Retrato De Una Familia.

Capítulo 15.

Alejandro recibió ayuda de un camionero que pasaba por la carretera varios minutos después del accidente, estaba herido… con un fuerte dolor en las costillas, sangre por todos lados y un labio partido. Este lo ayudó y lo llevó al centro de salud la Esperanza, allí de inmediato fue internado y el médico de turno, el Dr. Manuel lo atendió y llamó a sus familiares. De inmediato su hermano Ricardo, hizo presencia en el lugar con casi toda la familia reunida. El médico explicó el estado de Alejandro y los golpes que había sufrido. Más tarde, todos pudieron verlo a lo que el les dio una explicación totalmente incierta a lo que realmente había sucedido.  
—Todo paso de repente, iba conduciendo y un caballo se me atravesó a mitad del camino. —Explico Alejandro sin tener en cuenta la pregunta que segundos después su hijo Juan le haría.  
—¿Qué hacías en ese lugar papá?.  
En ese instante el Dr. Entro a la habitación e interrumpió la conversación.  
—Disculpen, es necesario que salgan un momento. Le haremos algunos exámenes más al paciente.  
…  
Horas después, Manuel noto la ausencia de Mariana en aquella familia que a simple vista parecía la más unida del mundo… el, sin duda alguna se acercó a Eduard y amablemente lo saludó y pregunto.  
—Buenas. ¿Como esta, como se encuentra tu hermana?. 
—Bien.  
—Entiendo, bueno la vez que la vi estaba algo preocupada.  
—Claro doctor, fue a causa de todo lo sucedido.  
—Si, me alegro que ya encuentre mejor. Le pido un permiso.  
Eduard se extrañó ante el claro interés del médico hacia su hermana Mariana.  
…  
Días después, Alejandro se recuperaba satisfactoriamente… su esposa e hijos se turnaban las noches para cuidarlo en el hospital. A la quinta noche, Juan estuvo al pendiente de su padre, pero en un pequeño momento que salió a tomar aire fresco y al volver su padre ya no se encontraba en la habitación… de inmediato con preocupación llamo a su tío Ricardo  para contarle lo sucedido.  
Minutos antes, la peor pesadilla de Alejandro había vuelto por el… aquel desconocido apareció nuevamente vestido de enfermero y lo sacó de su habitación sin su consentimiento llevándolo hasta el sótano y metiéndolo de cabeza en el baúl de un auto. Pasaron los horas, Alejandro soñaba que una silueta lo seguía o que alguien desde la distancia lo observaba… completamente asustado se despertó en un lugar muy familiar que sus ojos ya alguna vez habían visto, aquel lugar donde el había asesinado una persona.  
…  
—Tengo a tu hermano. —Le confesó el desconocido a través del teléfono a Ricardo.  
—Que quiere de nosotros. —Pregunto Ricardo en compañía de Eduard. Esteban escuchaba la conversación a la distancia.  
—Morirá dentro de una hora y treinta minutos, si calculo tu llegada al lugar que te indicare llegarás 5 minutos antes de su muerte… yo como tu, vendría a despedirme, ¿no crees?  
—¿Quien eres?. —Pregunto Ricardo con impotencia.  
—Habla pedazo de basura. —Le grito.  
—Hermano, no vengas… ¡no vengas por favor!. —Dijo Alejandro completamente acongojado.  
—Alejandro… —Murmuro Ricardo su nombre con preocupación.  
—Que quiere de mi hermano, responde…  
—Avenida sur, por la carretera saliendo de la ciudad, sin policías. Ahí encontrarás una casa vieja mi amigo. No te parece conocido.  
De inmediato Ricardo recordó aquel lugar, cerca a la antigua hacienda que se había incendiado hace muchos años. El también había estado ahí.  
—¿Cuanto dinero quiere?. Ya se a que te refieres.  
—No amigo, la cuestión no es de plata, es de justicia. —Respondió el desconocido y de inmediato colgó el teléfono.  
… 
Sin ninguna solución, Ricardo emprendió camino al lugar en compañía de su hijo Eduard. Esteban no se quedaría con los brazos cruzados, debía descubrir que ocultaba su tío Alejandro, de esa manera le contó a su primo Juan todo lo que sus oídos habían escuchado y así tomaron la decisión de seguir aquellos que no les quedó de otra si no cumplir lo que aquel desconocido exigía… la presencia en aquel lugar.  
