5 años después…
Guillermo seguía de aventura en aventura, buscando los besos de su amada en otros labios, no importaba cuan bellas e interesantes eran las féminas con las que mantenía una relación fugaz, una vez pasada la novedad se aburría de ellas, extrañaba al ciclón que se había ido, luchó en vano contra sus sentimientos <<¡NO SIENTO NADA, NO ME IMPORTA NADA>> pensaba continuamente buscando convencerse, las luciérnagas llegaban a él algunas noches y por más extraño que parezca, eso lo hacía recordarla, añorarla, desearla <<eso eres tú, una luz en mi oscuridad Elizabeth… mi Elizabeth>> desde el móvil de su amigo le marcó varias veces y al no obtener respuesta dejó un mensaje de voz “fuiste mía, eres mía y siempre lo serás” no quería caer en la obsesión, el estaba consiente de que no era bueno para su salud mental, sus sentimientos eran más fuertes, ella era dueña de él, de su alma.
Todos a quienes hemos conocido en vida y con quienes creamos un lazo profundo bien sea de amor o de odio sincero están destinados a encontrarse aún después de la muerte una y otra vez.
Elizabeth por su parte pasó página, atesoraba los recuerdos y sus sentimientos los guardó en un baúl, había entregado todo y más de lo que aquel hombre merecía, tanto que quedó debiéndose a sí misma, no hacía falta llover sobre mojado. Ya estaba graduada y por fin conoció a un hombre con quién rehacer su vida; su debilidad por los hombres altos y fuertes la flecho de Eduardo, un señor quince años mayor que ella, tan guapo como en su época fue Zenón, un hombre gentil y amable dispuesto a hacerla feliz, un hombre que no perdía oportunidad de demostrarle su amor, uno que sabía de lectura, de arte, que la animaba en cada idea que se le ocurría y le colaboraba en sus metas, llevarla al trabajo, ayudarla a construir su taller de arte, protegerla y cuidarla en sus momentos difíciles, tal como ella merecía. Quien la amara como ella amaba.
Se casaron, vivían juntos frente a la playa, los fines de semana iban de paseo en su Jeep a la montaña, al fin vivía un amor posible. Aquella historia solo volvía en días puntuales sin hacer mella o eso creía ella.
Eduardo tuvo que viajar por diligencias de negocios y Elizabeth quedo sola en casa, luego de darle las buenas noches a su amor Morfeo la acogió en sus brazos con ternura. En la calidez de la oscuridad dormía profundamente; sin razón aparente a la una de la madrugada abrió los ojos espontáneamente, su intuición la alertó, se levantó sigilosa y reviso la casa, las cerraduras, las llaves del gas, atenta a los sonidos; todo estaba bajo control. Volvió a la cama, lo único que no hizo fue revisar el móvil, estaba apagado dentro de su bolsa. A las dos y media un sueño la volvió a despertar, llorando, con ganas de vomitar, fue al baño y se provocó el vómito, sudaba a pesar de que tenía el aire acondicionado encendido, comenzó a sentirse peor, escalofríos, dolor en la boca del estomago, mareos, palpitaciones. Decía en voz alta:
- ¡Tranquilo guille, aguanta, más tarde te llamo, te lo prometo! y seguía llorando sin razón -balbuceando-
Sola como estaba continuaba:
- Estoy sola aquí, no cuento con nadie ¡Dios mío! ¿Será que llamo a emergencias? me siento muy mal ¿será que pido ayuda a algún vecino?
Fue recobrando la calma paulatinamente, en la medida que se serenaba recordaba el sueño, en el iba de camino hacia un teatro, al pasar frente a una tienda popular, un empleado salió gritando con voz ronca “¡OFERTA, OFERTA ES LA HORA DEL 50%” y las personas que transitaba entraban como locas a comprar. Vendían de todo, Juguetes de los antiguos, un monito con un tambor que al presionar un botón le iba dando con las baquetas que tenía en las manos y dejaba escapar una melodía infantil muy linda, también tambores solos, globos de colores, flores artificiales, una tela de flores que tenía un lado metalizado y esa le gustó, cuando estaba hablando con el vendedor para comprarlo sonó su celular, cuando lo sacó de la mochila no tenía forro, no sabía si era ese u otro y no lo distinguía bien, solo vio que la llamada estaba identificada con una “R” sola en la pantalla y atendió…. Había mucho ruido y a pesar de todo reconoció su voz… era Guillermo.
- ¿Sabes quién es?
- ¡Claro, eres mi Guille! -respondió algo extrañada-
Distraída cayó en el hueco de una alcantarilla pequeña, tropezó con una cabilla que salía del piso en una esquina de la misma, se lastimó una rodilla, ahogó un grito de dolor, no le dijo nada, se levanto como pudo y siguió conversando, se puso a dar vueltas mientras la despachaban porque ningún vendedor sabía el precio de la tela. Dando la vuelta observó una escena insólita, una mujer mayor estaba haciendo que una nena probablemente su nieta orinara sobre unas vasijas de barro, reparo entonces en que estaba soñando y le causo cierta intriga aquello ¿Qué podría significar? Tal vez describir un pequeño secreto, soñar con personas desnudas puede significar el descubrimiento de algo… volvió a tropezar con el mismo obstáculo, volvió a meter el pie en la porquería esa y se volvió a caer.
- ¡CARACOLES!
Antes de eso había tomado el celular de otra señora y estaba confundida sin saber si era el de ella, después noto que tenía su movil en la otra mano ¡una locura total! Fue para donde los tontos que la estaban atendiendo y le dijeron que la tela estaba en treinta y ocho centavos pero que se la iban a dejar en diez, después no sabía dónde estaba la tela, en ese instante se fijó con atención en la pantalla y no entendía porque tenía el número de Rubén grabado, a pesar de que era el mejor amigo de Guillermo lo detestaba por todas las veces que los intento separar. Guillermo le dijo que llamo desde allí para que le respondiera.
- ¿Que te pasa? -Preguntó Elizabeth-
- Estoy triste, estoy enfermo y solo -respondió abrumado, con la voz queda-
De inmediato Elizabeth despertó, buscó en su bolso, encendió el aparato, revisó a ver si tenía mensajes de WhatsApp de alguien, pensó en los amigos que tenían en común, pero no podía escribir a esas hora para preguntar por Guillermo, pensó en él <<ojalá me escribiera>> recordó que lo había bloqueado para evitar situaciones incómodas con Eduardo, decidió revisar los mensajes de texto archivados y sus ojos se abrieron como dos platos por la sorpresa de ver un mensaje de texto recibido a la una de la madrugada “Elizabeth siempre en mi mente”. Estaba anonadada, tenían una conexión muy fuerte, aún después de tantos años separados.
#294 en Paranormal
#111 en Mística
#3217 en Otros
#890 en Relatos cortos
encuentros inesperados, sueños realistas, amor desilusion encuentros inesperados
Editado: 08.02.2025