Retrato De Una Familia.

Capítulo 27.

Al día siguiente.
Desde muy temprano salió de casa y se dirigió a un lugar tranquilo, donde las hojas secas de los arboles caían al suelo mientras el caminaba, la vida se hizo pálida en aquellos días, un triste y amargo dolor lo envolvía en un sentimiento de impotencia y culpa, perder a un amigo... era un dolor indeseable, para el era como perder la vida misma.  
…  
Tomo la decisión de ir a donde su amigo se encontraba antes del funeral, en el centro de medicina legal, recito por todo el camino que todo fuera un sueño… pidiéndole a Dios que le devolviera el tiempo y que el mismo evitara que el día que mataron a Camilo, ellos no se encontraran ahí. Deseo tener las fuerzas imaginables para evitar que le dispararan y que acabaran con su corta y misteriosa vida.  
Al esperar por varios minutos después, el forense llamo a Esteban y lo condujo hacia un lugar oscuro y silencioso, donde la muerte hacia de las suyas, donde nos envolvía en una oscura pesadilla de dolor y tristeza imaginable... donde cada uno de los secretos que se tienen en vida morían con ellos, donde la vida termina… donde los recuerdos y los momentos vividos quedan escritos y clavados en las hojas marchitas de la vida.  
El forense miro a Esteban, cuando se encontraron frente a la puerta de la habitación fría en la que se encontraba Camilo, le pregunto... 
—Esta listo...  
El respondió con un gesto que estaba listo. Dentro de el, no lo estaba en realidad y no debía escapar o evadir esa realidad.  
Al abrirse la puerta de esa habitación, Esteban vio una sabana blanca que cubría el cadáver de su amigo... Camino despacio acercándose hacia aquella mesa de metal. Lentamente el forense quito la sabana y dejo al descubierto el rostro de Camilo, y de inmediato se retiro de la habitación.  
Esteban suspiro con las lágrimas al borde de los ojos, cuando se encontró cerca a Camilo llevo su mano hacia la frente de el, en el momento que la toco, cerro sus ojos…  
—Tienes frío amigo. —Murmuro con melancolía.  
Al abrir nuevamente sus ojos, vio las heridas de las balas que acabaron con su vida. 
No se pudo contener de tanta tristeza y de los llantos que había evitado, de los gritos desesperados y del dolor tan profundo que le hacía un nudo en la garganta, allí frente a su amigo liberó todo lo que tenía atorado en el pecho y en un llanto desconsolado, sepulcral y conmovedor… lloró por varios minutos por lo que ya no podía evitar, sus lágrimas caían sobre la sabana blanca y en ella se disolvía como los recuerdos. Bajo su frente y la apoyo sobre el pecho de Camilo, buscando quizá el consuelo que calmara su dolor... llevo su mano y tomo la sabana la apretó con fuerza, tratando de calmar su desesperada tristeza, pero algo no se lo permitía. 
No soporto tanto dolor y salió de aquella oscura y cruel habitación... cuando levanto su mirada, frente a él se encontró con su hermano mayor Eduard y su hermana menor Anna María, los cuales lo había seguido y evitaban a toda costa dejarlo solo en esos momento.  
Esteban los miro con nostalgia y no pregunto nada.  
Eduard se acerco a el, lo abrazo con fuerza y le dijo.  
—No estas solo hermano, nosotros estaremos siempre aquí.  
Dichas las palabras, removieron los sentimientos… Anna María se unió al abrazo y los tres lloraron en silencio, por que… la felicidad se había perdido para cada uno de ellos.  
… 
Una vez más, volvieron nuevamente a casa, cuando iban a ingresar Esteban se detuvo y le dijo a sus dos hermanos.  
—No entraré a casa, iré a casa de Camilo, sus padres deben estar pasándola muy mal… les ayudaré en lo que más pueda, es necesario que este con ellos en este momento.  
—Mi madre se preocupara mucho, hermano. Entra, ya iremos en cualquier momento. —Comento Eduard. 
—Dile que estoy bien. No pasa nada.  