…  
El reloj marcaba las 5:00 de la mañana, el amanecer se había ocultado en una fuerte llovizna sin dar paso al sol. Ricardo llegó al lugar junto con Eduard. Este al entrar a la casa vieja y abandonada recordó de inmediato… aquel hombre que estaba atado en una silla suplicando por su vida, completamente arrepentido y herido. Esta vez, se repetía la misma historia pero con su hermano Alejandro, atado en una silla con heridas en todo el cuerpo. En una esquina de la habitación hizo presencia el desconocido, también completamente afligido a causa del accidente que días antes había tenido junto a su víctima, pero esa afligida actitud no era impedimento para cumplir su venganza, había curado sus heridas y vuelto para cumplirla.  
—Bienvenido respetado Ricardo y compañía a mi venganza.  
—Quien carajos eres, suelta a mi hermano maldito desgraciado, que le has hecho.  
Esteban y su primo Juan ingresaron al lugar, Juan al ver a su padre atado en una silla casi moribundo corrió hacia el, Eduard al verlo se interpuso en su camino para no dejarlo seguir.  
—Papá, papá que haces… ¿qué le estás haciendo?.  
—Valla, Sr. Ricardo acaso no escuchaste muy bien mi exigencia, no quiero jovencitos en este lugar y menos sus hijos. No quiero que queden con algún tipo de trauma cuando vean lo que le haré a su padre.  
—Que dice… alguien responda, quien es este señor y por qué mi padre esta ahí. —Exigió Juan una respuesta a su tío Ricardo.  
—¿Esteban, qué carajo hacen aquí?. —Pregunto Ricardo a su hijo.  
—Bueno no importa, tomemos este pequeño acontecimiento como una reunión familiar. Hermanos, hijos, tíos y primos… presenciarán mi venganza.  
—¿Su venganza, de que habla desgraciado, suelta a mi padre?. —Le grito Juan al desconocido.  
—¿Te pregunto por última vez, dime de una buena vez que quieres?. —Pregunto Ricardo.  
—Nada, no quiero nada. —Suspiro.  
—Solo quiero justicia. Justicia por la muerte de mi padre. Este desgraciado al que tu le llamas padre, hermano o tío mató al mío. —Recalco el desconocido.  
Juan se sorprendió al oír aquella confesión, de igual manera Eduard y Esteban quedaron atónitos ante la verdad que escondía su Alejandro su tío.  
—A ti Ricardo no te digo nada por que tu ya lo sabes… tu lo presenciaste y no hiciste nada.  
Todos giraron la mirada hacia Ricardo y este sin mencionar palabra alguna escucho el relato de aquel desconocido.  
—Me llamo Ernesto, Ernesto Reyes y me presento ante ustedes como su hermano, tu hermano Ricardo y hermano de esta escoria que esta aquí atado. —Ricardo se sorprendió, ahora el quedo pálido junto con Alejandro ante aquella confesión, nunca conocieron que su padre, su héroe de infancia había tenido un hijo más, el hijo que ahora había perdido la cordura y venía segado de venganza a destruirlos.   
… 
Años antes… Ricardo, se enteró de aquella aventura que su padre había tenido con una desconocida mujer, la cual había fallecido junto a su hijo en el parto, también le hablaron de la maldición que caería sobre ellos si este nuevo hijo y hermano sobreviviría, pero el no había muerto ahora estaba frente a sus ojos y entendía la situación claramente... La maldición se estaba cumpliendo y sus hijos pagarían también ese precio.  
… 
—Todo comenzó, cuando el desgraciado de nuestro padre entró en la vida de mi madre. La cual embarazo y por no dañar su lujoso matrimonio con la Sra. Marlene mandó a asesinar a la mía cuando ella estaba indefensa y aún me tenía en sus entrañas. —Aquel hombre narró con tanta nostalgia su historia que la hacía muy creíble y muy triste a la vez.  
—El respetado y honrado Sr. Gerson mandó a matar a mi madre con el hombre más generoso de esta vida… el cual no pudo hacerlo. El si era mi padre, el padre que tu maldito Alejandro mataste a sangre fría cuando yo apenas era un niño y tu un tonto joven desquiciado. Mi madre si, se salvó de la muerte segura que el hijueputa de Gerson, su padre y tristemente el mío biológicamente había puesto sobre ella. Pero no se pudo salvar cuando me tuvo… su padre de una u otra manera la mató y tu Alejandro mataste la persona que me crio y me cuidó, todo a sido culpa de ustedes y del padre que esta hoy en el infierno a causa de todos sus pecados y maldad. Por eso e venido a terminar lo que su querido padre empezó y tu querido hermano Alejandro dejo incompleto…  
En ese instante Ernesto cargó el arma y la puso en la cien de Alejandro.  
