Resplandor entre Tinieblas

Capítulo 123. Era mi hermana

Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 123.
Era mi hermana

Un rato después de que Eleven y Sarah se fueran, la familia Stone/Torrance decidió hacer lo mismo. En vista de que tendrían que quedarse en Los Ángeles al menos por cinco días, buscarían un hotel en cuál hospedarse y que Abra pudiera descansar su herida. La Srta. Honey les ofreció ver la posibilidad de acomodarlos en su casa; después de todo, ya habían previsto hospedar a Abra por un tiempo. Sin embargo, rechazaron su invitación de forma educada y ella no les insistió.

Pidieron un taxi que pudiera llevarlos a la zona hotelera, y mientras lo esperaban se fueron despidiendo. Abra en especial les agradeció profundamente a Matilda y Cole por ser tan atentos con ella. La joven prometió además intentar ir en Acción de Gracias para saludarlos, aunque tuviera que venir ella sola. Igualmente se despidió de la Srta. Honey, agradeciéndole también el haber estado dispuesta a abrirle las puertas de su casa.

La última persona de la que se despidió, o al menos intentó hacerlo, fue Samara, aunque más bien entre ellas se formó un extraño e incómodo silencio, que Abra rompió apenas con un escueto:

—Nos veremos después.

A lo que Samara respondió apenas con un leve asentimiento de su cabeza.

En retrospectiva esas eran quizás las únicas palabras que habían intercambiado entre ellas desde que sus caminos se cruzaron hace algunas noches. Abra no podía explicarlo, pero había algo en la sola presencia de esa niña que la ponía tensa. Quizás era debido a ese espíritu que había visto la noche de la fiesta y casi la ahogaba, o quizás era por otro motivo. No lo tenía claro, pero tenía el presentimiento de que ella sentía algo muy parecido hacia ella. Quizás si se conocieran un poco mejor eso podría cambiar.

Una vez que Abra, Dan y Lucy se subieron a su taxi, Matilda, Cole, Jennifer y Samara los despidieron desde el pórtico y observaron atentos mientras se alejaban. Tan rápido y repentino como la casa se había llenado de gente, así mismo se fue vaciando.

—Bueno, la buena noticia es que la habitación que habíamos preparado para Abra puede ser para ti, Samara —comentó Jennifer, agachándose a lado de la niña—. ¿Qué te parece?

La niña se sobresaltó un poco, e instintivamente su mano buscó la de Matilda, estrechándola con algo de fuerza.

—¿Podría seguir durmiendo contigo un poco más? —preguntó tímida, alzando su mirada para ver a Matilda a los ojos.

—Seguro, pero… ¿no te gustaría tener un poco más de privacidad? —le respondió la psiquiatra con media sonrisa. Samara no le respondió, y solamente volvió a agachar su mirada, ocultando su rostro detrás de sus largos cabellos—. Está bien, de momento hagámoslo así y luego lo hablamos con más calma, ¿de acuerdo? —propuso colocando una mano sobre el hombro de la pequeña—. Ahora, ¿por qué no acompañas a la Srta. Honey adentro y la ayudas a servir los panqués? Yo voy en un segundo, sólo necesito hablar un poco a solas con Cole.

—Los panqués se van a enfriar —respondió Samara con ligera alarma.

—Los podemos volver a calentar —indicó Jennifer con calma, colocando una mano atrás de su espalda para guiarla hacia adentro—. Ven, apuesto a que te estás muriendo de hambre. Te daré doble ración ya que te has portado muy bien, ¿te parece?

Samara acompañó a la Srta. Honey al interior de la casa, volteando un momento sobre su hombro a mirar a Matilda, y luego despareció de su rango de visión.

Una vez estuvieron en el pórtico sólo Cole y ella, Matilda se permitió exhalar un pesado suspiro de cansancio; más mental que físico. Se aproximó al barandal que rodeaba el pórtico y apoyó ambas manos en éste, estirando un poco sus brazos y su espalda. La herida de su hombro le provocó un pequeño respingo de dolor, pero ya no era tanto como antes. A pesar del ajetreo de hace dos días, creía muy posible que pudieran quitarle los puntos pronto como había previsto Dr. Shawn. Esperaba que pudiera ser antes de que tuviera que viajar de regreso al norte con Samara.

—Vaya mañana, ¿no? —comentó Cole con tono relajado a sus espaldas.

—Vaya mes, diría yo —contestó Matilda con voz risueña. Se giró entonces para ahora apoyar su parte trasera contra el barandal y poder ver a Cole de frente—. ¿Tú qué opinas de todo esto?

—¿A qué de “todo esto” te refieres con exactitud?

—Pues… a “todo” en general, supongo —respondió Matilda cruzándose de brazos—. El asunto con el DIC, lo de hacer parecer como que encontramos a Samara en circunstancias totalmente distintas, lo de ser la “sucesora” de Eleven… —Hizo una pausa, inclinando un poco el cuerpo para echar un vistazo al interior de la casa y cerciorarse de que no hubiera ningún otro par de pequeños oídos oyendo su conversación—. Mi deseo de hacerme cargo de Samara de forma más permanente…

Cole sonrió; no de manera condescendiente ni burlona, o al menos a Matilda no le pareció como tal. Avanzó entonces también al barandal, parándose a un lado de ella y apoyándose también contra éste con sus brazos cruzados.

—No creo que el asunto de la sucesora te haya realmente tomado por sorpresa, ¿o sí? —musitó despacio, casi como si estuviera diciéndole un importante secreto—. Si tuviéramos todos en la Fundación que haber hecho una apuesta de quién sería la elegida, la mayoría habríamos apostado por ti sin dudarlo.




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