Aquella noche Esteban no pudo dormir tranquilamente, su mente le transmitía imágenes del rostro de aquella persona muerta tirada en el piso a la deriva, pesadillas reales que en algún momento vivió que le interrumpían el sueño. Recordó aquel trágico momento en el que en los asientos traseros del auto discutía con Estefanía y su amigo de fiesta, Miguel iba al volante con Alejandra algo ebrios, la discusión se había puesto tensa entre ambos y no pensó en la consecuencia que con tan solo un fuerte golpe vieron rodar el cuerpo de la persona por el parabrisas del auto, cuando miguel freno… aquel desconocido cayo al suelo.
Completamente asustados se acercaron lentamente hacia aquella persona moribunda y vieron que poco a poco desde su cabeza se formaba un charco de sangre, pensaron en lo peor. Discutieron, pelearon y se lamentaron pero llegaron a una sola conclusión. El secreto de aquella muerte instantánea de un inocente los acompañaría por toda la vida hasta la muerte, un secreto que ninguno podía mencionar, un secreto de cuatro.
Esteban no se quedó con los brazos cruzados y desde una cabina telefónica informó al hospital un posible accidente de carretera, sin dar tantos detalles, indicios y mucho menos que el y sus tres acompañantes eran culpables.
No soporto ni un segundo mas recordar aquel pasado suceso que le remordía la conciencia, así que se levanto de la cama y decidió ir a la cocina a tomar un vaso de agua.
—Somos unos asesinos... o tal vez no. —Pensó.
—O tal vez no. —Recalco con optimismo.
Analizo claramente la probabilidad de aquella y no descarto que fuera real y cambiara su realidad… sin nada más que pensar volvió nuevamente a su cama e intento dormir mientras la cabeza le daba vueltas.
…
A Estefanía también la acorralaron los recuerdos aquella noche, lo asimiló y decidió tranquilizarse lo mejor posible e intentar retomar nuevamente el sueño.
…
Al día siguiente la Sra. Maribel decidió ir a casa de su hija Mariana para visitarla ya que había pasado mucho tiempo de no poderla ver, así hubieran pasado dos días de la última vez que la vio sentía su ausencia en la casa y sinceramente no soportaba estar lejos de sus hijos... deseaba visitarla y pasar un rato agradable con ella, lo necesitaba y seguramente su hija también necesitaba a su madre cerca, en compañía de su hija menor Anna María, le llevaron algunas cosas y comida necesaria para ella y su bebé que estaba pronto a nacer.
Apenas se marcharon, a Esteban se le ocurrió una buena idea.
Se alistó rápidamente y se dirigió hacia el hospital, en el que aquella noche llamo al teléfono desesperado para avisar sobre un accidente en el que el tuvo mucho que ver. Al llegar allí observo el lugar detalladamente, los hospitales no eran agradables para el, se acercó a la recepcionista y le preguntó.
—Buen día señorita, e venido para preguntar a cerca de un accidente que sucedió hace unos meses atrás, quisiera saber que sucedió con la persona que fue persona arrollada, acaso falleció.
La recepcionista se sorprendió al escuchar la pregunta del joven y arrugo la frente con notaria duda y extrañez, sin prestar tanta atención, respondió.
—Creo que no será posible darte esa información jovencito, lo que usted me esta preguntando es información privada del hospital y la policía.
—¿Abra alguna forma de saberlo?. pregunto Esteban con preocupación.
—No, lo siento. Aunque puedes hablar con la recepcionista que estuvo esa noche aquí en el hospital tal vez te pueda ayudar.
—Entiendo, dime… en que horario la puedo encontrar sinceramente me urge saber sobre esa persona.
—Lo siento, pero la anterior chica renuncio, ahora yo tome el puesto en tiempo completo. —Respondió la recepcionista.
—Esta bien, le agradezco su ayuda. —Respondió esteban y se marcho sin mirar atrás.
