—¿Qué es lo que haremos ahora? —cuestiono en dirección a Hunter.
No he hablado desde que salimos de ese lugar. Particularmente, he he dedicando a manejar el bote y a dirigirle continuas miradas por encima de mis hombros con el fin de asegurarme que no sufrió un daño severo—. No podemos seguir en esta dirección, ellos lo sabrán.
—Tenemos que bajar y caminar. Hay un pequeño pueblo al lado oeste de éste lugar —anuncia—. Acamparemos esta noche y a la mañana siguiente nos dirigiremos allí.
—¿Y después?
—Esperaremos a que vengan. Tu padre es listo, sabe que podríamos estar en cualquier lugar —detengo el bote en una esquina, ocultándolo tras varias hojas. El carga la maleta en su hombro y espera para que camine delante de él.
—¿No es mejor contactar a alguien? de esa manera se darán cuenta más rápido de donde estamos —sugiero, al tiempo que mis pies comienzan a moverse entre todo el matorral de hojas.
—No lo haremos.
—¿Por qué no?
—Porque no —detiene su caminar provocando que choque contra su espalda trastabillando hasta poder mantener el equilibrio. Sus ojos se posan en los míos con ferocidad. La manera en la que me fulmina expresa todo menos amabilidad, mentiría si dijera que no luce intimidante e imponente, por que en verdad lo luce.
La noche cae poco a poco, las sombras oscuras de los árboles le brindan a su semblante un tono más sombrío de lo que acostumbra.
Si tuviera diez años, podría haberme hecho pis en los pantalones. No es la primera persona de tal actitud que se ha presentado frente a mi, así que el efecto es mínimo.
—Escucha, solo necesito que hagas una jodida cosa: obedecerme —no es un favor, es una orden. Una muy, muy, clara orden—. Así que, por el amor de Dios, haz lo que te digo y deja de protestar. No me hagas desear que Bryton de verdad me haya matado.
No me hagas desear lo mismo.
Aclarar que prefiere morir a pasar un minuto más conmigo, es una clara muestra de odio hacia mi persona. Diría yo, que es una de las cosas mas ofensivas que han venido directo hacia mi, y eso que durante la secundaria me enfrente a matones que decían babosadas cuando se les daba la puta gana.
No debería de prestarle una pizca de importancia a lo que me dice éste hombre. Apenas lo conozco de un día y le estoy tomando más importancia que lo que le solía prestar a mi instructor cuando hablaba de los peligros que corríamos en situaciones de alto nivel de riesgo. Él no me conoce, yo no lo conozco. Una vez más ¿Cómo es posible que le tome tanta importancia a sus palabras? e incluso ¿Cómo es posible que me hayan caído como un fuerte puñetazo en el estomago o un baldazo de agua fría?
Que estupidez...
No soy una niña como para ir lloriqueos.
No abro la boca para absolutamente nada, ni siquiera mientras, al cabo de un tiempo, nos detenemos para acampar. No abro la boca al recibir la comida. No abro la boca al hacer la fogata. No abro la boca al acostarnos a dormir, ni tampoco abro la boca cuando la fogata se apaga y el frío comienza a colarse poco a poco por mi piel.
Entre el frío, el continuo sonido que las hojas producen por la ventisca, el de los animales que con sus continuos chillidos demuestran su estadía; la incertidumbre sobre Hunter Brooks crece dentro de mi.
¿Es él la persona que creo que es o es un farsante como resultó serlo Bryton?
Haciendo un continuo escaneo de su actitud hacia mi, podría decirse incluso, que mientras que Bryton me odia por dinero, él me odia por existir. La duda que me carcome, es si de verdad quiere ayudarme.
¿Por qué no llamar a alguien para que venga por nosotros? ¿Acaso no quiere que nos encuentren? ¿Tiene otros planes? ¿Todo es una farsa? ¿Es otro de esos tipos que me quieren por dinero?
Si analizamos los hechos, su actitud es casi igual a la de Bryton. Está a la defensiva, responde igual de brusco que él; es más, se manifiesta mucho más brusco que Bryton.
La traición de Bryton, sin duda fue uno de los acontecimientos que también me resultó como una patada en el estómago. Nunca en mi vida me imaginé que uno de los mejores amigos de mi padre, uno de los más confiables, eficaces y un tanto amistoso fuera a hacer algo como eso. Pude habérmelo esperado de cualquier otro, pero no de él. Eso me da un mensaje muy claro: no debo de confiar en nadie.
Ni siquiera en Hunter Brooks.
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