Mis ojos están fijos en tierra, en suelo, y en cualquier otra parte que podría darme indicios de algo o alguien. Siento la mirada de Hunter en mi, e inmediatamente ladeo mi cabeza encontrándome con sus ojos. Repaso su anatomía: traje sucio, algunas partes de su cara también, y un semblante ensombrecido.
—¿Buscas algo? —arquea una ceja. Sé que no se refiere al porqué lo miro, se que se refiere a qué miro entre todo este matorral.
—Podría haber bombas en el lugar, es importante escuchar más allá del ruido de las hojas de lo árboles o lo animales que rondan —explico—. Ellos aparecieron de la nada, qué nos dice que no hay ninguno de ellos escondido.
—El hecho que todavía no nos han disparado —espeta, con cierto enojo en su voz.
—Todavía... —murmuro, ignorando su tono—. ¿A dónde nos dirigimos?
—Seguiremos el plan —una vez más, el tono serio ha vuelto a hacerse presente—. A unos pocos kilómetros hay un pequeño centro de encuentro que se estableció en caso de emergencia y...
—Podrían estar ahí —interrumpo—, es decir, saben hacia donde nos dirigimos, qué nos dice que ellos no están esperando por nosotros.
—Es por esa razón que simplemente haremos una pequeña parada. Intentaré contactar a alguien para ver qué es lo que vamos a hacer ahora, mi misión es protegerte —un escalofrío me recorre al escuchar ello—, por lo que primero revisaré que no haya nadie ahí, después veremos que sucede.
—Ellos son ¿no es así? —detengo mis pasos. Él a su vez detiene lo suyos, la tela de su uniforme roza mi hombro—. Los que mataron a Jenna, los que quieren matarme a mi —nuestro ojos se encuentran, a pesar de que no sueno asustada, de que tampoco lo estoy, y él lo sabe, algo en la manera dura con la que me observa se dispersa por algo más suave, más calido.
—Ellos no te matarán —vuelve a recomponerse—, ahora camina, nos queda aun largo trecho para llegar.
Algo dentro de mi se enfurece sin saber porque, su actitud me agota tanto o más que la de Byron antes de que todo ocurriera. No me gusta la manera en que me trata, hemos estado caminando por casi dos horas, y cada vez que intento establecer una conversación hay algo sumamente desagradable en el tono de su voz.
—¿Se puede saber qué rayos te sucede? —gruño, nunca, nunca, ningún guardia me había tratado de esa manera. Siempre he tratado de ser amable con ellos—. ¿Hice algo malo o algo por el estilo?
—Escucha —detiene sus pasos para observarme—, no tengo tiempo para que hagas de las tuyas, necesito que me obedezcas si lo que quieres es salir viva de esto —dice—. No tengo tiempo para lloriqueos.
—¿Lloriqueos? —frunzo el ceño—. Sé que debo hacer y que no.
—¿Ah si? —su tono enfurecido no me amedrenta. Estoy acostumbrada a muchas cosas y entre ellas a tonos elevados—. No soy tonto, escuché cuando le dijiste a a tu amigo que se fuera.
—¿Esperabas que nos quedáramos a morir? —espeto con sorna—. Si nos hubieramos quedado estaríamos rumbo directo al cielo, hubieramos terminado como los demás guardias.
"Como la mayoría de los que murieron intentando salvar tú vida..."
Ellos murieron por mi, intentando salvarme, obedeciendo órdenes. Yo merecía la muerte, no ellos. Yo soy la culpable, esos imbéciles solo me querían a mi, ellos eran un obstáculo. Yo no quería esto, nunca lo quise. No me queda nada más que esperar que Chris esté bien, que por lo menos él se haya salvado por más egoísta que suene. Es mi mejor amigo, no quiero siquiera imaginar cómo me sentiría perdiendo a Chris.
Lo necesito vivo, lo quiero vivo.
—Solo... —niego con la cabeza seguidamente. No tengo ánimos de discutir con nadie—, solo caminemos hacia ese jodido lugar, por favor.
Sin esperar que diga o haga algo comienzo a caminar. Mis pies se mueven por la hierba con mis pensamientos en los guardias, ya ni siquiera me importa que una bomba explote o que alguien aparezca con el fin de terminar mi existencia.
Las ramas crujen con cada paso que doy, mantengo la vista fija en el suelo con el fin de no tropezar, no pienso quedar más torpe de lo que quede delante de él hace unos momentos.
Samantha White no es una chillona, no es una mimada, no es una mujer que haga berrinches por cualquier cosa, mucho menos alguien que consigue lo que quiere fácilmente.
Samantha White no es ninguna de esas cosas y no voy a permitir que lo sigan diciendo.