Al salir del hospital, pensó que su idea había fracasado y aún más la de encontrar aquellas personas era casi imposible, mientras pensaba en otra alternativa para salir de dudas… sus ojos se tornaron hacia varias personas que estaban en la calle, en ese momento vio a una Sra. Trabajadora del servicio del hospital… se acerco a ella y sin pensarlo le pregunto.
—Buen día Sra. ¿Le puedo hacer una pregunta?.
—Claro joven, dígame en que lo puedo ayudar. —Respondió la Sra. amablemente.
—Estoy buscando a una persona que trabajo en este hospital, es a la anterior recepcionista… de casualidad usted sabe algo de ella y donde puedo encontrarla.
—Claro, se llama Sonia y ya no trabaja en el hospital. Aunque no puedo darle así como a si la dirección de su casa.
—Por favor señora necesito hablar algo urgente con ella.
—Te vez un chico muy respetuoso y bien portado. Te ayudaré a encontrarla.
—Gracias señora.
Luego de haberle indicado la ubicación exacta de la joven, Esteban camino rápidamente varias cuadras desde el hospital hasta la casa de Sonia. Al llegar toco la puerta, espero y volvió a tocar. En ese momento ella abrió la puerta y pregunto.
—Buen día, ¿en que lo puedo ayudar?.
El se quedo totalmente sorprendido y no respondió nada.
A ella se le hizo extraño y volvió a preguntar.
—Hola, estas aquí, ¿te puedo ayudar en algo?.
El volviendo nuevamente a la realidad, hizo una sonrisa con la boca cerrada y respondió.
—Discúlpame, me... sorprendí.
—¿te sorprendiste?... —Pregunto ella mientras sonreía.
—Ya no se ni lo que digo. —Respondió Esteban entre risas y luego le pregunto.
—Vine solo para hacerte una pequeña pregunta... por favor, es muy importante.
—Esta bien... ¿dime?.
El tomando la palabra, le dijo.
—Te explicare desde el principio. Hace unos meses atrás, tu recibiste una llamada al hospital en el que trabajabas, aquella noche fui yo quien te llamó para que informaras y enviaras ayuda a una persona víctima de un accidente que ocurrió en una carretera a las afueras de la ciudad… tu eres la única persona que me puede ayudar. ¿Solo quisiera saber que sucedió con esa persona?.
Ella inmediatamente lo recordó y dijo.
—Claro. Esa noche estaba a punto de terminar mi turno cuando recibí tu llamada... ya lo recuerdo. Hablas del Sr. Marcos el gracias a Dios aún sigue vivo.
Esteban se sorprendió, sonrió y sintió un gran alivio en el pecho. Libero de la prisión de su cabeza el secreto que le remordía lo más adentro de la memoria.
—No sabe lo feliz que me hace escuchar eso. ¿Sabes donde se encuentra ahora?. —Pregunto Esteban muy emocionado.
—Aún sigue en el hospital. —Respondió ella.
El se extraño al escuchar que aún el Sr. seguía en el hospital ya que habían pasado varios meses después del accidente. No pregunto nada mas para no levantar sospecha alguna. Después de agradecerle a la joven Sonia su generosa ayuda, decidió ir nuevamente al hospital.
Volvió a ingresar al lugar y se dirigió a la recepción, viendo a la recepcionista que horas antes lo había atendido le dijo.
—Una vez más, soy yo.
—Eso veo y ahora que me vas a preguntar. —Dijo con arrogancia.
—Nada.
—Ya no es necesario preguntarte algo, solo vine a visitar un paciente de este hospital. Hablo del Sr. Marcos.
—Esta bien.
La recepcionista tomo el teléfono e hizo una llamada, al terminarla miro a Esteban y le dijo.
—Debe esperar, el paciente aún esta en terapias.
El arrugo su frente y murmuro...
—¿En terapias?.
—¿Perdón, dijo algo?. —Pregunto la joven de carácter fuerte. El con un pequeño gesto admitió que no.
Los minutos transcurrieron y se hicieron horas de espera, aun Esteban seguía esperando que el Sr. Marco terminara sus terapias. Luego de casi una hora y media la recepcionista se acerco a el y le dijo.
