Llegó Liam, junto a él, Hikari con su hermosa katana en la espalda.
—Huele a sangre… tu sangre —dijo Liam, señalando a Stiles.
—No es nada, ya me he curado solo. Al parecer también tengo la habilidad de curarme como ustedes —sonrió, y Liam le devolvió la sonrisa.
—He escuchado el aullido de Derek. ¿Qué pasó? —Hikari se acercó a ellos.
—La verdad no lo sé —respondió Stiles. Él no lo sabía, pero su padre y los demás sí... o eso creían.
—¿Él te hirió? —preguntó, señalando al tipo que seguía tirado en el suelo.
—Sí, ese maldito. Es un cazador —respondió, mirando al sujeto con asco.
—Pues está muerto. ¿Qué le hicieron? —Hikari desenvainó su katana y con ella movió la cabeza del cazador, de la cual empezaron a brotar chorros de sangre. Estaba en eso cuando las sirenas de las ambulancias se hicieron escuchar.
Todos se tensaron. Sabían que esto podía ser una trampa de los mimetistas infiltrados en la comisaría. Tenían que salir ya. Pero si se iban, también corrían un grave peligro. Decidieron esperar a que llegara el resto de la manada.
La sensación que Stiles había sentido antes de salir del hotel ahora era más fuerte. Su energía estaba inquieta. Quería que Derek estuviera ahí ya.
—¿Alguien tiene un teléfono? —preguntó, necesitaba llamarle a Eli y saber que estaba bien.
Todos revisaron sus bolsillos. Nadie. Y era obvio. La mayoría ni siquiera había tenido tiempo de instalarse bien en esta nueva vida. Mucho menos habían comprado un teléfono.
Era una completa pesadilla.
Las ambulancias llegaron. Carajo. Stiles se ocultó para que no vieran la sangre en su camisa.
Erica y Boyd dijeron que el tipo “se cayó”, pero incluso con la policía presente, no habían hecho nada. “Unos incompetentes”, dijeron. A lo que los paramédicos respondieron que eso ya lo sabían.
Apenas se fueron los paramédicos, llegaron Peter, Jennifer y Jackson.
Aiden estaba confundido. ¿Dónde estaba Lydia? Miró a Stiles con cierta molestia: él ni siquiera preguntó por ella cuando vio bajar a los tres. Parecía más preocupado por sus cosas.
—¿Dónde está Lydia? —preguntó finalmente, cuando Stiles ya estaba en su camioneta y Jennifer a su lado.
—Está dormida en la camioneta. Tenía mucho sueño —respondió ella. Pero él supo de inmediato que mentía.
—¿Qué le has hecho? —se acercó peligrosamente a ella.
—Nada. No le hice nada, cálmate —Peter lo contuvo, tomándolo del brazo para alejarlo de Jennifer.
—¿Entonces por qué mintió al decir que estaba dormida? —insistió Aiden, molesto. Había olvidado que estaban siendo vigilados por los mimetistas.
—Pues porque puede estar engañándote y haciéndote pensar que la zanahoria está hechizada —dijo Peter con ironía.
Aún sin creerles una palabra, Aiden se fue a la camioneta y subió junto a Lydia.
—¿La vas a despertar ya? —preguntó Peter, mirando hacia la camioneta.
—No. Nos puede servir para algo después —respondió Jennifer, no muy segura.
—Mejor hazlo ahora. Después le pasa algo y te echan la culpa a ti —la convenció Peter.
—Bueno, en eso tienes razón. No quiero ser juzgada por culpa de una banshee... y menos por Lydia —con un movimiento de manos, deshizo la presión de su energía. Lydia despertó, algo confundida.
Justo al despertar Lydia, llegó alguien indeseado para Jennifer y Peter. Nada más verlo, ambos se miraron, y sin decir una palabra, se entendieron: no les agradaba Scott.
Pero esta podría ser su oportunidad. Dos pájaros de un solo tiro. Podrían tener a Scott fuera del camino, Peter obtener el poder para su familia, y Jennifer acabar con la amenaza para la suya: los mimetistas.
Scott llegó. Inmediatamente todo cambió.
Los mimetistas dentro de la comisaría empezaron a salir y se formó un gran círculo alrededor de ellos. Y justo en ese instante, la cereza del pastel: Derek e Isaac bajaron del Camaro.
Stiles corrió hacia ellos rápidamente, para tenerlos cubiertos con su energía en caso de ataque. Tenía que proteger a su Alfa y al padre de su bebé.
—¿Qué está pasando? —preguntó Derek, al llegar junto a Stiles.
—Justo lo que me temía —dijo Stiles, observando cómo los mimetistas cerraban el círculo alrededor de ellos. No quería imaginar qué habría pasado si se hubieran ido y Derek y Scott se quedaban ahí solos.
Stiles miró a Jennifer, que se le acercó con Peter pegado a ella como una garrapata.
—¿Qué vamos a hacer? Son demasiados —preguntó Stiles. Empezaba a pensar que separarse había sido una mala idea. Si hubieran estado juntos, tal vez habría ideado un mejor plan.
—Nuestra energía servirá, solo que todos tienen que participar esta vez. Sin querer queriendo, estás en su manada. Por eso tu energía es lo que es. Tú también estás en ella ahora. Tu energía está aumentando —Jennifer tomó su mano—. Solo queda que nos guíes. Tú y el Alfa —miró a Derek, lo cual confundió a Scott. Él era el Alfa… ¿no?
—Yo soy el Alfa. ¿Qué tengo que hacer? —preguntó, ignorando el detalle de que Jennifer miró a Derek.
—Lo siento, pero no eres mi Alfa ni el de Stiles. Y hay muy pocas personas aquí que te toleran como tal en este momento —Jennifer miró alrededor, buscando a Allison, la única que estaría del lado de Scott. Pero no estaba. Ella no estaba con él.
—Ellos son mi manada. Los tengo a ellos —dijo, señalando a los demás.
Solo en ese momento se dio cuenta de la presencia de Erica, Boyd, Aiden, Isaac. Miró a Derek con una mezcla de duda y reproche, como si tuviera derecho a exigirle explicaciones.
—Un Alfa ausente no es un verdadero Alfa, Scott —Liam alzó la voz, sin miedo a las consecuencias. Hikari y Jordan se colocaron a su lado, apoyándolo. El Sheriff también se unió, aunque rara vez se involucraba en asuntos de manada.
Scott se sintió fuera de lugar. Como si esa manada le fuera ajena. Solo ahora notaba todo lo que había cambiado en su ausencia. Solo ahora veía que no había compartido un solo momento real con ninguno de ellos desde su regreso. Todos parecían más molestos que otra cosa, sobre todo después de la muerte de Derek.
Editado: 10.07.2025