Resplandor entre Tinieblas
Por
WingzemonX
Capítulo 113.
Terminar con este sueño
Los detectives Arnold y Samantha de la policía de Los Angeles habían tenido un día peculiar, incluso para los estándares de su trabajo. Y lo peor era que éste parecía no querer terminar, pues ya entrada la noche los llamaron de emergencia para presentarse en una nueva escena del crimen. No les habían dado muchos detalles, pero se requería la presencia de un detective y, por azares del destino, ambos se encontraban cerca.
La noticia de lo más reciente ocurrido en el edificio Monarch, el mismo sitio en el que ambos habían ido esa tarde, les había llegado un poco más temprano. Arnold logró obtener los últimos detalles tras una llamada a medio camino a su escena del crimen, aunque seguía sin ser mucho más de lo que los medios ya habían informado.
Arnold tenía ya veinte años de experiencia como detective, y era desconfiado de la gente por naturaleza. Pero todo ese asunto lo tenía aún más suspicaz que de costumbre.
—Justo unas horas después de hablar con ese chico, algo mágicamente explota en su pent-house —pronunciaba con cierta molestia a su compañera desde el asiento del pasajero, mientras ésta estacionaba el vehículo entre la ambulancia y las patrullas a un lado del camino—. ¿Y quieren que creamos que es sólo una coincidencia?
—Aún no quieren que creamos nada —le respondió la detective Samantha mientras miraba por el retrovisor—. No se ha dado ninguna declaración oficial de los hechos todavía.
—Da igual. Cuando lo hagan, dirán que fue una fuga de gas o un desperfecto eléctrico, como siempre.
—La mayoría de las veces la explicación más simple es la correcta, ¿no?
Una vez estacionados, Samantha apagó el motor del vehículo y ambos bajaron rápidamente. Un uniformado se encontraba de pie cuidando el paso de la gente, pero al mostrarle sus placas ambos pudieron seguir sin problema. Comenzaron entonces a bajar con cuidado por una pequeña pendiente de lodo y maleza, bastante resbaladiza debido a la reciente lluvia. Ninguno traía zapatos adecuados para la ocasión, pero ese tipo de cosas eran siempre parte del oficio.
—No lo sé —mascullaba Arnold, aún reticente a dejar el tema por la paz—. Sólo piénsalo, Sam. Entran dos extraños por la fuerza, el muchacho Thorn cuenta una historia bastante ambigua de lo sucedido, y de repente llega Andy Woodhouse en persona para sacarnos de ahí. ¿Y ahora ocurre una extraña explosión unas horas después? Y ni siquiera nos saben decir si el chico seguía o no en el departamento cuando esto ocurrió. Te lo digo, algo muy, muy extraño está pasando aquí. Dime conspiranoico si quieres.
—No lo haré —le respondió su compañera con seriedad—. Estoy de acuerdo en que todo es muy extraño. Pero Los Angeles siempre ha sido una ciudad extraña. Si no me crees, sólo ve esto.
Al bajar la pendiente, terminaron de pie justo a la orilla de un canal artificial, cuya corriente en esos momentos era abundante debido a todo lo que había estado lloviendo esa noche. Los paramédicos estaban colocando en una camilla a la persona que habían encontrado en la orilla; la misma que les habían informado por radio. Ya para esos momentos habían logrado estabilizarla, vendarla y la tenían conectada por goteo intravenoso. La habían encontrado inconsciente, y al parecer seguía totalmente sumida en dicho estado.
—¿Qué tenemos, chicos? —preguntó Samantha, parándose a un lado de la camilla. Uno de los uniformados presentes pasó rápidamente a responderle mientras los paramédicos seguían preparando a la paciente para el traslado.
—Mujer caucásica, cuatro heridas de bala en el hombro, brazo, muslo y torso. Además de un fuerte golpe en la cabeza, posiblemente provocado al caer al canal. Aún respira, aunque no sé cómo. La corriente debió haberla arrastrado un largo tramo antes de quedar estancada en la orilla.
—¿Alguna identificación? —preguntó Arnold, mientras observaba pensativo a la persona en la camilla.
—Nada, sólo la ropa que trae puesta. Ni bolso, teléfono o cartera. Quizás todo se lo llevó el agua.
—¿Alguna señal de ataque sexual? —preguntó Samantha a continuación directamente a uno de los paramédicos.
—No a simple vista —le respondió uno de ellos—. En el hospital podrán hacerle el examen completo. Pero francamente no sé cómo pudo mantenerse a flote y evitar ahogarse con esas heridas y con la corriente cómo está.
—Debe ser más fuerte de lo que parece —señaló Arnold de forma pensativa.
Ambos detectives observaron fijamente a la mujer, con sus ojos cerrados y rostro apacible, a pesar de su estado tan delicado. Piel pálida con unos visibles lunares en el rostro, cuello y pecho. Cabello castaño rojizo, totalmente húmedo, al igual que la tela de su vestido ligero, bastante veraniego para mediados de noviembre.
—Qué chica tan linda —indicó Samantha de pronto—. ¿Qué monstruo la habrá tomado de tiro al blanco y tirado de esa forma?
Arnold no tenía una respuesta a eso; no aún.
—Tenemos que irnos —indicó uno de los paramédicos. Y entre ambos, y con la ayuda de un par de oficiales, comenzaron a cargar la camilla por la pendiente en dirección a la ambulancia.