Las horas continuaron su curso, el atardecer del día terminó, dando paso a una nueva noche llena de millones de estrellas en el oscuro cielo, así se contaron dos, cuatro, seis horas más... La probabilidad de la llegada del Sr. Ricardo, padre de los cuatro adolescentes, esposo de Maribel e hijo de la Sra. Marlene... bajó más de la mitad del cien porciento junto con ello la emoción de Anna María se desvaneció.
—Queridos nietos. ¿Están seguros que vendría el día de hoy?. —Pregunto la abuela con notable duda.
—Si abuela, completamente... El Sr. Robinson me lo dijo al medio día, luego su esposa se lo confirmó a mi madre. —Contesto Anna María.
—Es extraño, ya tendría que estar aquí, ya casi serán cuatro horas de espera desde que llegue.
—Abuela, estás aquí hace casi cuatro horas... dinos algo a nosotros que estamos más de seis. —Intervino Esteban, al parecer tanta espera lo empezó a enojar.
—Siempre recibimos la misma llamada de Robinson, simplemente por que el hombre cree que debemos recibir a nuestro padre con trompetas y tambores. Luego...
Mariana y su madre coincidieron con sus miradas haciéndoles recordar la conversación de horas antes. Ahora el turno seria de Esteban, así uno a uno explotaba lo que sentía dentro, ahora el ambiente se tornaba con defensas y mas acusaciones.
—Luego tenemos que estar todos, sentados... sin hacer nada, sin mover un dedo, por que el llega y si no estamos se enojara. Alguna vez me he preguntado si a mi padre le importa lo que pensemos, si le importa en qué no estemos de acuerdo...
—¿Que estás diciendo jovencito? —Pregunto la abuela e inmediatamente respondió.
—Claro que a el le importa absolutamente todo lo que tenga que ver con ustedes, se preocupa, se esfuerza y sobre todo los ama por igual.
—No te esfuerces abuela. Esteban no dirá nada más... habla por hablar y ni piensas lo que dice. —Intervino Eduard a la conversación.
—Miren nada más, nosotros esperando a papá y tenemos la réplica justo aquí. Valla son tan parecidos, que a veces los confundo. —Respondió Esteban mirando fijamente a su hermano.
—Mejor cállate y no me hagas enfadar. Anna María y mucho menos la abuela no deben escuchar tus estúpidas palabras sin sentido.
—Podemos dejar de engañarlas por un momento. —Exclamo Esteban.
—Hijos... no se alteren. Esperaremos un poco más. Calma —Intervino la madre.
Esteban se levantó del sillón y salió de la sala dirigiéndose al balcón, al paso de 10 minutos Eduard siguió el mismo camino y sin espera Mariana camino tras el.
...
Mientras Esteban observaba el cielo, Eduard se acercó a el y también mirando el mismo cielo le dijo.
—Vamos a empezar desde cero.
—Empecemos desde la llegada de la abuela, crees que no me di cuenta como le decías cada palabra con sarcasmo mientras te divertías.
—Ahora bien, contemos cada problema en el que te metes en los cuales esperas que mi padre este ahí para que te salve. ¿Acaso no te das cuenta de eso?.
—Ahora me estas culpando de todo, pero si realmente hablamos de culpas créeme yo no soy el único culpable.
—Cada día te pareces mas al Sr. Ricardo. Enserio que si...
—Puede ser, el caso es que de ahora en adelante te vas callar y no dirás ninguna palabra. —Ordeno Eduard.
—¿Por qué le dices que no diga nada?. —Intervino Mariana.
Los tres hermanos se encontraron frente a frente mientras se veían a la cara, esperando cada uno de ellos cualquier defensa, sugerencia y objeción.
—¿Acaso no piensas lo mismo que nosotros?. Que sucede hermano. —Pregunto Mariana a Eduard.
El mordiendo su labio inferior no respondió.
—Te vez ridículo fingiendo, sabes. Deja de defender a mi padre... muy bien sabemos que el mil veces prefiere su trabajo que a su misma familia.
—Entonces eso es lo tu piensas... realmente si el no trabajara como lo hace nosotros no estudiaríamos en una de las mejores universidades de esta ciudad. Ni Anna María ni el vago de Esteban estarían tan tranquilos. tampoco viviríamos en una casa como estas o con las cosas que estamos acostumbrados. ¿Entiendes eso?. —Respondió y pregunto Eduard a su hermana.
—Tu sabes muy bien que a eso no me refiero. —Contesto Mariana.
—¿Entonces?. Por que realmente no te estoy entendiendo, tanto de tu parte en contra de mi padre no es bueno. —Sospecho Eduard.
Mariana se encontró entre la espada y la pared ante las palabras de su hermano. ¿Acaso sospechaba algo acerca de su aptitud?. Sabia muy bien que liberando tanta ira en contra de su padre se salvaría, pero no estaba tan segura. Esteban se dejo llevar por lo dicho de su hermano y muy dentro de el le dio la razón.
—No se que te traes Mariana, pero siento que estas colocando en contra de mi padre a Esteban y a mi madre, ahora iras por Anna María y luego por mi... Pero no vas a lograr nada. —Sonrió.
—Yo no estoy colocando a nadie en contra de nadie, simplemente soy sincera.
—Claro, si realmente ahora somos tan sinceros no te creo.
Mariana se sintió derrotada, estaba siendo acribillada por su hermano, el cual estaba a punto de descubrir, ¿qué?
—Oye Eduard el problema era conmigo ¿no?. —Intervino Esteban para liberar la presión que sentían.
—Ahora si tu te vas a callar, ya me di cuenta donde empezó todo. ¿Cierto hermana?. —Dijo Eduard clavando su mirada fija a Mariana.
"es muy astuto. ¿Realmente sospechara algo? " pensó Mariana con miedo. Sus manos estaban temblando y sudaban de frio.
—Dime... ¿existe algo que no sabemos?. ¿o quieres que te salvemos de algo dándote la razón?. —Pregunto Eduard con notable duda.
Aquellas dos preguntas la sacaron de dudas... realmente Eduard sospechaba de ella y su terrible aptitud, sus dos preguntas tenían la respuesta; respuestas que le hacían doler el pecho. Una vez más las respondió a su corazón... "si existe algo que ustedes aun no saben." "Y si, necesito que me salven... que me salven de mi padre"
El entorno se torno tenso y suspensivo, aun más para Mariana. La mirada de sus dos hermanos ante alguna respuesta no daba espera. Así pasaron casi dos minutos.
—¿Que sucede hermana te quedaste sin palabras?. —Pregunto el segundo hermano.
En ese instante Anna María llego al balcón y con entusiasmo les dijo.
—Oigan muchachos... ¿que hacen? Mi padre esta aquí.
—Vamos...
Eduard camino detrás de Anna María, mientras Esteban y Mariana quedaron en el mismo sitio.
—Esta loco, con ese tipo de preguntas confirmo que se parece mas a mi padre. —Comento Esteban entre risas.
Cuando alzo su mirada y miro a su hermana mayor se sorprendió. Estaba pálida con el rostro desencajado, perdido y con rastros de lagrimas.
—¿Enserio estas bien?.
Trago un poco de saliva y volvió en si, su rostro se recompuso.
—Si, estoy bien... ¡Vamos!, mi padre acaba de llegar. —Dijo Mariana y se retiro.
Esteban la miro extrañamente mientras se marchaba, alzo su ceja izquierda y llevando su mano derecha a la nuca, dijo.
—Realmente están locos, después dicen que el loco soy yo.
Luego se dirigió a la puerta principal de la casa.
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Editado: 06.11.2023