Resplandor entre Tinieblas
Por
WingzemonX
Capítulo 131.
Resentimientos
Mientras Matilda y Michael movían su conversación a la cocina, en parte para poder llevarla a cabo con mayor privacidad, y en parte para que Michael pudiera terminar el plato de comida que Jennifer le había servido, Cole hizo lo mismo sentándose en la sala a aguardar a que terminaran. Por la hora quizás lo prudente sería estarse ya encaminando a su hotel, pero ciertamente no deseaba irse sin estar seguro que todo estaba bien. No en el sentido de que Matilda estuviera por algún motivo en peligro, sólo… quería estar cerca por si ocupaba cualquier cosa.
Cole había tomado asiento en uno de los sillones, mientras Samara se encontraba en otro. Ninguno parecía interesado en intentar entablar alguna conversación, y sólo observaban en silencio en dirección a donde se encontraba la cocina, desde dónde les llegaban pequeños rastros de la conversación, aunque no los suficientes para poder darle forma completa aunque fuera a una sola frase.
—Aquí tienes tu café, Cole —informó la Srta. Honey al entrar en la sala, cargando en cada mano una taza humeante—. Y tu chocolate, Samara.
La maestra se inclinó sobre la mesa de centro, colocando frente a cada uno su respectiva taza.
—Gracias, Srta. Honey —masculló Cole con amabilidad, tomando la taza frente a él para darle un pequeño sorbo. Su mirada, sin embargo, nunca se desvió de la dirección que tanto interés le provocaba en esos momentos—. ¿Estará bien si la dejamos sola?
—¿A Matilda? —murmuró Jennifer, luego esbozando una pequeña sonrisa despreocupada—. Sí, descuida. Ella sabe muy bien cómo lidiar con los Wormwood. Ella es una después de todo… Al menos eso dice su certificado de nacimiento…
—¿Qué acaso no tienen leche de verdad en esta casa? —se escuchó que pronunciaba con fuerza la voz de Michael desde la cocina, jalando rápidamente la atención de los tres—. ¿Qué es esta cosa de deslacto… sada…? ¿Agua pintada de blanco?
Jennifer soltó un pesado suspiro, y pasó su mano por su ya un poco adolorida cabeza.
—Pero igual estemos al pendiente —murmuró despacio, ya no tan despreocupada como antes.
—Ese hombre no me agrada —indicó Samara en voz baja, alargando sus manos para tomar la taza de chocolate.
—A mí tampoco, pequeña —secundó Cole con voz severa.
— — — —
Michael estaba sentado en la pequeña mesa cuadrada de la cocina, con su (segundo) plato de comida frente a él, y un vaso de leche (deslactosada) a un lado. Pese a sus quejas iniciales, de hecho se encontraba comiendo con bastante deleite, soltando de vez en cuando alguna pequeña exclamación de gusto entre bocado y bocado. Matilda, por su lado, se encontraba de pie, apoyada contra la superficie de la cocina, con sus brazos cruzados y su mirada apacible, aunque vigilante, sobre su hermano.
Desde aquel día hace un poco más de veinte año que Matilda había dejado a los Wormwood y comenzado a ser Matilda Honey, su interacción posterior con los miembros de su familia biológica había sido limitada, si acaso cabía llamarla de esa forma. Y toda ésta se había limitado casi por completo a esos esporádicos encuentros que tenía con su hermano, Michael. La mayor parte del tiempo cada uno estaba bastante concentrado en su respectiva vida, y parecía procurar ignorar que el otro existía siquiera, hasta el momento en el que uno necesitaba algo del otro; o, más bien, hasta el momento en el que Michael necesitaba algo de Matilda, pues el caso contrario no había sucedido hasta el momento.
Pese a eso, Matilda sí estaba un poco más enterada de la vida de su hermano, desde aquel momento hace poco menos de ocho años en el que había elegido aceptar su repentina solicitud de amistad en Facebook. Y no era que acostumbrara pasearse bastante en su perfil, pero al parecer él y su actual esposa eran de los que acostumbraban subir fotos de casi todo lo que hacían, así que inevitablemente se había ido cruzando con más de algún momento en sus vidas; algunos de los que hubiera preferido no saber tanto.
—Delicioso —señaló Michael, apuntando con su tenedor a lo que quedaba del plato—. ¿Segura que no quieres? Quedó un poco en la olla.
—Ya cené —respondió Matilda con voz escueta.
Michael se encogió de hombros y siguió comiendo.
—No sé cómo puedes mantener esa figura tan esquelética si la Srta. Honey cocina tan rico.
Matilda respiró lento por su nariz, intentando no perder la calma, justo como había estado haciendo durante todo ese rato. En el fondo estaba segura que había intentado hacerle algún tipo de cumplido con eso.
—Cuidando lo que como y lo que no, mayormente —respondió con cierta indiferencia—. ¿Viniste solo?
—Sí —asintió Michael, aún con media porción en la boca—. Cheryl y el pequeño Mike se quedaron en casa. El chico tenía escuela, y además estos asuntos no son para niños.
Antes de que comenzara su escueta interacción por redes sociales, Matilda se había enterado, más por terceros, que Michael había contraído matrimonio hace unos años; y sólo unos meses después nació su hijo, Mike. No se tenía que ser un genio para saber cuáles fueron las circunstancias por las que dicho matrimonio se había dado en un inicio. Matilda no conocía la nueva Sra. Wormwood en persona, pero por las fotos y videos que había llegado a ver, le resultaba casi aterrador el parecido que tenía con una versión rejuvenecida de su madre biológica; pero eso no era algo que estuviera dispuesta a señalarle a su hermano ni aunque le pagara por una sesión.