Reto Peligroso

9.0

 

Mascullo una palabrota al tiempo que observo todo por la ventana. He huido de la mirada acusadora de Hunter desde el primer momento en que nos esposaron a la silla. La sensación de incomodidad se asienta en mí como una maldita pesa, mis últimos esfuerzos de mantenerla en el aire comienzan a ir hacia abajo.

La misma policía que me atendió y que nos mantiene apresados aparece de nuevo, pero esta vez no hablo, no digo ni una sola palabra y tampoco Hunter. Hemos tratado de explicarles tanto lo que está pasando, que ya no tenemos ni una sola pizca de ganas de volver a repetirles que están cometiendo un error. Hemos gastado demasiada saliva tratando de convencerlos, pero no los culpo, yo tampoco me lo creería si estuviera en su lugar.

Hunter no luce viejo, por el contrario, incluso en el estado en el que se encuentra emana juventud por los poros. El que crean que formamos algún tipo de banda criminal que está siendo buscada no es algo raro; sin embargo, lo que me molesta es que no se han tomado la más mínima molestia de revisar nuestros documentos o archivos por la computadora. La mujer que nos ha escuchado, comandante de policía del cuadrante, se encuentra tan segura de sí misma que me produce ganas de vomitar ver su sonrisa arrogante.

Arrogante y una mierda...

Esa señora, más que nada por su trabajo, debe saber que el mundo esta lleno de mierda, traición, mentiras, y más mierda. Como una buena policía debería saberlo, pero no, lo único que hace es pasearse cada diez minutos por la maldita habitación con la cabeza arriba como si estuviera orgullosa de la porquería de error que está cometiendo.

Tu lo hiciste, Sam. Tu eres la culpable, acusa mi fuero interno; y a pesar de me encantaría negarlo, sé que dice toda la verdad.

No entiendo cómo fui tan tonta como para dar aquellos números de contacto, seguro nuestros amigos intercedieron con la línea telefónica. Todo por mi culpa, todo por mi maldita y jodida culpa. Como desearía tener a Chris al lado mío, conociéndolo, buscaría una manera de hacerme reír por más tensa que se encuentre la situación. Chris buscaría una manera de...

Buscaría una manera.

Espero pacientemente a que la policía Andrews —así dice su placa—, se vaya, entonces mi ojos viajan a Hunter, no exactamente a él, a sus esposas.

—No estaríamos en esta situación de no ser por ti... —dice, al captar mi mirada ahora en su rostro.

Sé desde hace mucho tiempo que es culpa mía, pero mi orgullo es mucho más fuerte de lo que cualquiera pueda pensar. Incluso en los momentos de más debilidad el orgullo siempre va estar en alguna parte de nosotros.

—Bueno, tal vez si no te comportaras como una reverenda mierda las cosas hubieran sido diferentes —ruedo los ojos al cielo. Me brindo un zape en la cabeza mentalmente al decirlo. Mente en las esposas, Sam. Mente en las esposas...—. Quédate quieto quieres —gruño llena de irritación al observar la manera en la que se mueve como si tuviera salpullido—, no me dejas ver tus esposas.

—¿Qué? ¿Planeas romperlas con tu visión laser? ¿O simplemente crees que son un buen tipo de joyería? —espeta, y retengo un insulto en al punta de mi lengua. En su lugar, me concentro por completo en el metal que lo ata a la silla.

Sorprendente...

Brooks y yo nos encontramos frente a frente, y es justo por esa misma razón por la que el escrutinio en su mirada me resulta más que incómodo, irritante. Estoy acostumbrada a recibir las miradas de la gente, pero no con tanta intensidad.

—Esto es lo que vamos a hacer —susurro, al tiempo en que estiro mi cuello para poder divisar un poco de lo que hay detrás de la puerta. La oficial no tardará en aparecerse como lo ha hecho las ultima dos horas, necesitamos hacer esto en el mínimo tiempo posible—. Esa esposa que tienes, no es una esposa tipo 201, es una de las mas viejas, ya no se utilizan —si, ya no se utilizan pero los de aquí deben estar escasos en esposas—. La principal razón por las que dejaron de utilizarlas es porque muchos lograban safarse de ellas con facilidad al insertar un objeto corto punzante dentro de ellas...

—Sé que son las esposas 201, ¿Qué es lo que quieres que haga? —ahora luce interesado, como si su anterior faceta hubiera quedado en el olvido.

—Va a ser duro pero quiero que te arrastres ¿entiendes?. Necesito que hagas lo posible para que quedes de espalda a mi, no enfrente de mi —esbozo una sonrisa socarrona—, es decir, dame la vista de el mejor rostro que tienes, uno en el que no veo tu cara.

—Que graciosa —rueda los ojos, antes de comenzar a moverse lentamente. Admiro como sus músculos se flexionan con cada movimiento.



#1898 en Otros
#344 en Acción
#108 en Aventura

En el texto hay: peligro, accion, aventura

Editado: 24.08.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.