Retrato De Una Familia.

Capítulo 22.

Desde muy temprano el Sr. Ricardo había preparado las maletas… nuevamente debía marcharse por compromisos laborales, pero muy dentro de el, deseaba irse por que su vida estaba lejos de su familia… aunque no lo hacía notar era lo que sentía su corazón.  
La Sra. Maribel preparó el desayuno muy temprano, para así compartir más horas con su esposo antes de el viaje… presentía nuevamente una gran tristeza. Al rato lo invito a seguir a la mesa para desayunar… ella se hizo a su lado y le dijo.  
—¿Enserio no te puedes quedes un poco más?.  
—No, tu sabes como es esto de los negocios.  
—Te vamos a extrañar mucho, otra vez.  
Ricardo miro a Maribel a los ojos y vio en ellos que estaban cargados de lagrimas y tristeza, bajo la mirada y no dijo nada.  
Después de un rato, Maribel inició una nueva conversación.  
—Hoy visitaré a Mariana, creo que es necesario que vuelva a casa con nosotros… con su familia. Ella solo cuenta con sus padres y sus hermanos, debemos apoyarla y así tendrá fuerzas de salir adelante con su...  
—Contara solo con tu apoyo y no lo digas más… ella fue culpable de sus actos, no insistas, ese es su castigo. —Respondió Ricardo manteniendo forzosamente la calma. 
—¿Su castigo?... no entiendo realmente que te sucede, amabas a tu hija y ahora resulta que la odias a morir. Crees que no la has castigado suficiente con tu indiferencia, tus malos tratos y tus malas palabras.  
—Silencio... ¡basta!. —Respondió el, levantándose de la silla muy enojado. 
—Ella no volverá a poner un pie en esta casa, nunca, nunca mas, entendiste... 
En ese momento Anna María entró al comedor y saludó cariñosamente a su padres. Observando las maletas y presintiendo una triste despedida le pregunto a su padre. 
—Buen día hija.  
—¿Te iras hoy papá?.  
—Así es, hija mía… debo ir a concertar unos negocios pendiente.  
Eduard salió de su habitación y bajo al comedor y se integro a la conversación.  
—Buenos días. ¿No pensé que te irías tan temprano papá?.  
—Si hijo, ya sabrás como es esto cuando culmine tu carrera y te hagas cargo de la empresa.  
—Lo se, espero que estés muy pronto devuelta papá.  
—Así será hijo... —Inmediatamente pregunto.  
—¿Y Esteban?.  
Anna María y Eduard extrañaron la presencia de su hermano, al no estar presente para despedir a su padre.  
—Iré a despertarlo. —Comento Eduard.  
—Déjalo hijo, veo que sigue enfadado luego de todo lo que le dije respecto a su relación indecente con tu novia. Incluso desde hace mucho tiempo a el no le importa su padre. —Respondió el Sr. Ricardo.  
Anna María invito a su madre para despedir a su padre. Ella quedo en completo silencio, sin decir nada se levanto de la silla y se fue a la cocina.  
—¿Que le sucede?. —Pregunto Anna María.  
—No pasa nada hija, ya es hora de irme. —Respondió el Sr. Ricardo con una sonrisa triste.  
El padre abrazo con fuerza a sus dos hijos presentes y evitar las lagrimas fue imposible. Después de un rato lo acompañaron a la puerta principal de la casa y mientras el se subía al auto, Anna María y Eduard sintieron una profunda tristeza. Ella apoyó su cabeza en el hombro de su hermano y así vieron con melancolía el auto alejarse de sus ojos. Esteban se levantó de su cama y observo a través de la ventana que su padre se iba una vez más… era imposible evitarlo y así las lagrimas se deslizaron por sus mejillas al ver el auto marcharse sin ningún motivo que retrocediera y que su padre estuviera otra vez con ellos. Maribel lloró en silencio en la cocina cuando escucho que la puerta principal se cerró por completo, esta vez de manera  distinta… ahí comprendió una vez más que estaba sola con sus hijos.  
