Resurgimiento.

Capítulo 24.

Tomó asiento en el cómodo sillón de su escritorio, encendió las pantallas de trabajo y suspiró mientras estas iniciaban. El escudo del gobierno no se hizo esperar y con ello se abrió la bandeja de entrada de los cientos de correos que le llegaban por día. Muchos podrían decir que gobernar el mundo era fácil, contabas con personas que te ayudaban hacer todo, pero ninguna de esas personas podían ayudarla en el trabajo. Aquello la tenía fatigada, revisar papeles a cada momento, firmas acuerdos que muchas veces no sabía de que existían, crear nuevas leyes cuando alguna situación salía de manos, trataba de tener cuidado pero en algunos casos las cosas se volvían difíciles.

Hacían tres días desde que habían regresado del viaje por las provincias, igual no lo habían terminado, las situaciones comenzaban a volverse difíciles y por su seguridad tuvieron que regresar. Pero estaba feliz, Javier estaba con ella. Su decisión había sido más por eso, por sentir algo familiar cerca, por tener algo que le recordara el porque estaba en ese lugar y porque tenía que luchar. Aquella felicidad se veía reducida por la presencia de Arnold en todos lados, su mirada curiosa sobre ella, era como si el bendito supiera todo de ella, eso le molestaba...Le mantenía inquieta. La situación empeoraba con el creciente odio de Azael hacia ella desde ese día, sabía que no podía molestarla mucho pero se había intrigado con el pequeño Javier, cosa que la mantenía con los nervios de punta.

Lo mantenía vigilado, algo en Azael no estaba bien.

La puerta de cristal se abrió revelando a Sory. Destiny dejó de leer el documento que tenía en la pantalla y le puso atención esperando que hablara.

—No hay trabajo por hoy—Le hizo una seña con su cabeza para que saliera —. Las cosas serán...Diferentes

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Hizo una mueca con sus labios al ver lo tan ajustada que le quedaba la prenda. Era una vestimenta de cuerpo completo, se abrochaba con un zíper que tenía en el centro, de color negro y se adhería como si fuera una segunda piel. Destiny volvió a bufar, resaltaba demasiado su cuerpo, y le parecía algo muy indiscreto y como demasiado coqueto. Se supone que era una pieza para entrenar, a ella no le parecía eso en lo absoluto. Miró a Sory con mala cara mientras se disponía a colocar las botas en sus pies, al terminar sus ojos se quedaron mas de lo normal en el escudo del gobierno que descansaba en su pecho y el número tres que este tenía encima.

—¿Es en serio, Sory? ¿No es mas fácil usar otra cosa para entrenar? Esto no parece precisamente para eso —gruñó mientras se observaba en el espejo de cuerpo completo nuevamente.

—Te ves toda despampanante —Flipó mientras reía —. No es cualquier entrenamiento Destiny. Es una especie de juego que los gobernadores tienen por tradición. Lo hacen para ponerse a prueba ellos mismos, suelen dividirse en dos grupos. Allí hacen uso de sus especialidades, por lo tanto tendrás que hacer uso de la tuya.

—¿Usar mi especialidad? Sory, ni siquiera entiendo como es que puedo controlar el clima. Esto es muy pronto —Negó con la cabeza y se sentó en la cama.

Sory se acercó a ella poniendo una mano en su hombro.

—Por eso tienes una hora antes de entrenamiento con Arnold ­─informó─. Según él sólo necesitas un pequeño empujón ¡Así que andando!
 

Aquello le dejaba una incertidumbre extraña, pero también le producía un cosquilleo de curiosidad y excitación, al saber que pronto podría controlar eso que todo el mundo decía que ella podía hacer. Era realmente algo asombroso y único, pensándolo bien era un arma de doble filo la que tenía. Poder controlar el clima era algo que podía usar a favor del mundo y en contra de cualquier enemigo. Los nervios eran normales y los entendía, mientras salía de la habitación junto a Sory y tomaban el ascensor trataba de mantenerlos a raya. Las cosas cada vez eran mas fáciles para ella, el aprender, el controlar sus emociones y sus acciones. Era como una obra de teatro donde ella interpreta un personaje que en cierta parte no era, mientras los engañaba. Eso era lo que hacía con los gobernadores, le mostraba lo que ellos querían ver, les sonreía por delante para luego apuñalarlos por detrás.

Cuando las puertas del elevador se abrieron su mundo se abrió frente a ella, era esa sala de entrenamiento que Arnold había construido especialmente para ella. Había subido pocas veces al lugar pero nuevamente sintió como si pudiera tocar el cielo de lo alto que se encontraba, las flores del invernadero estaban totalmente abiertas, eran pequeñas de muchos pétalos y de un color morado hermoso, seguían los diferentes árboles que brindaban sombra y estaban las divisiones de metal que se habían creado para practicar con los rayos. Aquello era único, como ella y como lo que le rodeaba.

—Hasta aquí llego yo —comentó Sory encogiéndose de hombros, le dio una pequeña sonrisa y se despidió —. ¡Nos vemos en la siguiente práctica!

Se despidió con una mano y comenzó a caminar dando pequeños pasos observando todo con curiosidad mientras sentía el corazón golpear contra su pecho. Cuando estuvo en el medio del lugar pudo ver la silueta de Arnold de espaldas a ella mientras miraba el horizonte desde donde se encontraba.

Arnold contaba con cuarenta y dos años de edad, a pesar de tener una edad avanzada seguía siendo apuesto y su cuerpo seguía en forma. Tenía una complejidad desarrollada, corpuloso y alto, de piel bronceada gracias al sol, y de cabello dorada pasando a blanco por los años. Tenía esa mirada de águila que ponía nervioso a cualquiera, poseía esa capacidad de hacerte sentir mínimo delante de él y Destiny odiaba eso. Proyectaba una confianza única y su postura podía admitir que todo el tiempo sabía lo que hacia. Arnold no era de esos que cometían errores, era de esos que luchaban en silencio y que mataban por detrás, Arnold era letal.

Destiny caminó hasta llegar a su lado, lo miró leves segundos y prosiguió a mirar el horizonte como él lo hacia justo a su lado. El cielo estaba muy claro, bañado en cientos de nubes blancas, se podía observar el mar desde esa altura y los grandes edificios de la ciudad real.




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