Los años pasan rápido, y las cosas cambian día tras día. Los problemas llegan, sí, pero se resuelven en manada, todos juntos, como debe ser.
Derek hizo algo que cambió todo. Muchos ya pensaban irse nuevamente a seguir con sus vidas, pero él no quería eso. Ya los había tenido lejos por demasiado tiempo.
Así que, mientras todos preparaban su regreso a Beacon Hills por orden del Alfa, Derek construyó un pequeño condominio de once viviendas en la reserva. Solo para la manada.
Allí vivían cómodamente:
Isaac, con su esposa Caroline y su hijo Anthony.
Jackson y Ethan, con su hija Brigitte, y muy pronto con la pequeña Margoth de dos meses.
Aiden y su prometida Darcie, que llevaba en su vientre a la pequeña Brianna.
Liam y su ahora esposa Hikari, con sus mellizas Akira y Thea.
Boyd y Erica, que esperaban a las gemelas Ariel y Camille.
Peter y Chris, que se dieron cuenta de que no querían a Melissa, sino que se querían el uno al otro.
Jordan, con su hijo adoptivo Theon, que era su adoración, su sol.
Jennifer y Alec, con sus hijas Arlee, Stephanie y el pequeño Josué, de dos años, dueño de los pucheros más lindos.
Malia, que vivía sola y feliz, sin compromiso alguno.
Scott, que como Malia también estaba solo… pero él sí sufría, aún enamorado y luchando por mantener la razón.
Y al final, Derek y Stiles, que se habían casado y registrado a Eli como un Stilinski más.
Ellos vivían en la casa grande, o como decía la manada: la casa Alfa, porque ahí vivía el Alfa… con su familia.
Ese miércoles 26 de enero de 2028 era un día especial. Inauguraban oficialmente la reserva "First Pack", que abría sus puertas al público.
La manada había decidido invertir en los negocios de Derek y Chris, y juntos tuvieron la grandiosa idea de construir cabañas en la reserva de Beacon Hills, para ofrecer un lugar tranquilo y seguro para vacacionar.
Gracias a la popularidad de Derek y Chris, múltiples empresas constructoras aceptaron participar. En cuatro años levantaron más de trescientas cabañas. Una cifra jamás vista en esa zona.
—¿Dónde están Derek y Stiles? —preguntó Jennifer, que estaba a cargo del evento.
Nadie supo responder, así que todas las miradas se dirigieron a Eli.
—¿Qué? ¿Yo qué voy a saber? —resopló el chico, que estaba en su primer año de universidad. Como ese día tenía libre, aprovecharía para asistir a la gran inauguración.
Ya todos se imaginaban lo que los pícaros Alfa y su esposo estaban haciendo. Por suerte, aún quedaba una hora para el inicio del evento.
En ese momento llegó la policía, acompañando a Melissa, mientras Jordan y el Sheriff se encargaban de organizar la seguridad privada que Derek había contratado.
...
En la casa Hale-Stilinski, se escuchaban los gemidos de dos hombres que celebraban el amor… del bueno.
—Sí, Stiles, no pares, por favor —rogaba Derek, mientras su cuerpo temblaba de placer.
Stiles se movía con un vaivén suave, profundo, entregándose y entregándole todo. Sus brazos a cada lado del cuerpo de su pareja, sus ojos fijos en él, queriendo memorizar cada expresión.
—Claro que no voy a parar. Hoy es un día para celebrar —respondió entre jadeos, mientras lo besaba—. Hoy celebramos el doble… o el triple.
Siguió regalándole caricias, besos, palabras dulces y un amor tan profundo como el lazo que los unía.
—Te amo, Derek Hale —susurró entre besos.
—Y yo a ti, Stiles Stilinski —respondió Derek, entre gemidos—. Gracias por hacerme inmensamente feliz.
—Gracias a ti, por esperarme. Por hacerme el hombre más afortunado —decía Stiles, besando sus hombros, su cuello, acariciando cada parte de su cuerpo.
El sonido de sus cuerpos, sus caricias, sus respiraciones y gemidos era una sinfonía perfecta. Una melodía que ningún artista en el mundo podría replicar.
Todo culminó cuando ambos alcanzaron el éxtasis, juntos, en un coro perfecto.
...
Media hora después, ambos llegaron con la manada. Duchados, peinados y sonrientes.
Justo a tiempo. Jennifer ya estaba a punto de iniciar sin ellos.
Muchos vecinos del pueblo estaban presentes. Era el primer evento histórico no sobrenatural en la zona, y todos estaban felices.
Todo comenzó en la casa a las orillas de la reserva. Una casa llena de historia, tanto del lugar como de las familias que lo habitaron. Allí también se encontraba la oficina principal, donde los turistas podían alquilar cabañas o reservar las galeras para fiestas.
Pero este proyecto no solo era una oportunidad para la manada. También lo era para muchas personas que habían estado desempleadas y ahora tenían un trabajo estable y digno.
—Uno… dos… ¡tres! —gritaron todos con emoción mientras cortaban el listón rojo con las tijeras gigantes.
Las puertas de First Pack se abrieron oficialmente.
La gente entró con alegría, y los empleados los guiaron hacia una pequeña celebración con música, comida y baile.
—Les tengo una sorpresa —anunció Derek de pronto. Toda la manada lo miró expectante.
—¿Qué sorpresa? —preguntó Stiles con una sonrisa divertida.
—Bueno… estoy embarazado otra vez —dijo Derek, sonriendo ampliamente.
Stiles lo miró sin poder creerlo.
—Derek… —dijo con preocupación. Apenas media hora antes habían hecho el amor, y esperaba no haberle hecho daño a su bebé.
—Estoy bien, en serio. Fuiste gentil —respondió con ternura.
—Bueno… eso espero —Stiles sonrió, algo apenado.
La manada los abrazó uno por uno, entre felicitaciones y alegría. Solo Aiden no se sorprendió: él ya lo sabía.
A pesar de todo, Stiles y Melissa se sentían un poco tristes. Scott no estaba con ellos ese día. El tonto se había ido a Brasil con Cora, la hermana de Derek, buscando “un cambio de aires”.
Cora todavía no sabía que Derek había muerto… y regresado. Nadie se atrevía a contárselo. Ni siquiera Scott, que si lo hacía… sería hombre muerto.
Editado: 10.07.2025