… 
Horas después…  
La Sr. Maribel había preparado unas recetas especiales para su hija en la que incluía su comida favorita, así emprendió el camino hacia la casa donde su hija mayor Mariana se encontraba.  
Tardo dos horas en llegar, después de haber dejado el autobús emprendió un extenso camino que se encontraba en medio del campo hasta llegar al hogar de su hija. Al llegar sacudió sus zapatos del lodo y toco a la puerta, con una gran sonrisa dibujada en su rostro.  
Todo estaba en silencio, paz y tranquilidad. Supuso que su hija estaba muy feliz en un lugar alejado de la ciudad, con árboles, flores y el lejano canto de los pajaritos volando por el cielo.  
Una vez más, toco nuevamente a la puerta. La comida que llevaba en las manos estaba cansando sus brazos y se enfriaría a tanta espera… Cuando iba a tocar nuevamente a la puerta, Mariana la abrió...  
La Sr Maribel sonrió, pero su sonrisa desapareció cuando vio a su hija con varios moretones en la cara. Todo lo que llevaba en sus manos se fue al suelo. 
Mariana se desmayo en los brazos de su madre, en ese instante sintió alivio. Escucho las palabras desesperadas de ella, pidiendo ayuda y suplicando que despertara, si estaba feliz… su felicidad era que nuevamente se encontró en los brazos de su madre, su corazón estaba cálido al sentir el calor de su madre que venia a quitarle las cadenas que la amarraban en una amarga vida.  
La Sr Maribel entro a la casa y recostó a su hija en el sillón…  
—Hija... hija mía, ¿qué te pasó?.  
Tomo las manos de Mariana y les dio un beso mientas sus lagrimas caían sobre ellas, susurro... 
—Nunca, pero nunca permitiré que alguien toque a mis hijos.  
Después de un rato, La Sr Maribel tomó la decisión de llevar a su hija a su propio hogar, del que nunca debió salir. Empaco sus pocas pertenencias y volvieron a casa.  
Al llegar, todos sus hermanos se llevaron una gran sorpresa al verla de nuevo pero se extrañaron al ver su rostro.  
—¿Qué paso madre, dime que le sucedió Mariana?. —Pregunto Eduard.  
—Hijo… Hablaremos luego, déjala descansar.  
—Claro que no madre, dime algo… ella se ve muy mal.  
Maribel no le prestó atención a su hijo y llevó a su hija Mariana a su habitación, luego de recostarla en su cama, cerro la puerta y volvió con sus otros hijos los cuales se encontraban en la sala a la espera de una explicación.  
Camino a la sala, pensó. <<que podre decirle a sus hermanos, no se que decir>>.  
Al entrar nuevamente a la sala, Eduard esperaba a su madre con una docena de pregunta, a lo que ella aclaró precisa y certeramente lo sucedido. Ya que no le quedaba alternativa alguna que la verdad.  
—Lucas... su esposo la golpeo.  
—¿Qué Lucas hizo que mamá?. —Pregunto Anna María, con mucho asombro, no podía creer que su hermana fuera víctima del machismo de un hombre.  
Eduard de inmediato empuño su mano derecha y dijo.  
—Es un maldito desgraciado… como pudo, por que. Es un hijo de.  
La Sr. Maribel lo interrumpió de inmediato diciendo.  
—Hijo cálmate no hagas nada malo, por favor. Yo me encargaré de esto… le dejaré muy claro a ese miserable que mi hija no vivirá más con el.  
—Madre, no me pidas que me calme y que no haga absolutamente nada, por que no será así. —Respondió el joven y se dirigido a la habitación de su hermana.  
…  
Había llegado la noche, Esteban se encontraba leyendo su libro favorito por esos días "el arte de amar". 
Anna María se encontraba viendo la calle solitaria a través de la ventana.  
La Sr. Maribel se encontraba reunida junto con ellos en la sala. Cada uno de ellos pensaban en lo sucedido en cada una de sus vidas… de igual manera Eduard y Mariana se encontraban en sus habitaciones pensando en la misma situación.  
En aquel preciso momento, sus pensamientos fueron interrumpidos por los gritos escandalosos de un hombre afuera de su casa que gritaba con mucha fuerza.  
