Resplandor entre Tinieblas

Capítulo 146. Sólo queda esperar

Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 146.
Sólo queda esperar

Los disparos y el alboroto que se escuchaban a lo lejos cesaron abruptamente, lo que aun así no terminó por tranquilizar a Mabel. Siguió avanzando por el bosque en la misma dirección, pero con paso mucho más precavido, y su mirada fija en todo su alrededor. Cerca de diez minutos más de caminata, al fin logró divisar lo que Verónica le indicó que encontraría: una enorme montaña alzándose a lo lejos, en medio de un claro entre los árboles. Aunque más que montaña, parecía más una formación rocosa vertical y recta, como una torre hecha de roca, tierra, y algo de vegetación, que se alzaba en lo alto como una atalaya que vigilaba todo aquel paramo.

Un pequeño Monte Olimpo.

Mabel se colocó pecho a tierra entre los árboles de una loma, ocultándose bien de la vista de cualquiera que pudiera pasar cerca de ahí. Tomó su rifle, y con la ayuda de la mira de éste comenzó a recorrer la parte baja de la montaña, no tardando demasiado en notar algo fuera del lugar. Había un sendero que se abría paso hacia el lateral de la montaña, al ras del suelo. El sendero terminaba en lo que parecía ser el hueco de una caverna.

Justo donde Verónica le había indicado que lo encontraría.

«Así que esa es mi entrada» pensó mientras observaba aquel agujero por la mirilla. Pero no sería tan fácil como sólo pasar caminando por ella, y eso también se lo había advertido aquella chiquilla. Y tuvo oportunidad de comprobarlo en ese mismo instante, cuando un jeep verde con al menos cinco personas encaramadas en él se dirigió justo a aquel punto.

Mabel se pegó más contra el suelo, y retrocedió un poco para ocultarse más entre la maleza. Por la mirilla de su rifle, vio como el vehículo se detenía frente a la entrada de la cueva, y de ésta salían dos hombres de uniformes azules, fuertemente armados con armas largas mucho más espectaculares que la suya. Uno de ellos se aproximó al vehículo, mientras el otro vigilaba los alrededores. Tras un rato, ambos se hicieron a un lado, y el vehículo siguió adelante, hasta perderse en el interior de la cueva. Los dos soldados los siguieron poco después.

No tenía que echar un vistazo ahí dentro para saber que aquello no era en realidad una cueva. Y, más importante, que se encontraría con más que sólo un par de soldados ahí dentro. Así que si quería en verdad ingresar a lo que se ocultaba ahí debajo, necesitaría un poco de ayuda adicional.

«Y ahora, ¿dónde está la dichosa distracción?» pensó con molestia, su dedo moviéndose inquieto contra el gatillo de su arma, pero sin intención alguna de presionarlo (aún).

Verónica le había dicho que la reconociera en cuanto la viera, pero de momento no había señal alguna de nada que pudiera darle libre acceso como prometió.

«Supongo que sólo queda esperar» concluyó con irritación, soltando justo después un largo suspiro.

Y eso hizo. Se quedó en su sitio, mirando hacia la cueva por la mirilla, y aguardó…

— — — —

La sala de monitoreo y seguridad del Nido se encontraba en el nivel superior de la base. Desde ahí, se llevaban a cabo tareas generales de control y seguridad, como el monitoreo de las cámaras de seguridad principales de todos los niveles, que se mostraban en pantallas colocadas por toda la pared frontal. Igualmente se activaban las alarmas de emergencia ante cualquier eventualidad, se detectaba la presencia de cualquier aeronave que volara en el espacio aéreo de la base, y se le autorizaba (o no) su aterrizaje en la plataforma. También se encontraban conectados directamente con el sistema de audio interno de la base, desde el cual por medio de sus altavoces podían hacerse anuncios generales para que todo el personal lo escuchara, incluso enviándolos a sus respetivos radios comunicadores.

Aquel sitio podría considerarse los ojos y los oídos del Nido, desde donde se vigilaba todo lo que ocurría en él. O, casi todo.

Usualmente había de cinco a diez personas por turno sentadas en los diferentes puestos de la sala, pero esa tarde había sólo dos. El resto o habían bajado a comer, o se preparaban para dejar la base para su permiso de Acción de Gracias. Cerca de la mitad del personal de base se ausentaría durante esos días, por lo que las cosas estarían muy tranquilas por ahí. De hecho, tras la llegada de Charlene McGee y aquel otro prisionero, las cosas ya habían estado bastante calmadas, resaltando únicamente esa intromisión de dos extraños en los terrenos, y si acaso la repentina llegada de la Capt. Cullen. Luego de eso, ya no había nada en los planes de los siguientes días. Sólo sentarse, estar de guardia, y esperar.

—¿Crees que se podamos ver el partido de los Cowboys en alguno de esos monitores? —comentó con voz monótona uno de los dos soldados asignados a la sala, el más joven de ambos, mientras observaba hacia la imágenes de la cámara de seguridad; nada fuera de lo normal en ninguna de ellas, igual que en las últimas horas; y días. Ese sería apenas su primer año asignado al Nido, así que aún se estaba acostumbrando a la manera de trabajar en aquel sitio.

Su compañero, más grande y experimentado, rio divertido.

—Toda comunicación con el exterior es restringida; entrante o saliente. Sin embargo…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.