—Eduardo ¿Crees que sea correcto ir después de tanto?
—Si tenemos suerte tal vez nadie nos recuerde, es algo que debemos hacer
—Si, tienes razón, pero de inmediato asistir a una fiesta sin siquiera encontrar donde quedarnos — le reprocha su amigo Dofy
El auto se meneaba de un lado a otro debido a la calle destapada en la que entraron, se dirigían a San Andrés, un pueblo muy turístico en tiempos de marzo debido a su variedad de frutas que crecen para ese tiempo además de su famosa fiesta donde hacían en un gran caldero casi 20 litros de mote de queso.
—Tranquilo amigo — expresa Eduardo — tengo un lugar, no es el más fino pero servirá
El carro después de tres horas por esa tan deteriorada carretera no daba a basto por lo que realizaba ruidos no tan agradables
—Mas te vale que sea así, además este coche no es para estas vías, terminamos regresando a cabello si no paramos
—Espero poder regresar con algo más que a caballo —Susurra el joven adulto.
El pueblo sólo contaba con dos carreteras, una principal que recorría todo el lugar y la secundaria que llevaba a las lomas donde daban frutos los árboles de San Andrés.
Las casas las adaptaron y aunque las personas eran muy humildes daba la impresión de estar en una ciudad cualquiera, una pequeña ciudad cualquiera.
El auto entró al terreno firme de la vía principal y pidiendo camino con el claxon se abrió entre las personas que caminaban por la calle. Casi al final del pueblo Eduardo paro el vehículo haciendo que su amigo también bajase junto con dos morrales casi llenos, se pararon frente de una casa de material pintada de azul rey y esperaron a que abrieran la puerta.
Sus ojos se abrieron y brillaron al ver la dulce mujer joven que salía de la casa, vestía un largo vestido de tela suave color verde mar con unas sandalias veis, su cabello suelta y aunque era un desastre no se notaba. Tras de ella asomaba la cabeza un niño de cabello negro el cual agarraba con fuerza el vestido mientras se ocultaba.
Dofy la mira de reojo y cambia la mirada a unas mujeres que pasaron por su lado, Eduardo queda embobado con su sonrisa, una sonrisa tan resplandeciente que lo deja encantado.
En ese momento, en el que el la volvió a encontrar su mente trajo a el aquel hermoso lugar, que cuando era niño fue tan valioso para él. Corriendo entre las yerbas estaba el pequeño Eduardo perseguido de Catalina, la niña con la mirada más encantadora del pueblo el cual en ese tiempo no era conocido ni por de su alrededor.
Mientras subía una pequeña loma tropieza con la raíz de un gran árbol de mango estrellándose con su tronco.
—¿Estas bien? — pregunta la joven asustada de lo acontecido
—Me duele la cabeza y aparte de las ganas que tengo de comer algo estoy bien
La niña exhala hondo aliviada —Debes tener más cuidado, espérame un momento — se pone en pie y escala el gran árbol hasta llegar a lo más alto siendo observada por el niño, en una de sus ramas toma un mango el cual tenía la punta amarilla, baja con cuidado sin dejarlo caer y se lo da a su amigo.
—Eso te mantendrá vivo por unas horas — dice la chica echando a reír junto con el niño
—Estas demente Catalina — ella sonríe y el recuerdo de aleja de su mente.
—¿Eduardo, eres tú? — pregunta asustada la mujer
—Cuanto tiempo eh — sonríe acercándose a ella
—Creí que no volverías jamás por acá — baja la cabeza mientras posa su mano derecha en la cabeza del niño tras ella
—Aqui estoy — pronuncia manteniendo pausa y observa al niño —¡No sabía que tenías un hijo!
—El es mi vida aunque no sea de la mía, es el hijo de mi hermana y Esteban —se incomoda y les pide que entren a su casa, Eduardo le hace señal a su amigo para luego después de ella entrar a la casa.
—Sé que en unas cuantas horas iniciará la fiesta del pueblo — afirma el joven hombre
—Si, Tú y... Tú amigo seguro la disfrutarán
—Oh cuánto lo siento, Catalina él es Ignacio, pero de cariño le decimos Dofy — Dofy dirige la mirada a ella y extiende su mano para saludarla —Es un placer — declara él
—Bueno asistirán las mujeres solteras del pueblo y si quieren problemas también las casadas — todos ríen pero Eduardo enseguida toma la palabra
—Quisiera asistir contigo al evento Catalina
La joven mujer se sonroja y trata de cambiar el tema —¿Ya comieron? El camino es muy largo y sin nada en el trayecto
—Yo si — advierte Dofy alzando la mano
—En realidad no —replica Eduardo mirándolo frío
—Está decidido, dejen y traigo unos emparedados que hice — se pone en pie y camina a la cocina, el niño se encariña con Dofy y se queda jugando con él mientras Eduardo la sigue a la cocina.
—No vas a evadir el tema ¿Por qué no quieres ir conmigo?
Ella baja la cabeza y confiesa —Esteban estará con mi hermana en ese evento, todos me miran como la mala cuando en realidad les cuidado a su hijo.
El hombre pone la mano en la cintura —Tal vez sigues pensando en él, no puedo yo saberlo pero sé y entiendo que amor necesitas tú
Editado: 29.12.2019