—Esta bien.  
Esteban dio media vuelta y emprendió el camino a casa de los padres de su amigo. Al llegar, tocó a la puerta y de inmediato la madre del muchacho la abrió. Ella al verlo lo abrazo con tanta fuerza, que incluso sintió en su corazón que aun Camilo se encontraba y que lo abrazaba luego de llegar de un largo día de clases.  
Luego de aquel momento, siguieron hacia el interior de la casa y tomaron asiento en la sala… y justo ahí la tristeza volvió una vez más.  
—Mi único hijo se ha ido, creo que no podré soportar este dolor tan inmenso que me come el alma en vida. —Dijo la mujer con profunda tristeza, Esteban intentó tranquilizarla ya que el llanto era difícil de evitar. Luego de tranquilizarse retomó la conversación.  
—Recuerdo que cuando niño me pedía que le leyera un cuento antes de dormir, se quedaba dormido en mis brazos y créeme que era muy pesado a la edad de cinco años y era difícil llevarlo a su habitación. —Ambos sonrieron y rieron con lágrimas en los ojos.  
—Era tanto su pasión por el fútbol que me narraba todos los días por la mañana los partidos de la escuela, me contaba los malos chiste de la clase, su sonrisa… —La voz de la mujer se rompió al recordar que ya no vería esa sonrisa nunca más por las mañanas.  
—Su sonrisa era tan especial. Que cuando la vi por primera vez me iluminó la vida… esa primera vez que lo tuve en mis brazos sentí que mi mundo se pintaba de colores y que nunca nada podía estar mal. Creció tan rápido, se enfrentó a un mundo cruel y desalmado. —Tomo el vaso con agua sobre la mesa y bebió un poco, ya no le quedaba más, lágrimas y saliva para derramar.  
—El era tu amigo... siempre te considero como su mejor amigo.  
—El es mi amigo y créeme que siempre lo será así.  
… 
Luego de un rato Esteban se dirigió a la habitación de Camilo, al entrar observo todo a su alrededor… las fotos, las revistas de fútbol, las pancartas pegadas en la pared. Sus libros, sus historias, su cama, su almohada… todo estaba intacto, como si el nunca se hubiera ido.  
En ese instante sobre la mesita de noche, vio un portarretrato el cual llevaba puesta una fotografía de el y Camilo. Una foto en blanco y negro que se la habían tomado en un evento escolar de la escuela. Esteban la tomo en sus manos y sonrió, ya que en ese preciso instante  recordó el momento tan feliz que pasaron aquel día, con sus ocurrencias, alegrías y anécdotas.  
Después se dirigió a la sala donde solían jugar aquel divertido juego de mesa, lo tomo en las manos y acomodo las fichas sobre este y espero la llegada de su amigo para iniciar el juego... claramente jamás llegaría y las fichas permanecerían ahí por los días que continuaran. Llego la tarde, mientras observaba el sol a través de la ventana cuando se ocultaba entre las montañas pensó en el que seguía después. En el por qué, había sucedido todo y lo más importante quien, lo hizo.  
… 
Ya había caído la noche, Esteban se dirigió al lugar en el que acostumbraba observar las estrellas y el cielo oscuro de la noche junto con su amigo. Allí donde escribían las cartas, bromeaban y reían. Aquellos momentos se habían apagado en soledad y tristeza, ahora estaba solo que incluso las estrellas desaparecieron por aquellos días. Estando allí en aquel lugar, se encontró con la libreta que siempre llevaba consigo en su mochila, la cual había olvidado hace varias semanas atrás sobre la banca de la azotea.  
Le echo un vistazo y fue entonces cuando vio aquella frase que Camilo le escribió en ella.  
<<caminare siempre en tu camino, hasta en el momento que estés solo>>... lo recordó. Miro al cielo, sonrió. Justo en aquel instante sus ojos se llenaron de lágrimas y se deslizaron por sus mejillas. Guardo la libreta y su mirada se clavó en la triste noche.  
 




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