Resplandor entre Tinieblas

Capítulo 130. Eres extraordinario

Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 130.
Eres extraordinario

Una vez que Matilda y Cole salieron a su cita, y justo como Jennifer le había prometido a Samara, prepararon unas palomitas con mantequilla, bajaron la televisión del cuarto de Jennifer y Max a la sala, y conectaron en ella su computadora para poder ingresar a alguna de las plataformas de streaming y elegir una película para  ver las tres juntas. Samara se veía… ligeramente interesada en la propuesta. Resultaba un tanto complicado adivinar por su usual mirada estoica si algo le parecía bien o no, pero al menos no parecía que le desagradara.

Una vez realizada toda la logística necesaria, sólo quedaba sentarse en el sillón y llevar a cabo la tarea más complicada: elegir qué película ver. Samara no parecía tener preferencia por alguna en especial, o siquiera por algún género, así que dejó que entre Jennifer y Máxima decidiera, lo cual no hizo la decisión más sencilla.

Al final Jennifer terminó teniendo la última palabra, eligiendo la película de Up; una que consideraba apropiada para Samara, y que además a ella a manera particular le gustaba mucho. Una sola mirada de Máxima dejaba en evidencia que ya la había visto bastante más veces de las que deseaba, pero lo dejó pasar y se limitó a sólo ir por una cerveza al refrigerador antes de sentarse con ellas a ver la película.

Un poco más de hora y media después, los créditos finales recorrían la pantalla. La tranquila y lenta melodía que acompañaba a la serie de nombres que simulaban ser recortes en un álbum de recuerdos, era además secundada por los pequeños sollozos de la Srta. Honey.

—Esta película siempre me hace llorar —musitó Jennifer despacio, mientras se tallaba sus ojos con un pañuelo ya para esos momentos bastante estrujado y arrugado.

—Casi todo te hace llorar, Jenny —bromeó Max a su lado, acercándole la caja de pañuelos de la mesa para que tomara otro.

—Ay, eso no es cierto —exclamó la Srta. Honey sonando ligeramente ofendida por el comentario.

Una vez que tuvo los ojos y la cabeza un poco más despejados, Jennifer se giró hacia Samara, sentada al otro extremo del sillón. La niña de Moesko había estado bastante callada durante la película, apenas ofreciendo algún pequeño comentario cuando Jennifer se lo pedía. Se encontraba en ese momento con sus pies descalzos sobre el sillón, sus brazos cruzados sobre su regazo, y su mirada muy fija en los créditos que subían por la pantalla, como si no se hubiera dado cuenta aún de que la película ya había terminado. Y en su rostro en general… no se veía ni una pizca de emoción. Ni tristeza, ni enojo, ni siquiera aburrimiento; solamente un vacío absoluto.

Jennifer carraspeó un poco para llamar su atención. Samara se giró lentamente en su dirección, parpadeando un par de veces, siendo quizás la única señal clara de reacción presente en su rostro.

 —¿Te gustó, Samara? —preguntó Jennifer sonriente.

Samara volvió a parpadear, se mantuvo en silencio unos segundos, y entonces volvió su rostro de nuevo hacia la televisión, murmurando justo después un escueto:

—Sí.

Jennifer y Máxima se miraron la una a la otra; ninguna sabía exactamente cómo interpretar aquello.

—¿No la habías visto ya? —cuestionó Max con curiosidad.

—No, creo que no —respondió Samara, negando también lentamente con la cabeza—. Hace mucho que en mi casa no veíamos películas.

—Bueno, salió hacia ya como diez años —señaló Máxima encogiéndose de hombros.

—Hace ocho —le corrigió Jennifer.

—Bueno, da igual. De seguro tenías sólo tres o cuatro años en ese entonces, ¿no?

—Supongo —respondió Samara, sin mucho interés aparente en hacer las cuentas.

—Quizás fue un poco infantil para ti. Después de todo, ya eres casi una adolescente.

—No, no —respondió Samara rápidamente, notándose al fin una emoción en su rostro, aunque ésta parecía ser angustia—. Estuvo bien, en serio.

—Pues yo te agradezco que me hayas dejado verla, porque es de mis favoritas —indicó Jennifer, colocando con dulzura una mano sobre la de Samara para calmarla—. ¿Te gustaría elegir la siguiente?

—Sí, vamos, nena —le animó Max con ímpetu—. ¿Qué te gustaría? ¿Algo de acción? ¿Algo romántico? ¿Una de terror, quizás?

Esa última propuesta pareció poner nerviosa a la Srta. Honey.

—Eso no creo que sea apropiado —indicó con la firmeza propia de una maestra de escuela.

—¿Para ella o para ti? —bromeó Máxima, observando a su pareja con expresión pícara, y haciendo que las mejillas de Jennifer se ruborizaran. No era un secreto que no era muy fanática de ese tipo de películas, en especial las que eran demasiado sangrientas.

Escucharon ese momento como alguien llamaba a la puerta, tan repentinamente y con tanta fuerza que las tres saltaron un poco en sus asientos. Miraron en dirección al vestíbulo, y escucharon un segundo después que volvían a llamar de la misma forma.

—¿Será Matilda? —masculló Jennifer despacio.




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