Retrato De Una Familia.

Capítulo 21.

Mariana estaba triste y cansada de la monotonía de una vida que no quería llevar, de la indiferencia de su esposo Lucas y de la distancia de su familia. Estaba arta que sus sueños y su vida hubieran dependido de otras personas y mientras preparaba la cena para su esposo, pensó… “ya he llorado suficiente”.  
Todos los platos que estaban sobre la mesa los tomo en sus manos y los lanzo al suelo, los portarretratos que tenían las fotografías del día de su boda, los lanzo con tanta fuerza contra la pared, todos los vidrios quedaron dispersos por todo el piso. 
Tomo la ultima fotografía que quedaba y la observo, era la única foto le transmitía calma y serenidad, donde se encontraba toda su familia. Todos estaban muy felices... ella sonrió al verla y recordar aquellos momentos de felicidad, mientras las lagrimas caían de sus ojos, llevo su mano derecho al vientre y murmuró...  
—Saldremos adelante mi niño, te lo prometo. 
Con la fotografía puesta sobre su pecho se recostó sobre la pared y se deslizó mientras lloraba amargamente por su triste realidad.  
… 
Lucas ya había terminado su jornada de trabajo y como era de constumbre decidió volver a su casa… al llegar y al abrir la puerta, sus ojos vieron todo el desastres que había tirado en el suelo y en un rincón de la sala se encontraba Mariana… camino rápidamente hacia ella y le pregunto. 
—¿Que rayos sucedió?. 
—Que sucedió... —Replico Mariana y se levanto inmediatamente del piso y continuo diciendo lo que tenía atorado en el pecho.  
—Aún preguntas que sucedió… sucedió que estoy arta de ti, de tus malos tratos, de tu indiferencia, de tu falsedad de todo lo que tenga que ver contigo. Tu me dañaste todo el corazón, mis sueños y hasta la vida misma y aún así preguntas que a sucedido...  
El la miro a los ojos con notoria ira, la tomo de los brazos apretándola con fuerza y luego en un descuido levanto una de sus manos y le dio un golpe en la cara que la hizo caer al suelo. 
—Eres una descarada, mal agradecida. Acuérdate que tu fuiste la que me jodio la vida, con tu maldito hijo que llevas dentro, me jodieron todo… me repugnan. —Dicho esto, tomo un florero que se encontraba en la mesa y lo tiro con fuerza al suelo, al romperse los cristales se esparcieron por todos lados, luego se marcho. 
Las flores cayeron al piso entre los mil pedazos de vidrio del jarrón… sus hojas, su tallo y sus pétalos estaban siendo lastimados por los afilados y cortantes cristales rotos, así mismo como Mariana estaba lastimada.  
… 
Estefanía volvió a su casa luego de haber visto a Esteban con otra mujer… al entrar a su habitación, recordó el momento en el que vio a Esteban por primera vez, deseaba quedarse con los mejores momentos llenos de felicidad, calor, complicidad y con el amor que sentía por el. Mientras sus lagrimas se deslizaban por sus mejillas, cerro la puerta de la habitación y se recostó en ella, se quedo viendo a la nada y su mente quedo en blanco al terminar de recopilar tan bellos momentos, por último solo se resigno y pudo decir en voz baja. 
—Así es el amor, a esto se le dice amor, el amor que amas y luego te lastima, te tira al piso, te pisotea y por ultimo te deja… así es el amor.  
… 
El profesor Emanuel y Anna María continuaban con su relación en secreto, claramente esta vez con más cautela, ya que sabían que su amor no seria bien visto ante los ojos de la sociedad por la gran diferencia de edad de ambos. Ella aún era una niña de 16, mientras el un hombre de 38. 
Anna María realmente era muy feliz, su primer amor y por el primer hombre que había perdido la cabeza, una tarde ella recostó su cabeza en su hombro mientras observaban el cielo teñido de atardecer. Una extraña mujer tomada de la mano con un pequeño niño se acerco a ellos y dijo en voz alta. 
—Así te quería encontrar desgraciado. 
Ambos reaccionaron de inmediato y giraron su mirada hacia aquella mujer, el la conocía claro que si… ya que su rostro quedó petrificado de terror.  
—¿Conoces a esta mujer?. —Pregunto Anna María con clara duda.  
Emanuel la miro a los ojos con temor y no respondió palabra alguna... Luego de transcurrir un largo silencio... La extraña mujer nuevamente insistió diciendo.  
—Se te comieron la lengua los ratones maldito miserable…  
—Oye, dile algo se está refiriendo a ti. —Insistió Anna María.  
