Resplandor entre Tinieblas

Capítulo 96. No debes titubear

Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 96.
No debes titubear

No había muchas personas dentro del Nido, o incluso del DIC en general, que conocieran por completo la historia de Gorrión Blanco. La mayoría en efecto sabía que se trataba de una UP con grandes habilidades, que había terminado en coma cuatro años atrás en un incidente desconocido, y que los directores estaban muy interesados en despertarla para usarla como un arma en contra de aquellos UP’s que representaban un riesgo mayor. Desconocían, sin embargo, que su nombre real era Carrie White, los detalles de su pasado, y el incidente ocurrido la noche del Baile Negro en Chamberlain, Maine. No sabían de las decenas de edificios arrasados por los múltiples incendios que había provocado, o de los cientos de muertos por su causa, incluida su propia madre.

Y entre los que en efecto ignoraban todo eso, se encontraba incluso la propia Carrie de ahora veintidós años. Para ella era una agente del DIC con el nombre de Gorrión Blanco, que había caído en coma durante una misión, y la confusión que sentía al respecto de los detalles de aquel suceso o de su propia vida, era un efecto secundario de dicho estado. Todo eso gracias a esas “programaciones” que se habían encargado de implantar mientras dormía; recuerdos falsos e instrucciones insertadas en su cerebro, cortesía de otros colaboradores del DIC con sus propias habilidades únicas y muy útiles.

Fuera como fuera, Carrie, o más bien Gorrión Blanco, parecía haberse ajustado bien a esa vida falsa, y la había aceptado con facilidad. Una vez que pudo pararse, se cortó su maltratado cabello hasta los hombros, y se dispuso a comenzar su entrenamiento sin protesta. Le habían indicado que debía de ponerse en forma lo antes posible, pues había varias misiones en puerta esperándola, y requerirían de sus capacidades únicas. Aún en su confusión, Carrie aceptó aquello con cierta emoción.

Y así había estado los últimos días, entrenando combate cuerpo a cuerpo, y en especial el manejo de su telequinesis. Ambas cosas parecían ser pan comido para la chica, que no tardó mucho en acoplarse a la rutina, e incluso llegar disfrutarla.

 Esa mañana temprano, como todas los anteriores, Gorrión Blanco se encontraba en una sala de entrenamiento. Era un área amplia de forma circular con suelo acolchado, algunas bancas y dispensadores de agua. Había además ventanales abiertos a cada lado del cuarto, por los cuales algún observador podría echar un ojo desde los pasillos adyacentes. En el centro había un área hexagonal marcada con rojo y blanco, en donde se llevaban a cabo los combates de práctica. Y era justo ahí en donde cinco de los soldados del equipo militar de la base la tenían rodeada, y uno a uno se le lanzaba encima para intentar derribarla.

Gorrión Blanco, de pie en el centro del hexágono, se defendía lo mejor posible de cada uno de sus atacantes, usando sus técnicas de cuerpo a cuerpo, pero principalmente sus habilidades telequinéticas para así detenerlos y alejarlos de ella. Cubría sus golpes, les barría los pies, o simplemente los empujaba con su sola mirada, alejándolos y manteniéndolos fuera de su hexágono. Los cinco intentaban sorprenderla aproximándose con rapidez desde diferentes direcciones, pero ella se las arreglaba para reaccionar y evitarlos.

El sargento Frankie Schur, que se había encargado de supervisar todo el proceso de entrenamiento de la chica desde el comienzo, estaba también presente en esos momentos, observando todo desde un costado de la sala. Aunque como de costumbre se mostraba impasible, lo cierto es que él mismo estaba impresionado por la forma en la que la nueva agente progresaba. No podía evitar preguntarse si dichas capacidades podrían ser a raíz de las programaciones (de las que él estaba bien enterado), de un efecto que el Lote Diez había tenido en su persona, o quizá a un talento innato que ya existía desde antes en Carrie White.

Los cinco soldados siguieron intentando taclear a Gorrión Blanco por un rato, hasta que Frankie Schur aplaudió tres veces seguidas, indicando así el momento de tomar un descanso. Todos pudieron entonces relajarse, incluida la propia Gorrión Blanco. Aunque, en realidad, los soldados no lograban como tal sentirse calmados en presencia de su nueva “compañera.”

Aunque la mayoría de los elementos del Nido en efecto desconocían su pasado, lo que ya casi ninguno ignoraba era el horrible suceso ocurrido en el Quirófano 24, y la cantidad de soldados y equipo médico que habían muerto esa noche. A pesar de que se hizo el intento de mitigar los más escabrosos detalles, para esos momentos casi toda la base los conocía. Y aun así estaban prácticamente obligados a convivir con esa mujer, y actuar como si nada hubiera ocurrido.

Gorrión Blanco parecía no percatarse de la forma tan aprensiva con la que todos la miraba, incluidos los cinco soldados que estaban con ella en esa sala. Frankie, por su lado, había hecho el intento de ser un punto de apoyo para ella en ese sentido; más por obligación que por verdadero deseo.

—Lo estás haciendo muy bien, Gorrión Blanco —murmuró Frankie, aproximándose cauteloso a la muchacha rubia. Le tiró entonces una toalla limpia que ella atrapó rápidamente en el aire con una mano.

—Muchas gracias, sargento —murmuró sonriente la joven, mientras pasaba la toalla por su cara para limpiarla de cualquier rastro de sudor debido al extenuante ejercicio.




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