—Ya puede pasar a la habitación del paciente.
…
Esteban empezó a caminar por un largo y oscuro pasillo para llegar a la habitación #17. En sus manos llevaba dos vasitos de café que había comprado en la cafetería del hospital. Noto que la luz de la habitación #17 estaba encendida al entrar vio al Sr. Marcos en una silla de ruedas observando una fotografía. Bajo su mirada, cerro sus ojos y pensó...
—Terapias para volver a caminar, maldición es mi culpa que halla quedado en ese estado, si tan solo esa noche hubiera tomado el volante nada de esto le hubiera sucedido.
Mientras pasaban por su mente más culpas que lo hundieran en el fondo del mar, oscuro y solitario, escucho una voz que le dijo.
—Buen día joven, ¿necesita algo?.
Esteban de inmediato abrió sus ojos y vio que el Sr. Marcos se había dado cuenta de su presencia, no supo que decir y dijo lo primero que se le vino a la mente.
—Buen día Sr. Vine a traer su café.
Esteban ingreso a la habitación y se lo dejo encima de la mesa de noche.
—Nunca me han traído una taza café aquí, incluso nunca me dan. —Respondió el Sr. Notándosele extraño… sin dar importancia dijo.
—Pero no importa creo que lo necesito. —Lo tomo en su mano y empezó a tomar pequeños sorbos ya que aún estaba muy caliente.
Esteban sonrió y dijo.
—Disfrute su café Sr.
—Se lo agradezco joven, hace tiempo no bebía un rico café como es este. —Segundos después el Sr. Pregunto.
—¿Trabaja usted aquí en el hospital?.
Esteban invento inmediatamente una excusa y respondió.
—No Sr. Solo acostumbro a visitar algunos pacientes de vez en cuando.
—Es muy solidario lo que hace, Dios se lo recompensara.
—Así va hacer, debo irme señor, lo visitare pronto.
—No olvides traer una tasita de café. —Comento el Sr. Marcos con empatía.
Esteban volvió a sonreír y se marcho.
…
En medio de la lluvia salió del hospital, se dirigió hasta su casa luego de ahí pensó en darle la buena noticia a Estefanía de que la persona del accidente de esa noche no había muerto. Ya no abría culpa.
Cuando llego a casa su madre la Sra. Maribel lo recibió y le pregunto.
—¿Hijo donde estuviste hoy?.
—Estuve en el teatro mamá no te preocupes. —Respondió el. Le dio un beso en la frente e ingreso a la casa. Cuando llego a la sala noto que se encontraba su hermano Eduard junto con Estefanía tomados de la mano. Eso desmoronó nuevamente su ser.
Esteban se les quedo viendo sin decir nada. Eduard se levanto, en ese momento la Sra. Maribel le dijo a Esteban.
—Te acompaño a tu habitación hijo. —Inmediatamente lo tomo del brazo mientras le decía en repetidas veces.
—Vamos hijo.
Esteban no lograba quitarle la mirada de encima, solo lo hizo cuando su madre entre pequeños empujones disimulados lo llevó a su habitación. Después de un rato Esteban inicio a realizar sus compromisos del colegio, pero no lograba concentrarse… en ese momento su hermano Eduard entro a su habitación… se acercó a el y le dijo.
—Creo que ahora ya te quedara muy claro de no volverte a acercar a ella.
Esteban guardo silencio.
—No dices nada verdad, ya veo que tu vergüenza se agotó y solo te queda agachar la cabeza como un miserable. —Eduard se acerco un poco más intimidando a su hermano y golpeo el escritorio donde Esteban se encontraba.
—Te quedo claro...
Esteban se levanto de la silla, lo miro fijamente y respondió.
—¿Y si no me quedo claro que pasara hermano?. Que vas a hacer, acaso me vas a matar.
—Si. —Respondió Eduard.
En ese momento la Sra. Maribel entro a la habitación y pregunto.
—¿Sucede algo hijos?.
Eduard de inmediato respondió.