—¿Y esta niña quien es… acaso tú hija?. —pregunto la mujer con sinónimo de ofender a Anna María.  
—Y usted quien es señora. Quien se cree usted con el derecho de venir a insultarnos.  
—¿Enserio Emanuel, no me digas que tienes una relación con esta niña?.  
Emanuel guardó silencio…  
—Sinceramente… que pensaran de ti, el respetado docente de una de las universidades más prestigiosas de la capital viene y se involucra con una niña que podría ser su hija. Sabes bien de qué te pueden acusar… de acosador y violador.  
—¿Qué esta insinuando señora, dígame de una vez por todas quien es usted?. —Exigió Anna María una respuesta con la paciencia al límite.  
—Enserio no le has dicho nada querido Emanuel. Pues entonces le diré.  
—No vas a decir nada. Tu y yo hablaremos de esto. —Respondió el.  
—No, no… déjala hablar, yo necesito saber quien es esta ordinaria mujer. —Intervino diciendo Anna María.  
—Con gusto te lo diré. —Respondió la mujer con tono de burla.  
—Es mejor que no lo sepas. —Le dijo Emanuel a Anna María viéndola a los ojos con tristeza.  
—Si la escuchas todo lo de nosotros se acabará.  
—Soy su esposa. —Confeso la mujer, dejando a Anna María echa pedazos.  
—Mucho gusto soy Hilda Santamaría esposa del respetable profesor Emanuel.  
A Anna María se le partió el corazón al escuchar aquella confesión, Emanuel en su defensa inmediatamente dijo. 
—No digas mentiras… nosotros ya nos divorciamos.  
—Tu no digas mentiras, mientras el divorcio no esté cerrado tu y yo aún somos esposos y no lo puedes cambiar.  
Emanuel le intentó explicar la situación a Anna pero ella lo empujó con fuerza y rabia, estaba decepcionada y herida.  
—Y saben… me salté la mejor parte. —Comento la mujer y continuo diciendo.  
—Este niño que está justo a mi lado es el hijo de este desgraciado. Juanchito, saluda a tu padre y a su amiga.  
Lucas cerro sus ojos y bajo el rostro… todo estaba descubierto. Anna María no podía creer en todo lo que sus ojos y oídos estaban contemplando, los ojos se le llenaron de lágrimas y tratando de controlar sus impulsos dijo.   
—Me mentiste... me mentiste, todo fue una mentira y cuanto te lo pregunte no me dijiste nada.  
Emanuel se acerco a ella y le tomo las manos, ella bruscamente se soltó de las manos de el y dijo.  
—No me toques infeliz.  
—Perdóname Anna, yo no quería hacerte daño sinceramente yo te amo a ti. Desde hace mucho tiempo con esa mujer solo existe la relación por mi hijo.  
—Aun así no me dijiste que tenías un hijo, lo ocultaste..  Pero ya no digas nada, cállate y no me busques nunca más. —Respondió, inmediatamente se marcho del lugar. 
Emanuel giró la mirada cargada de rabia hacia la mujer y le gritó con fuerza.  
—Que carajos crees que haces maldita mujer.  
—No me grites delante de nuestro hijo.  
—¿Qué quieres de mi, habla de una vez?.  
—De ti, solo quiero joderte la vida como tú me la jodiste a mi… y también necesito la última cuota del dinero que habíamos acordado por guardar tus sucios secretos y mira como es la vida, sigues siendo el mismo hijo de puta de antes… ahora también guardaré el nuevo secreto que tienes pedazo de pedófilo. —Comento Hilda con sarcasmo.  
—No te daré ni un peso más. Entiende eso.  
—Esta bien, halla tu cuando salga una a una de tus porquerías a la luz. ¿Tu decides?.  
La mujer se marchó con el niño y dejó a Emanuel con la amenaza más grande de su vida rondándole la cabeza.  
…  
Mientras caminaba lentamente de vuelta a casa recordó los bonitos recuerdos que su mente le transmitía junto a Emanuel… al llegar a casa toco la puerta, de inmediato la Sra. Maribel la abrió… Anna María se lanzo a sus brazos y solo pudo decirle a su madre.  
—Abrázame fuerte mamá, no preguntes nada, solo quiero que no dejes de abrazarme, una lagrima se escapó de sus ojos y se deslizó por su mejilla.  
La madre la abrazo muy fuerte y respondió.  
—Mi pequeña niña, ya has crecido, mi niña. 
Luego se le dibujo una sonrisa en el rostro llena de tristeza.  
… 
La noche transcurrió en calma, al son de los ruidos de los búhos, los grillos, y los ruidos silenciosos de la noche oscura y de las estrellas agonizando dando paso al amanecer, tiñendo el horizonte de color amarillo por la mañana y las aves formaban bandadas de crías volando sobre el cielo… dándole vida al nuevo día.  
 




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