Retrato De Una Familia.

Capítulo 7.

—Como decano de esta carrera universitaria, me complace felicitar a Eduard, compañero de nuestra universidad, una vez más por obtener las mejores notas de este semestre. 
Eduard sonrió, sus compañeros y docentes de la facultad empezaron a aplaudirlo por su notable esfuerzo e interés en su formación profesional. 
—Muchas gracias, profesor y Sr. Decano. 
Luego le dieron un diploma en el que certificaba su excelencia y por prestar su ayuda y conocimientos a sus demás compañeros de carrera. 
—No soporto ese idiota, se cree en mejor. —Dijo entre murmullos Aníbal, el cual se encontraba en los últimos puestos del salón. 
—Es el mejor. —Afirmo Claudio. 
—Así, ve con el entonces. —Respondió con enojo.  
—Muy bien muchachos vuelvan a sus lugares. —Ordeno el docente de la clase y prosiguió diciendo. 
—El día de hoy les daré las pautas a seguir para el proyecto de final del semestre, espero por favor, le coloquen un granito de interés. 
De esa manera, la mañana transcurría en la universidad. Más clases y apuntes. 
… 
Rápidamente salió de su habitación y respiró profundamente antes de encontrarse con alguno de sus familiares, aunque deseaba no encontrar a ninguno. Minutos antes, lavo su cara y cubrió la palidez y ojeras con un poco de maquillaje así su aspecto físico cambiaría un poco. Silenciosamente bajo las escaleras, pero cuando se dirigía hacia la puerta principal el llamado de su padre la frenó de inmediato. 
—Mariana, hija a donde vas sin saludarme. 
—Buenos días papá, discúlpeme… voy a casa de Selena estudiaremos juntas para los próximos exámenes. 
—Entiendo hija, no te apures yo te llevaré a la casa de tu amiga. 
—No quiero molestar papá, no te preocupes. 
—Sin objeción, yo te llevaré… incluso tome el día libre para estar con ustedes. 
Mariana tragó saliva y bajo la mirada, era mejor opción no llevarle la contraria a su padre. 
—¿Cómo te sientes de salud, deseas ir al médico antes de ir donde tu amiga?. —Pregunto el padre. 
La hija mayor de la familia cristalizó los ojos y le temblaban las manos de terror al imaginarse la reacción de su padre al enterarse de su embarazo. 
—No papá, no es necesario ya me siento mejor. —Admitió ella. 
—Ven hija, vamos a desayunar. —Invito la madre. 
Mariana camino hacia el comedor y tomo asiento, evito mirar la comida para que no le generara nauseas o algún movimiento en falso que levantara sospechas a sus padres. 
—Anoche no te pude entregar el obsequio que te traje del viaje, quisiera entregártelo ahora mismo. —Comento el padre. 
Mariana no supo que decir, solo tartamudeo por unos segundos. 
—Genial, me gustaría verlo. —Dijo la madre con felicidad. 
Ricardo camino hacia una de las mesas de la sala, tomo el obsequio y se lo entrego. 
—Gracias papá. 
Ambos padres quedaron a la espera… 
—¿No lo piensas abrir?. —Pregunto el padre. 
—No creo que sea el momento, tengo cosas más importante que hacer. —Respondió Mariana. 
—Claro me imagino. Más importante que abrir el obsequio que te traje. —Dijo el padre con notable decepción. 
—Papá no lo tomes a mal, pero cuando tu no estás en casa también tenemos una vida que vivir, no giramos en este entorno tan ficticio. —Exclamo levantándose de la silla. 
—¿A dónde vas?... no hemos terminado. —Dijo el padre golpeando la mesa y levantándose también de la silla completamente enfurecido. Trato de tranquilizarse y volvió a tomar asiento. 
  —Hija por favor, tu padre solo quiere saber que tal te parece su obsequio. —Afirmo la madre. 
—Solo eso, ya luego te puedes ir. No es más. Por favor… 
Mariana recordó la promesa que le había hecho a su madre, no deseaba decepcionarla. Ya no había marcha atrás, pero por el momento la promesa estaba en pie y la sostendría hasta el momento del golpe de caos. 
—Si mamá, si eso es lo que quiere mi padre lo haré. —Dijo. 
Bruscamente rompió el papel regalo y sacó de la caja un vestido largo color azul marino. Lo colocó sobre su pecho y girando la mirada hacia su padre, lo mostró. 
—Te vez hermosa. —Comento la madre. 
