Retazos De Recuerdos

PLUMAS DEBAJO DE LA ALMOHADA - 1

"Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará".
Juan 11:22

4 años antes …

Paseando las redes sociales, leyó un post nada relevante de un hombre con una mirada inquisitiva, una mirada tan poderosa que a pesar de ser una simple fotografía pudo notarlo, aquel hombre no era de un físico extraordinario, nada que lo hiciera destacar de entre otros hombres.

Excepto, por esa mirada.

No tardo si no un par de segundos ese descubrimiento y siguió deslizando la pantalla; leyendo comentarios de la farándula, de ciencias y de deportes, a los que quizás le provocaba comentar sin hacerlo, así siguió hasta que se aburrió y se levantó a realizar los oficios del hogar.

Vivía con un hermano menor que mandaba mas que un dinamo, le decía que hacer y como hacerlo, otro hermano un par de años mayor que ese que pasaba más tiempo en casa de los amigos que conviviendo con ellos; todos hacían lo que podían para seguir juntos, estaban solos en esa ciudad, sus padres se divorciaron y en medio de la disputa ellos decidieron mantenerse juntos, los chicos se emanciparon y se fueron con su hermana mayor a probar nuevos horizontes.

Al principio como para la mayoría de los seres humanos fue difícil adaptarse a las costumbres de una cuidad diferente, al clima, la cultura y todo lo demás. Sobre todo para ella que había dejado atrás a un novio que amaba y que la amaba a ella con la misma fuerza, aunque no la suficiente para irse a su lado y ayudarla a salir adelante con sus hermanos.
Venían de una ciudad donde las actividades comerciales y educativas comenzaban a las siete de la mañana, aquí parecía que todo se ralentizaba, la acción comenzaba a las nueve de la mañana y ya a las cinco de la tarde todo mermaba, de donde ellos venían hasta la media noche había movimiento.

La chica lloraba cuando estaba a solas, enjugando las lágrimas en las almohadas, gritaba juramentos contra sus padres que fueron tan egoístas todo este tiempo. Únicamente pensando en ellos y sus necesidades personales sin pensar en sus hijos.

Vivían en un espacio pequeño pero cómodo, sin lujos, no tenían aire acondicionado pero las noches eran frescas debido a la brisa fría del mar que a diario era arrastrada por el aire hasta ellos; el lugar no les pertenecía, era un apartamento tipo estudio de una compañera de la universidad a quien sus familiares le compraron un apartamento y por solidaridad le ofreció el lugar que dejaba a Diana y sus hermanos.

“Todo es demasiado bueno para ser verdad” había dicho el hombre que hizo la mudanza, ella apretó los puños apenas lo escuchó hablar, frunció los labios y quiso decirle un par de palabrotas a ese viejo entrometido <<¿Por qué debería ser malo?>> Su excompañera que también era muy buena amiga actuaba desde el corazón, sin ningún interés; le ofreció además un empleo en la cantina del gimnasio donde trabaja y de ese modo también Diana le prestaría apoyo pagándole el favor. Era un buen trato.

Transcurrieron ocho meses, sus hermanos se estaban adaptando bien al colegio, sus antiguos amigos desde la ciudad le colaboran de tanto en tanto con algún dinero para gastos ya que no recibía salario alguno, pues de algún modo tenía que “ganarse” el plato de comida según le explico su amiga, en las horas libres que eran unas pocas a la semana debía atender el apartamento de la “amiga”, lavar, limpiar, recoger y si existía la necesidad de hacer alguna diligencia que no requería la presencia obligatoria de aquella chica ella la debía hacer en su lugar.

Adaptarse los primeros tiempos a un nuevo sitio y también asumir responsabilidades que no eran de su competencia comenzó a agotarla, el cabello perdía su brillo natural, las uñas de los pies y de las manos se tornaban amarillentas, no dormía bien, despertaba a las tres de la mañana y le costaba volver a dormir a causa del estrés.

Si sus hermanos preguntaban si las cosas estaban mal ella respondía que no y sonreía, eran chicos independientes, sus responsabilidades escolares las resolvían solos, muy poco pedían ayuda, sabían cocinar, lavar y también le guardaban de comer para que ella no cocinara al regresar del trabajo. Aunque no pagará arriendo debía pagar los servicios y los útiles escolares de los chicos. No contaba con dinero si no con la ayuda que recibía de sus antiguos amigos y de su exnovio y eso, no duraría mucho tiempo.

🍃🍂

Conoció a Patricia una tarde despachando agua en la cantina, la enorme pelirroja le sonrió y ese gesto abrió paso a una linda amistad, primero compartiendo impresiones de las chucherías que habían en la cantina y luego una tarde aquella pecosa la invitó al cine. ¡Por fin un día diferente, un día de descanso y diversión!; no había terminado de llegar al cine cuando su “amiga” la llamo por celular para preguntarle a qué horas regresaba, recordándole que había que hacer unos pendientes en la casa y reprochándole que no le había dejado el almuerzo preparado mientras dormía.

- Estabas muy contenta y ahora no entiendo a qué se debe esa cara larga – señaló Patricia desconcertada-
- La verdad es un tema bastante complicado.
- ¡Habla mujer! Las penas compartidas pesan menos.
- No la estoy pasando bien -comenzó a explicar Diana con la mirada fija en el suelo mientras las manos le sudaban – creo que hice mal en venir con mis hermanos hasta aquí.
- ¿Por qué? – y puso una mano sobre su hombro-
Este simple gesto desencadenó un hondo suspiro que luego se convirtió en lágrimas.
- Verás, yo estoy aquí en casa de una amiga de la universidad a quien en sus momentos de sufrimiento le acompañe y floreció nuestra amistad, nos separamos un tiempo por causas ajenas a nuestra voluntad y ahora que yo necesito ayuda ella me la ofreció pero me está costando caro.
Patricia la escuchaba atenta, sin interrumpirla. Y ella algunas veces llorando y otras calmada continuaba…
- Es entrenadora personal en un gimnasio y además es promotora de licores, sus amistades de ahora son plásticas y se ha dejado influenciar, convirtiéndose en una persona superficial y ahora pretende tratarme cómo a una empleada del hogar y si acaso me quejo suele decir “tienes que ganarte el plato de comida que se comen” no pensé que las cosas fuesen así, de hecho, cuando me ofreció la oportunidad de tener un lugar a donde llegar le pregunté “¿A cuenta de qué?” y supo decirme que “como hermanas”.




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