Resplandor entre Tinieblas
Por
WingzemonX
Capítulo 117.
Somos Familia
Aquella tarde de su primer día de clases luego de Acción de Gracias, Damien salió en silencio de la oficina del Sgto. Neff tras terminada su corta, y extraña, conversación. Mientras caminaba lentamente hacia la salida del edificio administrativo, las enigmáticas palabras que le había dicho su nuevo líder de pelotón le daban vueltas sin descanso por su cabeza.
“Hay cosas que aún no entiendes. Cosas que deben pasar en su forma y momento justo. Y por eso no debes llamar de esa forma la atención; no todavía.”
“Llegará el día en que todo el mundo sabrá quién eres, y de lo que eres capaz. Pero ese día aún no ha llegado.”
“Hay cosas que están surgiendo en ti que no entiendes, y que crees no poder controlar. El mundo y la gente a tu alrededor comienzan a parecerte minúsculos, insignificantes. Comienzas a darte cuenta de que estás destinado a algo más grande que estar aquí perdiendo el tiempo, jugando a ser un soldadito o un simple estudiante más.”
¿Qué era lo que intentaba decirle con todo eso? ¿Era que acaso ese hombre sabía algo que él no? ¿Acaso él sabía exactamente qué era lo que estaba ocurriendo? ¿Por qué tan constantemente tenía esos pensamientos o sensaciones? ¿Sabía qué era él en realidad…?
Damien sintió deseos de darse la media vuelta, volver a esa oficina y pedirle… no, más bien exigirle que le dijera de frente lo que sabía; sin rodeos ni adivinanzas. Pero no lo hizo. Y quizás de haberse tratado del Sgto. Goodrich o de cualquier otro de los tontos profesores de ese lugar, lo hubiera hecho sin titubear, y sin importarle las consecuencias que aquello podría traer. Pero Daniel Neff no era como los demás, y mientras más lo conocía más se daba cuenta de ello.
Le recordaba un poco a su padre. O, al menos, a los pocos recuerdos que creía aún mantener de él.
Al salir por la puerta principal del edificio, fue recibido de frente por la fuerte luz del exterior, que le molestó un poco los ojos. Todo estaba también bastante silencioso y solitario; ¿había estado esperando en aquella oficina lo suficiente como para que el receso ya hubiera terminado y todos estuvieran ya en clase? Quizás.
Pero no todo estaba totalmente despejado. Y al avanzar sólo un poco, logró percatarse de la presencia de alguien detrás de una de las columnas, apoyado contra ésta, aguardando. Aguardando por él.
En cuanto la presencia de su primo se hizo apreciable también para él, Mark se separó rápidamente de la columna y se giró hacia él.
—Damien, ¿qué pasó? —exclamó Mark, su voz y rostro totalmente cubiertos de consternación—. ¿Qué te dijo el sargento? ¿Te suspenderán de nuevo?
El menor de los Thorn lo contempló en silencio unos instantes. ¿Se había quedado ahí a esperarlo?, ¿arriesgándose a terminar también regañado por no entrar a clases? Eso era algo típico de Mark. Pero ciertamente, considerando lo aturdido que se sentía en esos momentos, mirar la cara conocida y afable de su primo le trajo algo de calma. Ese efecto que Mark tenía en él era también algo típico.
—No —respondió Damien en voz baja, avanzando despacio para bajar las escaleras de la fachada y dirigirse al patio—. Sólo me tengo que disculpar con Teddy.
—¿Disculparte? —masculló Mark, algo incrédulo, siguiéndolo de cerca—. ¿Sólo eso?
—Sólo eso —repitió Damien como escueta respuesta.
Ambos avanzaron unos pasos más, hasta que Damien se detuvo en seco. Giró entonces su mirada hacia un lado. Desde su posición, tenía una vista casi directa del sitio exacto en dónde había ocurrido el altercado con Teddy. Incluso creía poder verlo aún ahí tirado en el suelo, mientras lo pisaba sin moderarse ni un poco.
Mark se paró a su lado y miró en la misma dirección. De seguro él también remembraba el suceso, visto desde su perspectiva.
—Es justo cómo Teddy dijo —murmuró Damien, ausente—. Nunca nada malo me pasa, ¿cierto? Sin importar qué haga. Es como si los problemas, las heridas, las enfermedades… como si todo me sacara la vuelta de alguna forma. ¿No te parece eso extraño?
Mark no respondió. En su lugar, tras una prudente pausa, prefirió soltar sin más la pregunta que tanto lo acosaba, y quizás el principal motivo de por qué lo había estado esperando ahí:
—¿Qué le hiciste a Teddy? ¿Por qué se puso así?
No había acusación, recriminación o miedo en su tono, o al menos Damien no los percibió. Lo único que parecía genuinamente acompañar sus palabras, era preocupación. Pero igual no fue suficiente para obtener una respuesta rápida o directa de su primo.
—Damien, háblame —pronunció Mark con firmeza, extendiendo una mano hacia él para colocarla firmemente sobre su hombro de forma reconfortante—. No importa lo que sea, sabes que puedes contar conmigo. Soy tu primo.
—Lo sé —pronunció el muchacho menor rápidamente, virándose sin embargo a mirar hacia otro lado, a algún punto lejos de ese soleado patio—. Pero… no puedo decirte nada, por qué en verdad no sé qué es lo que me está pasando, Mark. Te juro que no lo sé… Y la verdad es que tengo miedo. Miedo de lo que podría pasar después…