Al día siguiente todo parecía distinto, existía un silencio de miedo en toda la casa. La Sra. Maribel como todos los días preparo el desayuno, cuando todos se encontraban en la mesa el Sr. Ricardo comento.
—Hoy llegaré tarde a casa, así que no será necesario cenar aquí.
—Por favor Ricardo espera un poco y habla tranquilamente con tu hija Mariana, por favor. —Suplico Maribel.
—No hay nada de que hablar, ya todo pasó. —Respondió. Luego de beber un poco de agua decidió dar la noticia.
—Abra una boda, decidí que Mariana deberá casarse con el hijo de los Monsalve.
—¿Qué?. —Pregunto Maribel.
Los tres hermanos y aún más Mariana quedaron sorprendidos a la noticia de su padre.
—Que dices… yo no me… no me puedo casar tan pronto. —Dijo Mariana entre tartamudez y los ojos llenos de lágrimas.
—¿Ricardo que has dicho?.
—Esta decidido, los padres del futuro esposo de Mariana están de acuerdo. —Aclaro Ricardo.
Al oír la noticia Mariana salió corriendo hacia su habitación, Anna María corrió tras ella para estar al pendiente… mientras que en el centro del comedor se respiraba tención entre los presentes que quedaban.
—Te volviste loco, por favor… Mariana no a terminado sus estudios, aún es una niña, es tu hija por Dios… no puedes tomar esa decisión tan radical. —Exclamo la madre con profunda frustración.
—Que tipo de padre eres, Mariana no cometió ningún error… solo se enamoró y se entrego por amor, no como tu lo calumniaste… tu la estas condenando.
—Cállate… —Grito enfurecido el Sr. Ricardo golpeando la mesa y levantándose de la silla.
—No digas más, no tienes por que habérmelo recordado, no tengo nada más que decir sobre ella, aparte de que me defraudo, me deshonro, abuso de mi confianza desde el momento que se revolcó con ese mal nacido.
—¡Papá!. —Exclamo Esteban. Al parecer los tratos que su padre manejaba para referirse hacia ellos se estaban saliendo de control.
—Hijo, por favor no digas nada. —Le pidió Maribel a su hijo.
—No hables así sobre mi hermana y mucho menos a mi mamá. —Agrego Esteban a la conversación.
Eduard se levanto de su silla, al parecer debía estar nuevamente a la defensa de alguno de sus familiares, estaba cansado.
—Bravo… Ahora el malo soy yo. —Respondió el Sr. Ricardo, de inmediato miro fijamente a Maribel y le dijo.
—No importa lo que digan, todo es tu maldita culpa, tu hija mayor se te salió de las manos, ahora mírala esta embarazada. Eres una estúpida al hacer el papel de la madre protectora.
En ese instante golpeó de un manotazo el plato de su comida que lo hizo estrellar del suelo.
—Eres una…
La señaló con el dedo índice causándole miedo, Maribel camino hacia atrás mientras sus pies estaban congelados ante el terror que Ricardo le trasmitía.
—!Basta papá!.. —Exclamo Esteban y lanzándose hacia su padre le dio un golpe sin permiso en su rostro.
Todos se sorprendieron.
El padre reaccionó de inmediato y tomándolo del cuello de la camisa lo sacudió fuertemente, Maribel intentó liberar a su hijo de las manos de su padre con ayuda de Eduard, pero fue imposible. Los gritos y lamentos se escucharon en el segundo piso de la gran casa, Mariana y Anna María se percataron de lo que sucedía y bajaron rápidamente, entre desesperación y lágrimas intervinieron en el conflicto… Ricardo tiró al piso a Esteban con fuerza. Eduard lo pudo maniobrar y detenerlo para que no lograra golpear a su hermano.
—Maldito desagradecido, te voy a matar… como te atreves a golpearme… eh. Te vas a arrepentir.
Por un momento el padre se soltó de Eduard y tomando del piso a Esteban lo tomo del cuello y lo sostuvo durante varios segundos contra uno de los muros de la casa, terminando por devolverle un fuerte golpe en el rostro.
—Por Dios, basta por favor… no golpees a mi hijo. —Exclamo Maribel con tristeza mientras arrodillada a los pies de Ricardo protegía a Esteban de sus golpes.
