Los dedos de Yof iban y venían sobre las teclas del piano con una agilidad y destreza que Ev envidiaba. Ella lo veía desde el balcón del recibidor de la mansión Nuriel. Ev estaba vestida con el uniforme de la escuela y miraba a su futuro esposo tocar el piano. El cabello rojo de Yof se veía como lengüetas de fuego a la distancia.
Yof había llegado aquella misma mañana de su año sabático. El único momento que La Comarca permitía para ser parte del mundo normal, antes de volver y ser considerado un adulto. Ev estaba ansiosa por terminar el próximo año sus estudios y tomar su año sabático con Bea, Kem y Shael, viajar y ver el mundo que tanto defendía.
_Recuerda ser gentil con él.
La voz de su madre la sorprendió tan bruscamente, que Ev dejó escapar un pequeño chillido que fue opacado por el sonido del piano.
Teza le daba una sonrisa cálida a su hija, pero Ev sólo podía ver la sonrisa de alguien que iba en contra de todo lo que ella era.
_Siempre he sido gentil con Yof. Es mi amigo.
_Ahora será tu esposo y debes tratarlo como tal. Además deberías estar más contenta, él es el mejor músico de La Comarca, puede darte esas clases de piano que tanto querías.
Ev suspiro derrotada, y comenzó a bajar las escaleras para encontrarse con Yof. Él debía acompañarla a la escuela. Ev no quería clases de piano con el mejor músico de La Comarca, sólo quería sentirse libre, al menos por un par de horas.
Yof dejó de tocar en cuanto sintió que Ev se acercaba. Miró su rostro desanimado y supo que era mejor acompañarla en silencio. Ellos se conocían desde niños. Yof siempre había sido mucho más calmado. A veces solía recordarle a Ev las veces que ella le había pegado un chicle en el cabello.
Ev simplemente caminó a su lado con los ojos fijos en el suelo. Ese día su cabello cobrizo se veía despeinado. Y su camisa blanca tenía arrugas profundamente marcadas. Yof trató de no decir nada al respecto, pero no podía evitar el impulso de al menos tratar de arreglarle el cabello.
_ ¡Qué haces!_ Chilló Ev, alejando de un manotazo la mano de Yof.
Ella lo conocía lo suficiente para saber que le perturbaba cualquier manifestación de desarreglo. Yof siempre eran tan pulcro, que hasta los anillos que decoraban sus dedos tenían que combinar con el estilo de su ropa.
_Que no te guste el uniforme no quiere decir que andes como vagabunda_ vociferó Yof.
Ev miró su camisa blanca y arrugada de lino, su falda oscura de algodón, sus zapatos de cuero negro y la corbata de seda roja que tenía el nudo más horrible del mundo.
_ ¿Qué clase de vagabundo has visto?
_Unos más arreglados que tú.
Ev miró a Yof. Él jamás había sido bueno luchando, y se notaba, por la delgadez de sus músculos, que había dejado de lado su entrenamiento en su año sabático. Caminaba más confiado con sus zapatos de vestir, su pantalón negro y su camisa de seda estampada, arreglada y abotonada. Parecía que iba a una fiesta exclusiva y no a acompañarla a la escuela.
_No todos tenemos tu estilo arrollador_ bufó Ev.
_Evidentemente.
Yof le sonrió. Las sonrisas de Yof siempre habían sido las más alegres y Ev no pudo evitar sonreírle de vuelta.
_Me alegra que seas tú, mi futuro esposo_ vociferó de pronto Ev.
Las palabras tomaron a Yof por sorpresa y su sonrisa se hizo más amplia.
_A mí también me alegra. Vivir con alguien más que no seas tú, sería una tortura. Somos los únicos que podemos entendernos.
Ev vio los ojos de Yof cristalizarse, pero sabía que él no lloraría a mitad de la calle. Ev se acercó hasta lograr rodearlo con sus brazos. Ev estaba tan acostumbrada a la rudeza de los cuerpos de los demás chicos de La Comarca, que la delgadez de Yof le reconfortaba.
Llegaron medio abrazados a la escuela sabiendo que no había mucho que hacer en su situación.
Bea los vio desde la estrada de la escuela y comenzó a caminar hacia ellos. Lucían bien juntos. Él, alto, con su cabello rojo y sus ojos plateados parecía ser un príncipe nostálgico, y ella, tan delgada y baja era como una pequeña damisela, aunque su aspecto desaliñado rompía sutilmente la imagen. Bea sabía que su amiga odiaba tanto el uniforme que ni siquiera se molestaba en arreglarlo.
_La mejor pareja de todas_ bufó Bea _Aunque tú sólo estés aquí para ver a nuestro profesor de matemáticas.
Yof trató de sentirse ofendido, pero su atención fue directamente hacia el estacionamiento, cuando notó el auto del profesor de matemáticas entrar.
Ev y Bea notaron el cambio en Yof y entre risas se apartaron de él para entrar a la escuela.
El instituto Luz Eterna quedaba a pocas calles de La Comarca. Era el único lugar donde ellos podían tener ciertas libertades y mezclarse con los humanos normales. Para Ev lo único que le rompía su felicidad en la escuela era el molesto uniforme.
_A pesar de todo tú y Yof se ven bien_ dijo Bea, mientras caminaban perezosamente por los pasillos.
En La Comarca, Ev era la que robaba miradas; todos dejaban de hacer lo que sea que hacían para ver pasar a Levana Nuriel Metratrón, la mejor luchadora que cualquiera haya visto. Pero en la escuela, el cabello dorado de Bea y sus ojos tan verdes y brillantes como una esmeralda, era lo que arrebataba suspiros.