Resurgimiento.

Capítulo 28.

—Maldición ¿Qué has hecho? —preguntó Destiny histérica, con voz chillona cortada a punto de quebrarse. Sus manos se movieron de forma nerviosa, se iba a romper...Aquello era lo último. Solo veía sangre, mucha sangre. Solo sentía dolor, asfixiante, demoledor. —. Maldita sea, ¿por qué lo hiciste? ¿Quien te dejó escapar?

Cadmia se encogió de hombros en su lugar, se encontraba sentada en el sillón de la habitación de Destiny. Con sus manos manchadas en sangre y el cuchillo bailando entre sus dedos, mientras el cuerpo inerte se encontraba a pocos pasos de ella. La tranquilidad de ella enloquecía a Destiny, aquella escena la traumaba, ¿por qué a él? ¿Por qué no a ella? ¿Por qué el mundo se empeñaba en quitarle todo lo que tenía?

—Espero que cada día de tu vida seas infeliz, Destiny. Espero que el dolor te consuma, y te des cuenta que todos en esta vida sufrimos, buenos y malos. Nos vemos en el infierno —dictaminó Cadmia levantándose de su asiento y corriendo sin que la gobernadora pudiera reaccionar, ella creyó que lograría escapar sin darse cuenta que Anthony se encontraba en el lugar. El gobernador no tardó en agarrarla y presionarla contra una pared ahorcándola por el cuello.

Pero Destiny se olvidó de ella por un momento, un momento que se hizo eterno y se hacía cada vez más cuando veía ese pequeño cuerpo bañado en sangre. Cadmia le había cortado la garganta y había dejado que se desangrara, una muerte demasiado dolorosa para un ser que trajo demasiadas sonrisas. Destiny no lo soportó, el pecho le dolió horrores, sus ojos picaron con la necesidad de hacer algo, comenzó a llorar a mares sin poder evitarlo, lloró y lloró, y corrió al pequeño cuerpo tirado en su habitación. Se arrodilló de golpe y atrajo el cuerpo hacia ella, abrazándolo con fuerza y llorando encima de él. Lo apretó contra ella en un intento de protegerlo, en un intento de regresarlo. Era otra alma que se iba, otra estrella que dejaba de brillar, era matar una parte de ella con cada cosa que pasaba.

—Tranquilo, bebé. No llores, Tiny está aquí —susurró ahogada en lágrimas —. Estarás a salvo, estarás a salvo, pequeño javier estarás a salvo. Estarás bien, yo sé lo prometí a ella. Sé lo prometí a tu hermana, te mantendría vivo, tú estarás bien —Sollozó de forma desgarradora —, ¡No me dejes! ¡Javier no te vayas! ¡No me dejes! ¡Tú no te merecías esto! ¡Mereces vivir! No, no, no. ¡Javier no me dejes! ¡No te vayas por favor, te lo ruego!

Destiny se había empapado de la sangre de Javier, lo removía y lo abrazaba como si intentara revivirlo. Lo miraba y le acaricia la cara prometiendole que él estaría bien sin querer comprender que ya el pequeño Javier no estaba. Cadmia lo había matado.

Verlo ahí, tirado, con los ojos entreabiertos, una mirada sorprendida y preocupada que se había perdido en el vacío, lleno de sangre derramada...Manchado por la maldad del mundo, por lo cruel que podía llegar a ser. Sostenido por sus brazos, apretado contra su pecho en un intento de devolverle el calor al cuerpo frío del pequeño infante. El no merecía aquello, Destiny gritó, pataleó, se desgarró en llanto. Se quebró y las lágrimas terminaron uniéndose con la sangre.

Había corazones que simplemente ya no soportaban mas quebraduras, que ya eran inmunes a sentir dolor. Aquello era un golpe bajo, uno que en vez de quebrarla la convirtió en piedra.

Porque cuando intentas nadar en el fango nunca sales, el lodo lo único que hace es hundirte. Así como el dolor.

—Prometí cuidar de ti —Sollozó hipando —, pero nunca cumplo mis promesas...Maldita sea, solo no me dejes, por favor

Fue como un pequeño clic el que hizo su mente al reaccionar y sopesar todo lo que había pasado. Los cielos tronaron y se abrieron dando paso a una lluvia violenta, chocaba contra cualquier cosa con fuerza. Destiny había liberado su dolor, su furia y había creado anomalías en el clima. Se incorporó pareciendo una fiera, llegó hasta Anthony en un pestañeo y con una fuerza extraña lo empujó lejos logrando que el gobernador casi se cayera. entonces tomó ella el lugar que él tenía antes y presionó a Cadmia contra la pared con ganas de desaparecerla de un golpe.

Apretó el cuello de la impostora con ambas manos, enojada, con el rostro lleno de lágrimas, y el maquillaje corrido. la miró con odio. Miró a Cadmia pedir clemencia con sus ojos mientras cada vez más ella hacía más presión. Su rostro comenzaba a volverse carmesí, pero Destiny no iba a parar. Ella la iba a matar, era la única solución que su mente procesaba, la única manera de parar un poquito todo ese dolor que sentía. Cadmia rogaba por aire, y ella solo intentaba quitárselo todo. Entonces soltó una de sus manos del cuello de Cadmia y le lanzó un golpe en la mandíbula haciendo que cayera al suelo, cuando estuvo tirada, con los labios partidos, Destiny la pateó.

—Mereces morir, así como la rata que eres —Escupió —. No mereces ni un poco de mi consideración maldita. Juro que está me la vas a pagar.

Pateó repetidas veces el abdomen de Cadmia y ésta solo gimió de dolor, lloriqueando cada vez que podía. Solo sentía dolor, y la muerte llegando más rápido de lo que alguna vez imaginó. Todo su cuerpo dolía, tenía ese sabor a metal en la boca por la sangre que derramaban sus labios partidos, siempre odio a Destiny, siempre fue comparada con ellos. Intentó ser como ellos y no le resultó, fue convencida por dos de ellos para atacar a Destiny y al final obtuvo lo que tanto le prometieron;la muerte.

—Destiny, no creo que sea lo mejor. Vamos a llamar a los agentes, la encerraremos y luego con calma pensamos que hacer con ella —Ofreció Anthony intentando sonar sereno y calmado.

Destiny se giró consternada.

—Yo no voy a pensar nada —dijo de forma cortante —. Uno de los tuyos la soltó, porque nadie logra escapar de la seguridad de este palacio, uno de los tuyos acaba de matar una parte de mi. No dudaré en sacarte de mi camino si intentas detenerme Anthony. Estoy harta de todos ustedes.




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