El padre no dijo nada, ni siquiera la miro. 
—Genial. Ahora es momento de irme. 
Dejo caer el vestido en las manos de su madre y se marchó. 
—Dime. ¿así es siempre?. —Pregunto Ricardo a Maribel. 
—Solo te pido que por favor no presiones tanto a nuestros hijos. 
—¿Qué no los presione?... entonces harán lo que se les venga en gana, Eduard y Anna María no tienen nada que ver, solo mira a Esteban, es un muchacho sin remedio. 
—Solo hablas por hablar, Esteban no ha hecho nada de lo que tengas que avergonzarte. —Respondió Maribel en defensa de su tercer hijo. 
—Solo miras sus errores, pero no sabes en realidad que todos tus hijos te aman y te respetan. Incluso, no les importa pasar toda una tarde sentados en la sala a la espera que su padre llegue a casa… mientras tu llegaste y corriste a la empresa y los dejaste esperando… ahora le pides a Mariana que debe estar frente a ti, hasta que tu lo digas. Mientras ellos te esperaron ayer hasta el cansancio, casi ocho horas, horas en las que ya estabas aquí en la ciudad. 
—No me digas lo que tengo que hacer y como trato a mis hijos. No me cuestiones. —Respondió el padre con notable enojo. 
—Por qué no responderé… 
—Buenos días familia. ¿Cómo amanecieron el día de hoy?. —Exclamo la abuela con notable alegría, interrumpiendo a Ricardo lo que precisamente le estaba diciendo a su esposa. 
—Buenos días Marlene. Estamos muy bien. ¿Te sirvo un poco de té?. —Respondió y pregunto Maribel. 
—Por favor querida. 
—Que bueno verte en casa hijo… —Dijo la abuela a Ricardo. 
—Hoy volveré a mi casa. 
—Claro que no mamá, me siento mejor que estés aquí. Esa casa es muy pequeña para ti y tampoco quiero que estés sola ahí. —Dijo Ricardo tomándole las manos a su madre. 
—Es pequeña hijo, si. Pero ahí están los recuerdos de tu padre y es lo que tiene más valor para mí. 
—Claro… —Respondió Ricardo tras una fingida sonrisa. De inmediato pensó en el pasado, hubo un secreto de su padre que no era de su orgullo… su mamá nunca lo supo, el si, guardo el secreto hasta el momento para no dañar el pensamiento, respeto y amor que su madre tenía hacia su difunto padre. 
—Marlene piénsalo bien, los muchachos están felices que tu estés aquí… puedes ir a tu casa después. —Opino Maribel. 
—Ya lo pensé querida, volveré luego a visitarlos. 
Luego de desayunar, Marlene se despidió de Maribel… Ricardo decidió llevar a su madre a casa. Allí donde también vivió parte de su infancia, donde observo fotografías del pasado y donde enterró aquel secreto que nunca debía saberse sobre su padre, igual que el suyo… a diferencia que uno estaba enterrado y el otro estaba vivo en llamas de pasión en su corazón por un amor… un amor prohibido. 
… 
Al salir de casa sin saber que hacer, pensó en alguna alternativa que debía tomar… de esa manera corrió hacia la cancha de fútbol donde Lucas solía estar la mayor parte de su tiempo, entrenando para conseguir su sueño. Después de hallarlo con su mirada en el campo de juego, espero impacientemente en la gradería mientras el compromiso de fútbol terminaba… esos minutos eran eternos para ella, estaba completamente confundida. 
Minutos después de haber terminado el partido de futbol, el entrenador del equipo al que pertenecía Lucas pidió verlo en una pequeña oficina cerca al camerino. Inmediatamente el muchacho corrió al lugar indicado y antes de saludar observó la cara de los presentes... grandes profesionales del deporte futbolístico con una trayectoria de oro y muy conocidos estaban frente a el. 
—Eh, buenas tardes señores. 
—Excelente partido jovencito. —Comento uno de los presentes que vestía un traje elegante de color café y zapatos negros, con accesorios como un anillo, cadenas y un arete en oro puro. 
—Muchas gracias señor. —Respondió Lucas, completamente apenado. 
—Lucas, te e pedido que vinieras por que los señores aquí presentes te querían ver. —Dijo el entrenador. 
—Eh, ¿a mi? 
—Así es, seria bueno que ellos mismos te den la noticia. 
—¿Cuál noticia?. —Pregunto con notable duda. 