—Sal de ahí mariana, no me iré de aquí sin ti… por que carajos dejaste la maldita casa sola, te irás ahora mismo conmigo. ¡sal maldita sea!.  
La Sr Maribel identifico inmediatamente la voz de quien se trataba y de inmediato le dijo a su hija Anna María... 
—Hija, ve a la habitación de tu hermano Eduard y pase lo que pase no lo dejes salir, no quiero que cometa una locura.  
—Esta bien madre, lo haré... —Respondió la joven.  
La Sra. Maribel en compañía de Esteban salió de la casa y dirigiéndose a Lucas lo tomo del brazo con fuerza y le dijo.  
—¡Basta! Infeliz… quien te crees para venir a gritar a mi hija, esta es su casa, sabes te diré algo, espero que te quede muy claro… jamás vuelvas a tocar un solo cabello de mi hija. Jamás! Si lo haces te mataré con mis propias manos.  
Lucas sonrió y soltó una indecente carcajada y respondió... 
—Señora lo que pase entre su hija y yo no le importa. Mejor ocúpese de sus otros hijos, especialmente del que está detrás de usted. —En ese instante, alzó su mano y con su dedo índice Lucas señalo a esteban que estaba al lado de la puerta. 
—Su hijo Esteban y su amigo son dos joyitas de las que se debe cuidar.  
La Sra. Maribel arrugo su frente demostrando su inquietud, giró la mirada hacia Esteban el cual no entendía la acusación.  
Esteban claramente se enojó al escuchar aquel comentario de Lucas, con el fin supuso el, de hacerlo quedar mal frente a su madre... sin aviso respondió...  
—Que carajos dices idiota, te la verás conmigo imbécil. —En ese instante Esteban se lanzo a golpear a Lucas pero su madre lo detuvo.  
—Cálmate hijo, está borracho este tipo. No sabe ni que dice.  
Lucas, si se encontraba bajo los efectos del alcohol y no paraba de reírse e insistió diciendo. 
—Mejor dile a tu hermana que nos iremos inmediatamente de aquí... —Dijo sacarticamente dirigiéndose a Esteban.  
—No lo hará. —Respondió Maribel con seguridad.  
Al no quedar satisfecho empezó a gritar a Mariana desde la calle, aquel escándalo llegó a oído de Eduard, el cual quitó a Anna María de su paso y rápidamente salió de su habitación, hacia la calle.  
Esteban lo vio venir y de inmediato se hizo justo en la puerta para no dejarlo seguir.  
—Hermano cálmate. —Dijo Esteban.  
—quítate de mi camino. —Respondió Eduard.  
—Hermano escúchame.  
—Dije que te quitaras. —Respondió sumamente alterado. 
Tomo a Esteban de su camisa y lo empujó con fuerza contra la puerta.  
Rápidamente salió a la calle y cuando sus ojos vieron a su madre enfrentándose con Lucas, se dirigió hacia ellos sin previo aviso.  
—Hijo por favor... —Suplico la Sra. Maribel.  
Eduard no escucho súplica alguna, cegado por la ira alzó su mano y de un fuerte puño en la cara lanzó a Lucas al piso, donde lo empezó a golpear sin descanso alguno.  
Madre y hermano intervinieron en el conflicto, pero Eduard los apartaba de el y continuaba golpeando a Lucas sin piedad… cuando pudieron lograr de tranquilizarlo Eduard dijo en voz alta.  
—Te mataré maldito idiota, lo prometo.  
Esteban tomó a su hermano para llevarlo nuevamente a casa pero este tajantemente le dijo.  
—Usted ni se me acerques o te ira peor que a el, aléjate, Estefanía te espera.  
Ahí entendió, que su hermano lo odiaba a morir.  
Lucas, completamente ensangrentado se levantó del suelo mientras decía.  
—Lo pagaras muy caro, lo pagaras por golpearme maldito hijo de... —Sin más que decir, se marchó. 
