¿A quién puede impresionar que en mil granos
de arena quepan tan pocos latidos?
¿Quién osa contemplar la infinitud de caminos
trazados, sin temer a las paradojas del libre albedrío?
Qué mejor argumento que lo absurdo,
qué peor sedimento que lo fatal,
¿quién tiene la macabra suerte de andar con un verdugo,
y entregarle el yugo por mostrársele leal?
Ah...la maravillosa vida.
¿Quién nos cambia los hilos de Shakespeare
por los infortunios de un Werther?
¿O las noches en vilo por verte,
o el vino por la corriente
que arrastra una rosa dormida?