Capítulo Uno

—Abandonó a su hijo —la periodista terminó de informar.

Stiles apagó la televisión y miró a su papá.

—¿Qué? —preguntó Noah—. No tuvimos opción, no hay cadáver ni nada que diga que Derek está muerto. Además, ¿cómo explicar que lo vimos morir por las llamas de un Hellhound sacado de la mitología griega?

—¡Ese es el punto, había más de un testigo! —gritó—. ¡Solo era de inventar algo lo suficientemente creíble!

—Pues sí, pero estábamos en shock, no tuvimos tiempo de pensar —miró hacia la encimera, donde estaba una de las fotos más recientes de la manada.

—Si me hubieras llamado para avisar sobre lo que pasaba... —miró hacia la misma foto que el sheriff miraba. Derek sonreía hacia su hijo.

—No quería que dejaras tus cosas por esto. Sé lo difícil que es esto —miró hacia Stiles, quien lo miró con una mirada de fuego.

—Soy mayor de edad, puedo elegir por mí mismo qué batallas pelear, tomar mis propias decisiones —su mirada era de enojo puro, y su voz era aún peor—. ¿Sabes la impotencia que sentí al saber que murió y ni siquiera lo pude ver a los ojos una última vez?

Su voz se escuchó rota con las últimas palabras.

—Lo siento —dijo con sinceridad, mas a Stiles no le importó. ¿De qué le podría servir ahora que lo sintiera?—. Derek me pidió que te llamara para investigar los demás incendios provocados por Mr. Harry, pero supuse que tendrías tus propias cosas en el FBI.

—¿Supusiste? —su cara se puso roja de lo furioso que estaba, casi a punto de explotar—. ¿Y no se te ocurrió llamar y preguntar como usualmente lo haces? —quedó pensativo—. ¿Si quiera pensaste en llamarme cuando las cosas se complicaron?

—Eres mi hijo y te voy a proteger aunque no quieras —ahora el enojado es otro, pero no le duró al ver la cara de su hijo.

—¿Y qué hay de los que yo quiero proteger? —su mirada reflejaba la decepción—. ¿Qué hay de ti, de Eli, de Derek, de Scott, de Malia, Lydia, Parrish? ¿Qué hay de ustedes, las personas que principalmente juré proteger si llegaba a ser lo que soy? Y me lo niegas así, sin más. —Ya no quería discutir más o terminaría muy enojado con su padre, más de lo que ya estaba—. Desde un principio sabes cuáles son los riesgos de trabajar con la ley. Tú mismo lo dijiste muchas veces cuando te pedí que te quedaras al margen, cuando te quería proteger. Así que no seas hipócrita al decirme que me querías proteger, cuando solo te protegías a ti mismo.

Stiles sale enojado de la casa Stilinski. Noah trata de alcanzar a su hijo, más este ahora es más rápido... o él más viejo.

Stiles subió a su auto, se deshizo de su arma y la guardó en la guantera. Le metió llave. Después salió del estacionamiento de la casa de su padre. Se dirigió por las calles de Beacon Hills. Tenía tiempo de no ir, por lo que le costó llegar a la reserva donde, a las orillas de esta, estaba la nueva casa de los Hale. Bueno, la de Derek y su hijo. Miró ahí el auto de Scott; seguro recogían las cosas para llevarse a Eli. Pero no permitiría tal cosa. Estaba feliz de que Scott tuviera de regreso a Allison —por más bizarro que eso fuera—. Además, que ella esté viva le quitaba un gran peso de los hombros.

Aparcó su auto justo detrás del de Scott. Luego escuchó gritos. Eran Scott y Peter.

—¡No, no te lo vas a llevar y punto! —Esta vez Stiles se detuvo de golpe al escuchar el ensordecedor grito de Malia—. Derek dijo que serías su manada, no su padre. Él no está aquí para llenar tus lugares vacíos. Derek no le dejó la custodia a nadie, y él aún tiene familia, la suficiente familia.

—¿Su familia? ¿Tú y el psicópata de tu padre? —Scott arremetió—. Él merece estar con alguien que le dé lo mejor.

—Podré carecer de sentimientos románticos hacia ti, Scott, pero te aseguro que aún tengo una parte de mí que es buena y sensible —le dio un golpe en el pecho—. Y mi padre podrá ser todo lo psicópata del mundo, pero él ha estado más presente en esta manada de lo que tú has estado todos estos quince años. Él, al que acabas de llamar así, es el mejor tío, padre, que he visto. Aunque me sienta tonta al decirlo, si le dices a alguien que dije eso, te mato. Ahora te puedes ir largando, que lo único que haces es quitarle las buenas vibras a este lindo lugar.

Stiles intentó ocultarse, aunque era demasiado tonto, ya que ¿cómo se escondería si su auto estaba justo detrás del de Scott?

Scott salió de la casa y lo miró. Nadie lo había visto aún, nadie sabía que vendría.

—Stiles —dice muy asombrado.

Stiles abre la puerta de su auto y toma un guante que a simple vista parece normal. Se lo pone y camina hacia Scott.

—¿Amigo, cuándo llegaste a…? —No le dio tiempo de terminar las palabras cuando el puño en el cual Stiles se colocó el guante le dio en la cara.

—¿Serás muy hijo de perra, no? —le dio otro puñetazo cuando Scott lo miró molesto. Su intención no era esta, pero al escuchar a Scott intentando sacar al hijo de Derek del pueblo donde ha crecido y en el cual seguramente le quiere guardar luto a su padre… No, no lo permitiría. Estaba completamente seguro de que Derek querría que su hijo estuviera aquí, con la manada, no en quién sabe dónde de Los Ángeles.

—¿Qué te pasa? —Scott dijo, quejándose del dolor.

—Sobre mi cadáver te llevas al chico, o te juro que te mando a besarle los pies a Derek al otro lado —levantó el puño y Scott levantó las manos en son de paz.

—Tranquilo, no me lo pienso llevar si no quiere. Malia lleva razón, no tengo la custodia —vio a Stiles distraído e intentó quitarle el guante, mas Stiles fue más inteligente y le dio con su pie en la rodilla, haciéndolo caer de rodillas, y después lo aventó a un lado.

—Que no se te olvide que ahora, además de inteligente, estoy entrenado por el FBI. Mi placa y mi arma reglamentaria lo confirman —caminó hacia la casa y le sonríe a Malia y a Peter, que miraban con burla a Scott.

Ahora solo le toca hablar con Eli. Lo más difícil de esto. Qué bueno que su arma estaba en la guantera; no sabía si Eli era como su padre y no le gustaban las armas. Eso lo haría más inestable.