Resurgimiento.

Capítulo 5.

Fragmento del «Manual de control y supervivencia» Creado por los gobernadores, cita:

Quedan totalmente prohibidas todas las cosas que dañaron y destruyeron el antiguo mundo, enumeradas a continuación:

•Consumir cualquier tipo de drogas (Solo permitido para uso médico)

•El consumo de alcohol.

•Fumar

•Establecimientos como clubes, discotecas, drink.

•Prostitución.

•El escuchar música, rock, metálica, pop y, toda música ruidosa.

•La diversidad Sexual (Gay, lesbianas, travestís, bisexuales)

• Fiestas adolescentes, sin razón.

•Trabajos, oficios y vicios deshonrados.

•Violaciones de tratados o acuerdos entre ciudades.

•Abusos intrafamiliares (Mujeres, explotación de niños, etc.)

•Indolencia.

•Práctica de Hechicería

•El uso adictivo de la red social. Página roja.

•Enfrentamientos entre religiones. (Debe de ser cada una respetada)

•Libertad de expresión.

•Política.

[...]

Respiró repetidas veces y sacó el aire de su sistema de manera lenta en un intento de tranquilizarse. El consejo de Axel no estaba dando buenos frutos, porque Angie seguía en ese estado tan extraño en el que se había sumergido. La impotencia se había apoderado de ella, odia las leyes, odia la dictadura, pero sobre todo odiaba al círculo. Los gobernadores no eran mas que maquinas dispuestas a causar sufrimiento a la menor oportunidad.

Axel la sostenía como si en cualquier momento fuera a derrumbarse, y aunque Angie nunca necesito de nadie para estar bien, se sentía bien en presencia del joven, era la única persona que ella se había atrevido a acercarse, y conocer. Antes nunca le importó establecer amistades, pero en ese momento ni ella misma entendía su cabeza, solo sabía que estar con Axel le hacía bien, porque se sentía en casa.

Antes de encontrarse en esa situación, ella se encontraba viendo el cuerpo desértico del concejal, al momento en que Azael disparó las manos no le temblaron, era como si nada le causara dolor, como si no hubiese cometido el peor de los delitos, que era quitarle la vida a una persona. Personas no habían tardado en llorar, otros en empezar a gritar, y crear un conflicto, en donde los rebeldes aquellos que desobedecían las leyes, estuvieron gustosos en participar. El caos era tan grande, gente tratando de llegar a los gobernadores, los agentes golpeando a cualquiera fuera de control, los gobernadores subiendo en su auto y desapareciendo del lugar, mientras que ciento de personas empezaban a morir en el altercado a manos de los agentes.

Angie se había encontrado en medio de todo eso, al momento de eso su cuerpo había empezado a temblar, era como si su mente estuviera paralizada, esos pequeños ataques que tanto odiaba volvían a repetirse, regresaban cada vez que se sentía ansiosa o en peligro y ya comenzaba a cansarse de eso. Axel había estado buscándola y la encontró. Al momento de agarrarla de la cintura, y sacarla de aquel lugar protegidos por agentes que protegían a Axel, ella ni se había percatado.

Y aún seguía sin hacerlo, no lloraba, no decía nada. Tan solo estaba ausente.

—Angie... —Susurró por décima vez Axel, tratando de traerla a la realidad.

Parecía una misión imposible, ella era diferente, su espíritu de lucha siempre estaba consigo, le gustaba molestar al gobierno por tales cosas, destruían con pasión como si eso era lo único que alimentaba su poder, acababan con cientos de familias y no les importaba, mataban a diestra y siniestra, pero ¿Qué podían hacer?

Tan solo tratar de sobrevivir.

—Lo mataron Axel, frente a mis ojos —La realidad había vuelto a ella, miró a su alrededor dándose cuenta de que se encontraba sentada en una de las mesas del comedor, una de las más alejadas. En donde solo estaba ella y Axel.

El chico a pesar de que no debía estar ahí, lo estaba. El no iba a dejarla sola, porque a todo su ser le caiga bien Angie, su manera tan extraña de ser, y esas características explosivas que poseía.

—An estuve ahí, lo vi todo — Le recordó. Se encontraba sentado junto a ella, mientras la abrazaba por los hombros. Al ver que la mente de ella había vuelto, la soltó.

Angie conectó su mirada con la de Axel — ¿Cómo pueden matar sin remordimientos, Axel? ¿Acaso no les da pesadillas todo el miedo que causan?

—Ellos son diferentes, An —Todos tenían información, pero Axel era más cercano a la clase de gente que eran, y el sabia que los gobernadores no eran normales.

—Todos somos diferentes, eso no los justifica, Axel —dijo negando con su cabeza.

—¿No? Y según usted señorita ¿Qué los justifica?

—Ese es el asunto, que nada los justifica —Sonrió por unos breves segundos,Axel también lo hizo.

—Díganme qué les parece tan gracioso, porque la verdad toda esta gente me da dolor de cabeza, y la comida de hoy es horrible —Sory suspiró tomando asiento frente a los chicos, mirando a ambos.

—Siempre tan positiva, Sory —Axel la miró con una sonrisa contenida, ver a su prima siempre le causaba gracia.

Angie la observó, con su cabello rubio suelto, una falda lisa hasta sus rodillas, y una blusa fina negra, con unos zapatos a juego. Rasgos finos, aunque no tan parecidos a los de Axel, de carácter fuerte y mordaz.




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