—Eres un jugador excepcional jovencito, vimos todo tu talento en el campo de juego y realmente quedamos asombrados. 
—Los tres goles que le anotaste al equipo contrario los hiciste con una técnica muy profesional. —Dijo uno de los tres hombres presentes. 
—Por esa razón te queremos pedir que seas parte de nuestro equipo que está a nivel internacional. 
Lucas quedó sorprendido, el sueño que buscaba desde niño estaba a punto de convertirse en realidad. Mientras tartamudeaba y las lagrimas de felicidad se acumulaban en su ojos, con una sonrisa acepto profundamente la oferta. 
—Esa sonrisa me confirma que es un si. —Afirmo uno de los presentes que ayudó a Lucas a pronunciar el si que le cambiaría la vida. 
—Muchas gracias señores, no los voy a defraudar. —Dijo con mil de emoción. 
—Nos vemos dentro de una semana para colocar y firmar los papeles, todo en orden. 
—Ve y celebra. 
—Hasta luego, gracias… 
Luego de agradecer y despedirse de los presentes, salió del sitio con una sonrisa de oreja a oreja… corrió a la tribuna para encontrarse con Mariana pero ella ya no estaba ahí. 
A lo lejos alcanzo a ver su hermosa cabellera y corrió hacia ella, al alcanzarla la tomó delicadamente del brazo y la giró para que su mirada se encontrara con la suya. Su sonrisa se desvaneció al verla triste, con los ojos hundidos de tristeza y los labios resecos. No dijo nada, simplemente la abrazó y mientras ella lloraba en silencio sobre su hombro, imagino cual sería la razón por la cual se encontraba así y si estaba al alcance de sus manos solucionarlo. 
—¿Que te sucedió mi vida?. 
Ella no logró decirle con palabras lo que sucedía, era mejor decirlo con hechos y el hecho estaba dentro de su bolso. De esa manera después de introducir su mano en el, sacó el tés de embarazo con su resultado. Lucas lo tomó en sus manos y lo observó con indiferencia. 
—¿Qué significa esto?. —Pregunto. 
—Significa que estoy embarazada. —Respondió Mariana con la mirada baja. 
Habían sido dos sorpresas inesperadas en un mismo día para Lucas, una deseada y otra no deseada. 
—No, no es cierto. Dime que estas jugando conmigo. —Comento el con optimismo mientras sacudía a Mariana delicadamente, por un momento río reservadamente. 
Mariana se destapó en un doloroso llanto frente a el, dándole así la respuesta que no quería escuchar. 
—Si lo que deseas escuchar es un no, estas equivocado. 
Lucas dio media vuelta y camino lentamente mientras respiraba con notable esfuerzo, una vez más observó la prueba y lo negó apretando sus labios ya que su pensamiento lo hizo apenas ella le dio la noticia, como un sistema denegando lo incorrecto. Movió fuertemente la cabeza y se sintió mareado, llevo su mano izquierda a ella tratando de calmar todo su ser… Mariana lo miró y cuando el volvió la mirada hacia ella el le estrechó la mano devolviendo la prueba. 
—Lo siento, lo siento pero yo no puedo hacer nada. —Admitió. 
—No me digas eso por favor, vine a buscarte para hallar una solución. 
—Busca tu sola esa solución. No puedo botar todo a la basura por nada. —Dijo Lucas tajantemente. 
Mariana se encontró decepcionada y más sola que nunca, de igual manera tomo la prueba en su mano derecha y con rabia se la tiró al pecho. 
—Eres un miserable, como puedes decir que no valemos nada. Fui una tonta, realmente fui así en el momento que te… 
Sin concluir… lo miro con nostalgia, rogando que Lucas cambiará su terrible decisión. La persona a la que le compartió su amor, su aprecio, su piel y su corazón. 
—Perdón, no destruiré mi futuro solo por el hijo que esperas. —Aclaro Lucas. 
Ella bajó la mirada por un momento y contuvo las lágrimas, nuevamente levantó la mirada y le dijo. 
—No pidas perdón, si existe un culpable aquí soy yo… por creer en todas tus mentiras, tus falsas promesas y el resultado de todo es ahora vivir con tu indiferencia. 
—Espero lo puedas solucionar. —Le dijo Lucas y se marchó. 
Ella lo miró mientras el se perdía entre la multitud de personas, dio media vuelta y no pudo contener el llanto, mientras caminaba con destino a lo desconocido recordó el desenlace de aquel 31 del año pasado…




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