Se removía entre las sábanas, su cama se le hacía completamente incómoda. Estaba despierto, sus ojos abiertos, pero una parte de su cerebro aún estaba dormida. Se sentía delirar, porque estaba viendo a su padre morir una y otra vez, pero también veía la habitación donde estaba. Las luces de la calle iluminaban parte de la habitación, y las veía con suma claridad.
—¡Recuerda quién eres!
Ahora, a su mente viene la imagen de su padre siendo llevado por los Onis. Quiere detenerlo, pero es tarde. Solo es un delirio. Quiere despertar, pero es imposible. Él conoce la parálisis del sueño, y eso no es nada parecido. Preferiría tener a miles de esas cosas feas que ya ha visto en las parálisis del sueño que ha tenido escasas veces, a que su mente esté delirando esas cosas. Son como recuerdos que no puede apartar así de fácil. Entonces empieza a gritar.
Grita a todo pulmón. Luego se empieza a enojar mucho, y sus garras y colmillos aparecen. Grita más fuerte, hasta que ya no son gritos, sino aullidos y gruñidos. Se siente mareado, las imágenes en su cabeza son peores cada vez, como si las estuviera viviendo de nuevo. Se baja de la cama y se sienta en el suelo, con sus piernas abrazadas y su cabeza enterrada en ellas. Solloza, pidiendo por su papá. Que quien sea que lo escuche, se lo devuelva. Lo único que promete es nunca jamás volver a tocar el Jeep.
Malia escucha todo detrás de la puerta, pero es tan cobarde como para verlo así. Su corazón se estruja en su pecho, y por más que desea ser más fuerte y ayudar a su familia, a ayudar a Eli, se siente paralizada. Pero Jordan, que se había ido a dormir con ella a la casa para acompañar a Eli mientras Peter busca a Stiles, él sí que entró y corrió a abrazar a Eli.
—Tranquilo, tranquilo —susurra. Entonces Eli reacciona, su mente ya ha vuelto a la normalidad y ya no ve a su padre. Ahora ve solo su habitación.
—Jordan, lo extraño mucho —se aferró fuerte a él.
—Shh, lo sé, lo sé. Lo siento tanto —lloró junto a él. Miró a Malia en las mismas mientras caía sentada. La culpa volvió a su cuerpo; sentía haber roto a esta familia otra vez.
—No lo sientas, ya te dije que no es tu culpa —Eli alzó la mirada para verlo directo a los ojos—. No es tu culpa. ¿Entiendes? —Jordan asintió, aunque en su interior seguía pensando que era su culpa. Y la culpa seguía pegada a su sistema cual pedazo de hierro a un imán. Pero su asentimiento hizo relajar a Eli, que se quedó dormido al poco tiempo entre sus brazos. Malia por fin se acercó y abrazó a Jordan hasta quedarse dormida también.
Jordan miró la hora en la mesita de noche de Eli: eran las 3:49 a.m. Con cuidado y con ayuda de su fuerza sobrenatural los llevó a ambos a la cama. Con cuidado de no despertarlos, los dejó ahí y salió de la habitación. Tenía que hacer algo por su cuenta para remediar su daño.
Miró a su alrededor al salir de la habitación. Por todos lados había fotos de Derek junto a Eli. Con miedo caminó y fue a la habitación de Derek. Estaba dispuesto a leer cada una de las copias de los libros de Deaton. Derek tenía copias de todos los libros que Deaton poseía. Tal vez, buscando, encontraría algo para traerlo de regreso.
Con cautela, se puso primero a analizar los posibles lugares donde los podría ocultar. De casualidad recordó algo:
—Tengo cosas importantes aquí, aparte de Eli, la razón de mi existir —había dicho antes de patear el piso.
Recordaba aquella charla cuando apenas estaban remodelando la casa. Derek le había pedido ayuda para mover algunas cosas, ya que eran delicadas y no podía arriesgarlas usando su fuerza sobrenatural.
Se aventó al piso y buscó alguna deformación, pero nada. Luego miró más allá. En el clóset había una alfombra en el piso. Prácticamente corrió hacia ahí y descubrió el piso. Bingo. Miró un pedazo de tela y lo jaló. Al hacerlo, se levantó una tabla que servía de puerta, y ahí, a solo 20 cm, estaban todas las copias. Casi se ríe al ver que Derek no perdía la costumbre, ya que ahí había como 200,000 dólares en billetes de 20 dólares.
Dejó el dinero de lado y recogió las copias. Rápido como el rayo cerró la pequeña caja secreta en el piso, colocó la alfombra en su lugar y salió de la casa rumbo a su auto.
Metió las copias de los libros en uno de los compartimentos con máxima seguridad que ocupaba la policía y colocó el compartimento debajo de su asiento.
Ya se iba cuando recordó que tenía el uniforme en la casa. No tenía pensado ir a la comisaría más tarde, pero tampoco podía volver a esa casa sin Derek, así que corrió y salió con el uniforme en mano.
—¿Alguna emergencia, oficial Parrish? —Peter le sonrió al ver el sobresalto del policía.
—Sí, algo así —intentó irse, mas Peter se le puso en frente.
—Por favor, Peter, este no es el momento —intentó caminar y esquivarlo, mas Peter lo tomó del brazo. Jordan puso su mano en el pecho de Peter con toda su fuerza y, cuando vio a esta arder en llamas, la apartó de inmediato.
—Lo lamento —logró escabullirse y subir a su auto, y condujo rumbo al Nemeton. Ahí nadie lo encontraría, no si el árbol no quería ser encontrado.
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Los amaneceres son una perra, más si sientes que no dormiste lo suficiente, y más cuando duermes con la prima de tu papá que es coyote.
Prima de su papá que es una coyote… MALDICIÓN.
Se levantó de un salto de la cama y miró a Malia caer al piso. Hizo una mueca de dolor al escucharla quejarse.
—Eli, te voy a matar —se colocó de pie. Eli solo sonrió antes de salir corriendo de su cuarto.
Editado: 10.07.2025