…  
Luego de lo acontecido todos se reunieron en la sala excepto Mariana. Allí mientras cada uno pensaba en lo ocurrido, Maribel tomó la iniciativa de una conversación. 
—Hijo te dije que no hicieras nada, por que no me escuchas. 
—¿Que debía hacer madre, Que mi hermana fuera humillada por ese infeliz, Que debía hacer… Dime?. —Respondió Eduard.  
—Lo mejor es que mi hermana no se entere de lo sucedido. —Comento Anna María.  
—Es verdad hija. Es lo mejor. —Respondió Maribel, completamente agotada.  
Mientras tanto Esteban se encontraba pensando sobre la acusación que Lucas había hecho.  <<A que se refería con lo que dijo>>. Pensó. No entendía nada.  
<<Su hijo y su amigo son dos joyitas de las que se debe cuidar>>.  
… 
Al día siguiente la Sra. Marlene decidió visitar a sus nietos y a su nuera Maribel, ya que desde hacia tiempo no los acompañaba. La Sr Maribel se alegro mucho por su visita, luego de enterarse de lo sucedió con su nieta Mariana fue a su habitación. La abrazo... sin preguntar nada, la protegió en sus brazos.  
Eduard estaba listo para irse como era de constumbre a la universidad. La Sra. Maribel lo tomo de la mano y le dijo. 
—Hijo, quiero hablar contigo antes que te vallas.  
—Esta bien mamá. —Respondió el.  
Juntos caminaron hacia la sala y tomaron asiento. Maribel lo miro a los ojos y sonrió. Era como mirar a sus mismos ojos, verdes como las montañas. El muchacho tenia el mismo color de los ojos de ella. 
—Mi mayorcito... haz crecido bastante.  
Eduard sonrió, bajo su mirada e inmediatamente respondió. 
—Por favor mamá, no empieces.  
—Se que ya has crecido lo suficiente y ya no quieres que te diga que eres mi pequeño niño.  
—¿Que haría sin ti mamá?. —Pregunto Eduard con nostalgia. 
—Harías todo hijo, eso lo debes tener muy seguro. —Respondió la Sr. Maribel y luego dijo. 
—Hijo, solo quiero hablar contigo sobre la relación que últimamente has llevado con tu hermano, créeme que e visto sus miradas y el rencor, la rabia y rivalidad entre ustedes dos por lo sucedido con Estefanía.  
—Mamá, Pensé que era algo mas importante. —Respondió el joven. 
—No hay nada mas importante que esta situación Eduard, no puedo seguir viendo que mis dos hijos son un par de enemigos.  
—No debes preocuparte por eso mamá. Ya eso terminó. 
La Sra. Maribel tomo las manos de su hijo y le dijo. 
—Hijo, habla con tu hermano. Entiendo tu rabia... pero perdónalo. Quiero que entiendas algo; el día que yo no este a tu lado solo te pido que cuides a tu hermano, cuidado con tu vida. Eres su hermano mayor y el solo te tiene a ti. Te admira y te respeta… sea lo que halla pasado entre el y Estefanía estuvo mal por la traición hacia ti, pero entiende que el es tu hermano y se esfuerza por que entiendas sus razones y lo perdones de una buena vez.  
—Me mintió, madre... lo sabes, oculto su relación con Estefanía, cuando ella estaba junto a mi. ¿Lo recuerdas?. 
—Lo se hijo, fue un error. Solo habla con el, se que se entenderán de nuevo.  
Eduard bajo su miraba al suelo y coloco sus manos en la cabeza apoyando los codos sobre sus rodillas. Luego de un rato respondió...  
—Esta bien mamá lo haré.  
La Sra. Maribel se sintió feliz, abrazo a su hijo y le susurro al oído.  
—Gracias hijo, muchas gracias. 
Eduard se dirigió hacia la puerta principal de la casa y volviendo su mirada hacia su madre le dijo.  
—Hablare con el cuando este devuelta en casa madre.  
—Esta bien hijo... —Respondió ella con una gran sonrisa. 
Luego de despedirse se marcho... sin saber, lo que le ocurriría sin siquiera saberlo.  
 




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