Eduard lo sostenía, Mariana también… mientras lo jalaba de su camisa, Anna María estaba muerta de miedo… Ricardo se compadeció y se sacudió, limpiando su camisa se marchó de la casa. Esteban se desprendió de los brazos de su madre y se marchó a su habitación, todos los demás quedaron sin aliento, que infierno estaban viviendo en aquel momento.
…
Maribel se sintió rendida y se dejó caer en la silla, sus dos hijas la acompañaron… en aquel momento la abuela llegó a casa y le contaron lo sucedido, mientras Eduard se dirigió a la habitación de Esteban. Sin permiso abrió la puerta, su hermano se encontraba observando la calle a través de la ventana.
—No debiste haber atacado a nuestro padre. —Comento Eduard.
—Tienes que calmar tu ira, actuaste de mala manera y debes rectificar tu error.
—¿Que debía hacer?, no permitiré que le hable así a mi madre. —Respondió y lanzo al suelo unos cuantos libros que se encontraban en la mesa de su habitación.
—No debes intervenir en esta situación que no te incumbe.
Esteban giró la mirada y extrañándose a la respuesta de Eduard, lo miró con ironía y le dijo.
—Por no intervenir en esta situación, por tu culpa Mariana casi se muere, acaso no lo recuerdas… cuando la cuestionaste aquella noche.
Eduard trago saliva y guardo silencio.
—Claro hermano, recuérdalo… hasta cuando te vas a dar cuenta del mal trato de mi padre, de su cambio de aptitud, de tanto que nos lastima con sus palabras… ¡hasta cuando carajo!. —Se llevó la mano a la frente y prosiguió diciendo.
—Aquella noche simplemente debíamos haberla entendido, cuidarla y aconsejarla como sus hermanos. Todo esto se ha vuelto un caos por nuestra culpa, más por la tuya que por la mía, sabes.
—No digas más.
—Esa es tu respuesta… pero si, no diré más, como hermano me preocupo y estaba en la intención de recordártelo.
Esteban volvió nuevamente a la ventana, Eduard salió de la habitación y la conciencia lo acribillaba junto a las dichas palabras de su hermano. Todo se hubiera evitado si el hubiera estado ahí.
…
—¿En que momento, por que todo se convirtió en esto… No lo entiendo?. —Se preguntó la abuela Marlene en si misma luego de haberse enterado de todo lo acontecido.
—Mamá, sobre la boda… por favor ayúdame. —Pidió Mariana a su madre.
—Lo se hija, hablaré con los padres de Lucas para que cambien su decisión, no te preocupes. —Respondió Maribel acariciando el rostro de su hija.
—Esta loco querida nieta, no le hagas caso a las palabras de tu padre. —Le dijo la abuela.
—Les pido un permiso, iré a hablar con Esteban.
La Sra. Maribel subió las escaleras con notable esfuerzo y se dirigió hacia la habitación de su hijo, toco en la puerta e ingreso. Esteban estaba recostado en su cama, la madre lo miro a los ojos, el se levantó de su cama y con nostalgia la abrazó muy fuerte, diciéndole.
—Lo siento mamá, perdóname por favor.
—Tranquilo hijo, se lo que sientes, pero eso no justifica lo que hiciste.
Maribel le tomó las manos a Esteban y le dijo.
—El es tu padre y como tu padre merece respeto… no debiste golpearlo, deberás enmendarlo.
—No debía decirte todo lo que dijo. —Recalco Esteban.
—Lo sé, lo sé hijo… ya no importa.
—Eres la mejor mamá del mundo, no debes ser culpable de nada. —Comento Esteban.
Los ojos de Maribel se llenaron de lagrimas que al cabo de dar la vuelta para irse de la habitación se deslizaron por sus mejillas.
Cuando salió al pasillo a la mitad de el se encontró con su hija mayor... se veía afligida y triste, camino hacia ella y la abrazó con ganas. Le dolía el corazón, el cual estaba completamente lastimado de puñaladas lanzadas por su padre.
Luego se recostó en el pecho de su madre y afirmó que todo podía estar mejor.
“Todo parece un poco mejor”. Pensó.
…
Esteban salió de la casa para liberar un poco de tensión que sentía a causa de lo sucedido, emprendió un camino desconocido con rumbo indefinido y en este se encontró con su amigo Camilo que salió de algún lugar, como si el lo hubiera llamado... se extraño por su oportuna aparición, sin darle tanta importancia le conto lo sucedido en su casa hace algunas horas.
…
Al día siguiente.
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Editado: 06.11.2023