—No pasa nada mama... solo charlaba con mi hermano sobre sus estudios.
—Me alegro mucho verlos unidos una vez más mis hijos. Me hacen muy feliz.
Eduard sonrió hipócritamente. Mientras a Esteban le rondaba en la cabeza la amenaza de su hermano mayor.
Eduard le dio dos pequeños golpes a su hermano Esteban en el hombro derecho en son de despedida, mientras le dijo.
—Espero que termines pronto tu tarea hermano.
Luego de haberse marchado y Esteban quedarse nuevamente en su habitación sintió la ira de la forma descontrolada correr por sus venas, la relación de hermandad estaba rota y era difícil de recuperar.
…
Al día siguiente Anna María salió muy temprano de casa con la excusa de terminar un trabajo pendiente con sus amigas pero a la mitad del camino se encontró con su profesor… ya para ellos era inevitable su amor, aunque el nunca le hablo de su pasado o presente no fue impedimento para enamorarse perdidamente de él, solo disfrutaban de los bonitos momentos, con tan solo verla a los ojos le alegraba la vida, contemplar su dulce sonrisa, su inocencia al acariciar sus suaves manos y susurrarle al oído mil te amo. Ese mismo día fueron al parque a observar las aves por la mañana… al llegar a aquel tranquilo lugar se sentaron en una banca de madera color marrón, el inmediatamente dirigió su mirada hacia ella. Ella también lo miro y le sonrió. Al paso de varios segundos mientras se miraban a los ojos el levanto su mano y toco suavemente las mejillas de ella, mientras poco a poco acercaba sus labios a los de ella.
…
Los días continuaron su curso… cada uno de los protagonistas, protagonizando sus vidas, sus amores, sus secretos… inocentes, culpables… tristes y felices, así transcurrió un mes en plena calma.
…
Como se había vuelto constumbre, Esteban día a día acompañaba a el Sr. Marcos a sus terapias, para el era grato acompañarlo en su recuperación y lo animaba cada día más en mejorar, obviamente sin olvidar su pequeña taza de café. Esteban era testigo del notable esfuerzo en cada sección de recuperación del Sr Marcos donde demostraba con gran valentía volver a caminar a pesar de todo lo sucedido en su pasado. Esteban en algunos momentos Sintió lastima, no del Sr. Marcos si no de el mismo y culpa que poco a poco empezaba a desaparecer… eso lo hacía sentir mejor.
Todos los días Esteban seguía visitando en el hospital al Sr. Marcos, cada día mas veía en el una esperanza mas de volver a ser feliz, lo demostraba con cada una de sus sonrisas, luchando contra si mismo para conquistar nuevamente la vida que había perdido alguna vez.
Como era de esperar, tanto esfuerzo empezó a dar mucho avance en la recuperación… con alegría Esteban contemplo al Sr. Marcos dar pasos lentamente mientras se sostenía de una pequeña barra de metal… mientras a el le saltaba el corazón de felicidad y se le inundaban los ojos de lagrimas al poder dar varios pasos después de tanto tiempo... después de un rato el Sr. quiso tomar un pequeño descanso y volvió una vez más a su silla de ruedas en la cual ya se encontraba muy cansado de estar, Esteban se hizo a su lado… levanto su mirada y dijo.
—Supongo que todo lo que le sucedió es difícil y muy triste para usted.
El Sr. Marco de inmediato respondió.
—No, no lo es. Gracias a esto y a esta silla de rueda aprendí a amar la vida y también me a enseñado el valor que tiene la familia. Por culpa del alcohol, las drogas y las mujeres. Perdí a mi familia. Pero todo sucede por alguna razón por mas simple que sea. —Suspiro y continuo diciendo.
—La perdí. Pero todo esto me a enseñado que si existe una segunda oportunidad. Aunque mi familia no me la dio la vida si me la a dado, a esto se le llama volver a nacer.
Las lagrimas de Esteban se deslizaron por sus mejillas al escuchar la pequeña reflexión del Sr. Marcos.
—Lo admiro mucho Sr.
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Editado: 06.11.2023