuros estaban fijos en su herida. Y, un instante después, desde el punto en el que sus dedos presionaban su piel, comenzó a dibujarse sobre ésta decenas de líneas negras, como venas o ríos negros—. ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Aaaaaah!
Lily gritó intensamente con dolor, pues sentía como si le estuvieran desgarrando la piel con hierro hirviendo.
* * * *
Esther bajó su block hasta colocarlo sobre sus piernas, y viró también su atención hacia donde se encontraba Samara.