La cobardía y Ev jamás habían sido algo que se mezclaran. Cuando se enteró de la muerte de su padre, Uri era un recién nacido, ella no había visto sangre nunca y en todo lo que podía pensar era que quería vengar a su padre. Un año después, recién cumplido sus 13 años se escabulló de La Comarca y fue a cazar sola con la lanza de su padre y su pijama de corazones.
Había regresado a La Comarca al amanecer, con el pijama sucia, raspones en las rodillas y sangre seca en la coronilla.
Todos allí conocían la emoción en los ojos de haber tenido tu primera caza. Pero Ev no parecía emocionada, lucía determinada. En privado su madre la había reprendido por eso y en público la halagaba. Había sido la más joven en la historia en ir de caza y sobrevivido y eso le valió ser nombrada la primera de los cuatro Jinetes.
En ese momento, Ev no había entendido la importancia de su título. Lo entendió luego, mientras era enviada a misiones sola porque Kem, Bea y Shael no habían hecho nada aún para merecer el título.
Entendió que de un Jinete no se esperaba más que grandeza, que debía morir sin miedo, peleando y hasta ahora Ev no había probado lo que era el miedo.
Se acomodaba esporádicamente el cabestrillo. Le incomodaba tener el brazo inmovilizado. Pero nada de eso le preocupaba.
Ev se apenaba de estar escondida entre las plantas que decoraban el recibidor del cine, pero ningún demonio, ni saltar de un edificio la había asustado tanto como la expresión que tenía Azul en ese momento.
Ev creía que Azul no la había visto aún.
Ella había estado 24 horas inconsciente y lo primero que pensó cuando despertó en su cuarto con una venda en el brazo y su hermano durmiendo a los pies de la cama, era que Azul seguramente pensaba que la estaba evitando, después de todas las visitas que tuvo ese día y que el médico de La Comarca dijera que todo estaba bien, Ev pudo recuperar su teléfono y le había dicho a Azul que había tenido un accidente.
A Ev le sorprendió lo preocupada que se mostró Azul en ese momento. Pero después de una semana la preocupación de Azul fue menguando. Ev le había mentido para que no fuera a su casa, le había mentido para que no fuera a su escuela y comenzaba a sentir que Azul no le creía del todo.
Cuando estuvo lo suficientemente bien la llamó para citarla al cine después de clases, pero ahora que veía la seriedad en su rostro no estaba del todo segura de querer acercársele.
No fue hasta que un chico se le acercó que Ev decidió salir detrás de las plantas.
Él le sonría mientras hablaba pero Azul no parecía querer conversar mucho.
_ ¡Hola!_ vociferó Ev en cuanto estuvo al lado de Azul.
Notó que sus ojos se habían quedado en el cabestrillo. Y sentía que no estaba lista para las preguntas que le haría. En su lugar se estiró y le dio un pequeño beso en la comisura de sus labios.
Luego miró al chico, parecía ligeramente decepcionado.
_Bueno te recomiendo esa película_ dijo apresuradamente antes de irse.
_Si necesitaba darte celos para que salieras de esas plantas lo hubiera hecho hace cinco minutos_ vociferó Azul.
Ev sintió que la vergüenza le había sacado el aire de los pulmones. El azul en sus ojos se suavizó y le dio calidez a su rostro. Azul levantó el brazo sin dejar de mirar el cabestrillo y llevo un mechón de cabello de Ev hacia atrás de su oreja.
_Sé que te aburrieron las películas en mi casa, así que compré entradas para una de romance_ continúo Azul.
Ev le sonrió y quiso abrazarla, pero el brazo era una barrera.
_Está bien. Gracias por sacrificarte esta vez por mí_ vociferó Ev.
Azul le sonrió, pero la sonrisa no parecía haberle llegado a los ojos.
_Voy por los dulces, tú ve entrando a la sala_ vociferó Azul dándole una entrada a Ev y sin esperar ninguna respuesta caminó hacia los mostradores de ventas.
Ev fue a la sala sin protestar, Azul no parecía molesta, parecía preocupada, pero sobre todo estaba ausente. En cuanto entró a la sala el frío la atravesó la piel de sus piernas y sus brazos. El uniforme escolar no era lo más abrigado que tenía en su guardarropa. Buscó su asiento y no tuvo que esperar mucho por Azul.
Ella había llegado justo en el momento que la proyección empezaba. En sus manos equilibraba una caja de palomitas grandes, dos refrescos y un paquete de chocolate, pero no dejó que Ev la ayudara. Acomodó todo en penumbras para que Ev estuviera cómoda y alcanzara las cosas sin esfuerzo.
_Probablemente esta vez sea yo la que me duerma_ le murmuró Azul.
Azul se había inclinado sobre su oído y el aliento cálido le trajo a Ev una sensación de calma que jamás había sentido.
_Si lo haces te tiro refresco a la cara_ bufó Ev.
Y Azul rio.
Ev se sorprendió por la risa de Azul, era la primera vez que la escuchaba reír. Al igual que su voz era un sonido bajo y rasgado, pero había algo infantil en su risa que hacía a Ev querer reír con ella.
_Estas convaleciente, yo que tú no me pondría muy ruda_ dijo Azul.