—Espera, no tienes por qué hacer esto, entendemos lo que te pasó pero no hay excusa para hacer esto de nuevo, tu padre adoptivo como lo llamas también mató al nuestro, al mismo tuyo así tu no lo quieras, el mismo que nos trajo a este mundo. 
—No confundas las cosas Ricardo, el me quería matar cuando se enteró del embarazo de mi madre. Los únicos hijos son ustedes dos, nadie más.  
—Por favor no lo hagas…  
—Lo siento pero debo cumplir mi promesa de acabar con esto.  
Cuando Ernesto iba a disparar, Ricardo se acercó poco a poco y cuando tuvo la oportunidad de estar cerca lo empujó pero este recobró inmediatamente el equilibrio y le disparó a Alejandro propinándole dos tiros en el abdomen, cayendo así al piso. Todos quedaron atónitos al hecho, Juan corrió hacia su padre y entre lágrimas trató de mantenerlo con vida. Ernesto había quitado el pecado de Alejandro y se lo había puesto sobre sus hombros. Estaba desencajado, loco y triste. Cuando vio a su víctima entre la vida y la muerte, vio a su hermano por parte de padre muy indefenso ahí entendió el error que había cometido.  
…  
Rápidamente Alejandro fue llevado al centro de salud, donde su futuro era incierto y donde la espera jugaba en contra de los que presenciaron el echo. Sin avisarle a sus demás familiares esperaron con la poca calma que les quedaba… horas después el médico Manuel se acercó a los allegados de Alejandro y les comentó su pronóstico a cerca del paciente.  
—El Sr. Alejandro ingresó muy pero muy mal, se esta recuperando pero aún está delicado de salud.  
Todos sintieron un gran alivio al oír las nuevas y buenas noticias, después de aquella terrible madrugada que prometía traer una tragedia al amanecer que no sucedió. 
…  
Ricardo habló con el doctor Manuel para que ocultara la verdad sucedida a los demás familiares, desde el desaparecimiento de Alejandro hasta los dos tiros en su abdomen, a toda costa debía ocultar la verdad y junto con ello cada uno de los testigos guardaría silencio para no dañar la memoria del Sr. Gerson ante la sociedad y especialmente ante su amor de toda la vida la Sra. Marlene.  
… 
Los días transcurrieron en su normalidad para todos, excepto para Ricardo ya que debía cerrar un ciclo junto con su nuevo hermano Ernesto, luego de que se realizara un prueba de ADN y esta le confirmará que si era su hermano, lo cito en un lugar y le fue muy certero en el dialogo que había planeado días atrás.  
—No te denuncie por que eres mi hermano.  
—¿Tan considerado, que te hace pensar que su hijo o tus hijos no lo harán?.  
—No lo harán por que ya hemos hablado con ellos. No creas que todo está perdonado, dañaste la relación de Alejandro con su hijo Juan al creer que su padre es un asesino.  
—Es la verdad y lo justo, ya que no pago como debe ser, que ahora pague con la indiferencia de su hijo. —Acertó Ernesto con simpatía.  
—Ernesto, no nos vamos a llevar bien si seguimos así. Por favor… todos cometimos un error en el pasado, lo se. No hay vuelta atrás pero ahora empezaremos desde aquí.  
—No se preocupe… se a que se refiere.  
—Yo sé, entiende que no puedo decirle a mi madre que existes. Eso la va destrozar el saber que mi padre la engañó con otra mujer. Se que te vas a casar, hazlo empieza una nueva vida nosotros prometemos ayudarte. —Ofreció Ricardo con sinceridad.  
—No necesito nada, tampoco se preocupe. Ya no me volveré a aparecer, estaré lejos de ustedes como debe ser.  
—Gracias. —Ricardo sintió un alivio.  
…  
Al finalizar la tarde, Ricardo volvió a casa, antes de llegar pensó en todo lo que su héroe de la infancia, su padre… había cambiado, para el, el recuerdo que tenía ya era irreconocible. No sabía que era más grave el tener otro hijo o la traición o eran la misma cosa. Pensó, en nunca ser como su padre aunque muy dentro de su corazón ya era imposible evitarlo por una pasión que se desencadenó hace años y que aún guardaba en silencio.  
 




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