Año 1999
Su nuevo encuentro ocurrió mientras Guillermo era un funcionario de la policía de inteligencia militar, un detective, dirigía además un grupo de hombres que protegían a un personaje de la política, con treinta y dos años de edad físicamente era como en aquel entonces cuando vivió siendo gladiador; convivía con una mujer desde que tenía veintiséis años, mantenía el buen carácter y temperamento; un hombre mujeriego por naturaleza, decidió vivir con esta mujer por el sentimiento de culpa que le embargada debido a que la sedujo mientras ella tenía un novio quien los encontró en medio de una escena íntima y posterior a eso escribió una carta y acabo con su propia vida; no era una mujer hermosa de rostro pero tenía buen cuerpo y estaba enamorada de él, lo perdonaba sin cesar y le complacía en el hogar.
Una noche supervisando al personal invito a algunos compañeros a comer a un restaurante de comida italiana relativamente económico, allí observó a una mesera que de inmediato le hizo saltar el corazón al verla caminar, ella no le prestaba atención, estaba abollada de tanto trabajo, iba y venía con sus jean ajustados, su camisa manga larga blanca, su pajarita, su delantal rojo y como último accesorio una gorrita muy tierna color blanco, bordada con la imagen que identificaba al restaurante.
Esperó que se hiciera la hora del cierre buscando llamar su atención sin lograr nada, no tuvo más remedio que irse, aquella chica le resultaba conocida e interesante; tomo la decisión de frecuentar el lugar en horas nocturnas hasta lograr dar con la oportunidad de conocerla; una noche de luna llena muy agotado por el trabajo y una discusión en el hogar se pegó una borrachera justo en el área donde le tocaba a la chica el servicio; ella pasando penas ajenas se acercó a la mesa y decidió tener una charla con el señor ebrio:
- ¡Buenas noches caballero!
- ¡Nas noches señorita!
- Estamos por cerrar ¿le gustaría que le trajese la cuenta? – preguntó amablemente-
- Yo sé que está no es la hora de cerrar ¿quieres que me vaya, porque estoy alzando la voz y me estoy riendo fuerte con mis compañeros? en este lugar donde no ponen música buena y sobran quienes se crean de la realeza -decía alargando las palabras y señalando su alrededor con el dedo índice-
- No señor, no es así -replicó bajando la mirada – yo solo recibo órdenes.
- Ve y dile a tu jefe que yo estoy pagando un servicio y que estoy en mi derecho de expresarme y de irme cuando yo quiera – la miró a los ojos y descubrió que la chica estaba realmente avergonzada –
Antes de que la chica le diera la espalda la detuvo con una palabra y con la voz muy suave le confesó:
- Espera… Hoy estoy borracho, pero más borracho está mi corazón de amor, cada noche vengo, sin tener ninguna razón, sin tener hambre, sin tener ni siquiera la necesidad de pasar por aquí tan solo por verte a ti, no encuentro la forma de acercarme y precisamente hoy que mi vida es un desastre por fin te atreves a hablarme, ahora tal vez no quieras volver a verme de nuevo, solo quiero conocerte.
Ella se quedó estupefacta, realmente no se había fijado en aquel hombre, no tenía tiempo de nada, solo de trabajar, en el restaurante cinco días y los otros dos en una agencia de festejos, sin embargo, aquellos ojos grandes y brillantes que vio por primera vez no le eran ajenos, al verlo sonreír ella también sonrió.
- Esta bien, mi nombre es Elizabeth, ahora no podemos conversar, te daré el número del mi busca personas y nos comunicamos luego, por ahora le pido por favor que vaya a casa, porque puede causarme problemas.
- Bueno… si me lo pones así, así lo haré, espero que no me estés engañando, me sentiría muy decepcionado si me mientes, voy a escribirte pronto. Por favor trae la cuenta que me retiro.
Elizabeth trajo la cuenta lo más pronto que pudo y vio marchar a aquel hombre ordinario y loco al que le dio su contacto sin pensarlo mucho. Mañana sería otro día.
Pasaron varias semanas y no tuvo noticia de aquel hombre, sintió un gran alivio ya que realmente no estaba interesada en conocerlo, una noche le contó a sus hermanas el evento para burlarse de la situación y entretenerse a costillas de aquella experiencia, al acostarse a dormir Elizabeth recordó la forma en que Guillermo la miraba, la belleza que había en su sonrisa, se preguntó de pronto ¿qué sería de él? Hizo sus oraciones, a la mañana siguiente los pensamientos se habían esfumado por completo, llegó a su trabajo organizar las mesas, los manteles, los cubiertos, la publicidad, y todo lo que le correspondía organizar en el restaurante a esa hora, era ya mediodía cuando el beeper sonó, para su gran sorpresa se encontró con un mensaje “el pensar en ti me está volviendo loco, tú me tienes loco” se rió sola, trabajaba con la cara risueña y cada vez que podía releía el mensaje, no paraba de sonreír, sus compañeros lo notaron y se dejaron llevar por la dulce risa que Elizabeth de pronto dejaba escapar, había una energía diferente que fluía de ella y hacia el entorno más agradable.
Cada tres días recibía mensajes románticos, a la misma hora, las diez de la mañana, algunas veces los recibía a las siete de la noche, algunos eran solo frases como “te pienso” , “espero que estés bien”, “un beso”, “pienso en esa boca que me vuelve loco” cosas por el estilo, una noche de junio se apareció en su trabajo de nuevo, vestido de traje y corbata, venía de una reunión, la miró, sonrió y pidió una cerveza, le preguntó si la podía esperar y ella respondió que sí. Su jefe que había visto la escena la llamó aparte y le dijo:
- Te conozco, sé que eres una chica buena, me da la impresión de que ese hombre ahí afuera no te conviene, parece un hombre casado, las muchachas decentes no deben unirse a esa clase de persona, porque después toda la bondad que habita en ellas desaparece.
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Editado: 08.02.2025