Resurrection

Capítulo trece

Cuando Jennifer y Stiles por fin se arriesgaron a entrar por la brecha, eran las 3:30 p.m. Jordan, como siempre, era quien estaba atento al reloj.

—¿Crees que encuentren algo? —preguntó Jordan a Alec, que en ese momento repartía comida a sus hijas, sentados junto al auto.

—No lo sé... pero hay que rezar para que sí. Jennifer lo pasaría muy mal si no encuentran nada. Y su amigo también —dijo mientras se sentaba a su lado. Arlee y Stephanie le sonrieron con ternura—. Stiles todavía tiene esperanza de traerlo de vuelta. Pero si eso no sucede… si tiene que aceptar que perdió al amor de su vida, a su alma gemela… eso es lo peor que le puede pasar a cualquier ser vivo.

—Sí… supongo. Hay cosas en este mundo que no quiero conocer, y una de esas es ese tipo de dolor —asintió Jordan con honestidad.

Mientras tanto, en el otro lado de la brecha, Jennifer y Stiles no aparecieron junto al Nemeton como esperaban. La entrada se había abierto en otro punto del plano, y tuvieron que buscar el árbol por su cuenta. Caminaban atentos, conversando mientras avanzaban.

—¿Dolerá mucho si no logro traer a Derek de regreso? —preguntó Stiles, sin estar seguro de querer escuchar la respuesta.

—Sí… y mucho, a decir verdad. Pero eso no pasará. Lo traeremos de vuelta, y estarán los dos juntos —le sonrió con sinceridad.

—A veces dices cosas que no entiendo del todo. Espero que después puedas explicarme con más claridad —respondió sin mirarla, atento a cualquier indicio del Nemeton.

—Lo veo —anunció Jennifer de pronto. Él giró la cabeza y la siguió con la mirada. Ella señalaba un claro más adelante. El lugar se asemejaba a un antiguo templo japonés, cubierto por una extraña energía.

—Wow… al parecer sí que extrañaba su hogar —murmuró Stiles, fascinado.

Jennifer observaba todo con curiosidad. El lugar era totalmente desconocido para ella. Pero no para Stiles. Él había estado conectado con el Nogitsune. Este lugar… se sentía como su vieja casa. Conocía cada rincón, cada sombra.

—¿Su hogar? —preguntó Jennifer.

—Sí. Recuerda que él estuvo en mi mente… pero yo también pude indagar en la suya —dijo mientras avanzaba hacia el Nemeton. Se detuvo al ver marcas en el suelo. Cuerdas rotas, huellas, y rastros de pelea—. Ahí fue donde Derek y Eli estuvieron amarrados…

—¿El demonio dejó que vieras su mente? —preguntó ella, confundida.

—Sí… aunque creo que lo hizo para asustarme. Me mostró mil formas de acabar con la manada, con el pueblo… y las cosas horribles que pensaba hacerle a Derek. Me esforcé por no dejarme afectar. Si descubría mi punto débil… lo aprovecharía. Después de mi padre, Derek es mi mayor debilidad —confesó, bajando la voz.

Jennifer examinaba el terreno. Vio huellas, marcas de garras, destrozos en la tierra. Todo hablaba de una batalla brutal.

—Al parecer sí lucharon… —dijo mientras recogía un casquillo del suelo—. Argent… como siempre —lo lanzó lejos.

—¿Balas de plata, supongo? —Stiles la observó de reojo, antes de detenerse frente al tronco del Nemeton—. Allison descubrió que los Onis podían morir con eso.

—Sí. Supongo que la niña era una genio —dijo Jennifer con una sonrisa fingida. Stiles se la devolvió.

—Mira… —señaló las cenizas sobre el árbol—. Son cenizas. Están frescas…

Con cuidado, las acarició con los dedos. Un leve resplandor rojo iluminó su piel.

—Sí… definitivamente son cenizas. ¡Y estas están rojas! —dijo con los ojos brillando de emoción.

Jennifer sonrió con él. Pero pronto notaron algo más: entre las cenizas rojas había otras más oscuras. Confusas. Mezcladas.

—Unas deben ser de Derek… y las otras del Nogitsune —murmuró Stiles, concentrado en distinguirlas.

—Las que tocaste se volvieron rojas —dijo Jennifer—. Supongo que esas son de Derek. Usa la energía de tu chispa para separarlas. Intenta que una de ellas se vuelva parte de ti. La chispa sabrá cuál es la correcta. Reconocerá a Derek mejor que tú —le explicó con serenidad.

Stiles asintió y cerró los ojos, enfocando su energía. Poco a poco, las cenizas oscuras cayeron al suelo, inertes. Las rojas, en cambio, empezaron a brillar y a girar a su alrededor. Lo envolvieron por completo, hasta que Jennifer no pudo verlo. Solo pasaron unos segundos… y las cenizas se disiparon por completo.

Jennifer retrocedió un paso. Su corazón latía con fuerza. Luego sus ojos se llenaron de emoción al ver que, colgando del cuello de Stiles, brillaba un collar rojo.

—Stiles… lo lograste —susurró. Corrió a abrazarlo con fuerza.

Stiles tenía lágrimas en los ojos, abrumado por la emoción.

—¿Qué pasó? —preguntó, mirando a su alrededor, confundido al no ver más cenizas.

—¿No lo sientes? —Jennifer tocó el collar, y Stiles llevó su mano ahí, sintiendo el roce.

—¿Qué es esto?

—Es el Troglodytarum animabus nostris —pronunció con solemnidad—. Básicamente, un hilo rojo. Une tu alma con la de Derek.

Stiles la miró con asombro, preguntando con la mirada si eso era posible. Ella asintió con una sonrisa.

—Yo hice uno para Derek hace tiempo. Pero él no sabía que esa energía provenía de ti. Dejaste partes de tu chispa en casa de tu padre… y en la de Scott.

—Esto es una locura… —dijo, sonriendo como niño en Navidad—. ¿Es normal querer gritar de emoción?

—Supongo. A Derek le dio por aullar. Más aún cuando tuvo un bebé que presentarle a su hilo rojo…

Stiles asintió. Por un momento, la alegría fue opacada por tristeza. No era él quien tuvo ese hijo.

—Bueno… vámonos —dijo rápidamente, intentando que Jennifer no notara su cambio de ánimo—. Aquí no parece avanzar el tiempo, pero seguro allá ya pasaron horas.

—Sí. Vámonos —respondió ella.

Justo cuando emprendían el regreso, una ráfaga de aire casi derriba a Stiles. Las cenizas negras volaron hacia él. Pero Jennifer fue más rápida: con su energía las detuvo. Antes de que pudieran atacar de nuevo, lanzó unos frascos desde su bolso. Las cenizas se convirtieron en humo… y luego desaparecieron sin dejar rastro.



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En el texto hay: sterek, teenwolf, teenwolf stiles

Editado: 10.07.2025

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