Retazos De Recuerdos

PLUMAS DEBAJO DE LA ALMOHADA -2

<<Quizás Patricia sepa algo, ella siempre tiene algo que decir o si no por lo menos me hará reír>> eran los pensamientos que ocupaban la mente de Diana, tener buenos amigos es igual que tener un buen tesoro, en la noche podrían comer juntas y hablar, armar un rompecabezas nuevo, igual que aquel del unicornio blanco con azul que colgaba en una de las paredes del cuarto de la pelirroja, aquellas noches en que lo estuvieron armando fueron tan felices, el día que lo empezaron armar hizo un sol tan radiante en la mañana que no podían perderse ir a la playa, las ocho de la mañana es un buen momento para disfrutar del sol, la vitamina E y todos aquellos beneficios que la luz del sol otorga.

Si, es buena idea.

Así pues Diana la invitó:

-Pats… ¡buenos días! ¿Por qué no te arreglas para ir a la playa?
- ¿Que playa?
- La que tú quieras, solo quiero ir a la playa. Ya sabes que prefiero la bahía pero hoy quiero ir a donde quieras tu.
Para sorpresa de Patricia que le tocaba la mayoría de la veces complacer a Diana, está vez ella decidiría dónde ir.
-Iremos a playa “varadero” me encanta esa porque es sola y muy tranquila ¿Está bien? – preguntó con emoción–
- ¡Si! Está bien. No importa dónde, hoy solo quiero disfrutar del sol – respondió la otra con los ojos entornados sonriendo tiernamente-

Y, cada una armo un bolso, con toalla, una muda adicional de ropa, vaso, cubierto, una cantimplora con agua fría, un lapicero por si acaso necesitaban tomar notas y sus teléfonos celulares.

Diana no solo tenía un celular, tenía tres, para ese entonces usaba dos operadoras diferentes de telefonía y además era fecha de elecciones y ella era “OSI” (operador de sistema informativo, un trabajo adicional y temporal) lo que significaba que manipulaba la máquina donde el elector debía confirmar sus datos para ejercer el voto, a través de ese móvil adicional se reportaba cada cierto tiempo a la contratista, por lo tanto no podía desprenderse de el hasta un tiempo pasada las elecciones.

Se encontraron en la parada y tomaron el autobús, ya estaba elegida la playa a la que iban a ir, aún cuando no era el gusto de Diana, al llegar tal como lo esperaban estaba desolada solamente para ellas, Patricia era una chica lo que se llama “sifrina” o en estos tiempos lo que se les dice “fresa”, siempre con modales delicados, usando diminutivos, sin decir groserías, con sonrisa de niña pícara y mirada tierna, algunas veces Diana para no avergonzarla intentaba parecerse a ella, en esta oportunidad uso un vestido de franela a rayas de colores anaranjado y unas sandalias plásticas que tenían un corazón muy grande de color rojo, usaba un sombrero de ala ancha con una florecilla color rosa y el bolso era muy a la moda casi parecía un salvavidas, realmente era un bolso peculiar, cuando se encontraron Patricia le dijo que se veía muy bonita y ella se sentía feliz al complacerla; después de estar 5 minutos en la playa al sentarse en la arena Patricia la mira y como si fuera una beba pequeña aún cuando media casi 1, 80 metros de estatura le pide de manera infantil irse a la playa de al lado que no queda muy lejos de la bahía.

-¡Por favor negra vamos!, ya sé que yo era la que decidiría pero ahora no quiero estar aquí. Podemos cambiarnos de playa ¿por favor? Nos vamos a pie por la orilla, disfrutando de la arena.

Sin mostrar el disgusto que la embargaba Diana asintió con la cabeza, recogió todo lo que estaba puesto sobre la arena y emprendieron la marcha. Después de caminar un trecho y entretenida en la conversación que para ese momento sostenían de pronto se da cuenta de que Patricia estaba asustada, la miró y observó que está estaba a punto de llorar:

-Qué pasa? -aún sin mirar a su entorno-
-¡Nos están robando! -encogida de hombros y acongojada manifiesto la grandota-

Todavía Diana no había reparado en lo que estaba sucediendo, alzó la cara miró su izquierda y se dió cuenta de que frente a ella hay un hombre no más de 1.58 de estatura que las está amenazando.

-¡DAME EL BOLSO! -vocifera este-

Y en una fracción de segundos como si fuera “El avispón verde” Diana se adentra al mar para lanzar su bolso al mar, sin embargo, fue extraordinaria la manera en que su instinto de protección la hizo pensar a mucha velocidad, mientras se adentraba al agua salada observó de pies a cabeza al hombre que estaba intentando despojarla de sus pertenencias y el darse cuenta de que este no portaba ningún arma gritó:

-¿ME VAS A ROBAR DE FINTA? -aproximándose hacia él, sin dejar de mirarlo a la cara- ¡MALDITO TE VOY A MATAR! -Gritó- Patricia... ahoguemos a este maldito enano.
La pelirroja no daba crédito a lo que estaba viendo ni escuchando, jamás desde que conocía a Diana había visto en ella instintos asesinos o al menos no había visto o vivido ataques violentos de su amiga. Se quedó petrificada sin articular ni siquiera una palabra.

El hombre salió corriendo con el bolso de Patricia en la mano y a mitad del camino se detuvo sobre un canal que llevaba el agua de la calle al mar, allí vació el contenido del bolso, tomó solo El pequeño teléfono que cayó al agua y continuó corriendo; detrás de él echa una furia lo seguía Diana maldiciendo y amenazándolo, al llegar al pequeño canal se detuvo, recogió las cosas que estaban en el agua incluyendo una arepa que estaba a punto de ser llevada por las olas; se percató de que estaba lejos de Patricia y también del otro lado donde tal vez podrían haber llegado algunas personas, la adrenalina poco a poco comenzó a ceder y en ella a surgir el miedo, al descubrir que podía estar en peligro siguió gritando, aunque no con la misma intensidad, alcanzó un trozo de madera y lanzaba juramentos al aire, caminó lo más rápido que le daban las fuerzas hasta llegar al lugar donde se había quedado la pelirroja; le entregó el bolso con las pocas cosas que pudo recoger del agua y siguieron avanzando presas del temor hacia la otra playa.




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