Yof se sentía incómodo bajo la mirada de Azul. Sus ojos azules eran muy oscuros, demasiado oscuros para su gusto.
Azul trataba de no mirarlo, pero no podía evitar que sus ojos volvieran a su cabello rojo. Eran cabellos de la familia Rafael, eran los cabellos que había visto su hija antes de morir. Y aún no había forma en que no mirara los cabellos rojos de alguien y no sintiera ganas de vomitar.
Él estaba apoyado a un lado de la puerta, como si no pudiese esperar para salir de allí. Bea estaba parada a mitad de la sala. Ev era la única que se sentía cómoda en el apartamento y se había sentado en la barra de la cocina al lado de Azul.
Azul trataba de parecer lo más desconcertada y asombrada posible, mientras Ev le explicaba lo que había pasado y no lo costó mucho. Era la primera vez que uno de su clase hablaba con una cazadora sobre su organización, y por un segundo Azul se lamentó de saber lo equivocado que estaban del mundo.
En el bar Ev se había opuesto tajantemente de llevarla a La Comarca, sabía cómo ellos lidiaban con los humanos que veían más de lo necesario. Los que tenían suerte eran liberados después de que sus mentes eran quebradas o eran usados como esclavos para hacer el trabajo que ninguno de ellos debía, y luego estaban los que nunca más eran vistos.
Esa era una de las razones por las que siempre salían a cazar de noche. La oscuridad no sólo podía esconder a los monstruos también a ellos, y los humanos que salían de noche, o estaban muy borrachos o muy cansados para recordar algo coherente.
Pero ese día Ev se había arriesgado demasiado por Azul, no sólo ella la había visto sino las modelos y el maquillista, pero ellos ya estaban fuera de su alcance.
_ ¿Entendiste todo lo que te dije? No estamos aquí para hacer daño, estamos aquí para proteger el mundo de cosas malas_ vociferó Ev.
Azul la miró, parecía que de verdad creía todo eso.
_ ¿Entonces ustedes se creen hijos de ángeles?_ aventuró Azul.
_Somos hijos de ángeles_ respondió tajante Ev.
_Que cuidan que los demonios de la tierra no abran las puertas del infierno_ continuó Azul.
_Exactamente.
Azul miró el rostro de cada uno de ellos, eran unos niños que creían fervientemente en una mala historia.
Los cazadores era una raza de ciegos.
Pero no dijo nada. No podía decirle que eran exactamente eso que ellos creían el mal, miró con más atención a Ev. Allí a su lado. Sabía que era la única que la protegía de las leyes de La Comarca y supo que mientras la creyera humana la seguiría protegiendo y seguiría compartiéndole cosas.
_ ¿Qué pasará conmigo? _ preguntó Azul.
Y sintió que su cuerpo se preparaba para la lucha cuando vio a Yof dar un paso al frente.
_Soy el mayor del grupo, mi deber es llevarte a La Comarca para que las Supremas decidan lo que es mejor para ti_ vociferó Yof sin dejar de mirar a Ev.
La postura relajada que había tenido desde que llegaron al apartamento había desaparecido. Incluso había tensado sus pies, lista para interponerse entre él y Azul. Yof sintió sorpresa por el grado de protección que reflejaba Ev, y tuvo miedo, miedo que los sentimientos de Ev la llevaran a un lugar donde nadie pudiera protegerla.
_Pero si Ev confía en ti yo también_ no estaba seguro de hacer lo correcto, pero tampoco era capaz de entregar a una humana a la ira de La Comarca.
***
Shael escuchaba la música a través de la puerta entreabierta. La melodía era decadente triste como si el piano estuviese llorando. De esa habitación jamás salía un sonido alegre.
Él entró y miró la espalda de su padre. Sus dedos se detuvieron a mitad de una nota y al girar Shael sintió que se veía en un espejo. El espejo de lo que se convertiría.
_Suprema dice que necesita que vayas con ella para escoger el nombre del nuevo bebé_ dijo Shael.
Él miró a su padre levantarse y caminar como si le costara hacerlo. Y cuando pasó a su lado no pudo evitar preguntar.
_ ¡Padre! ¿Alguna vez fuiste feliz?
Dag miró a su hijo. Jamás le había gustado mirarlo por mucho tiempo, era como ver todo lo que él era, salvo que en un empaque más joven. Los ojos plateados conectaron, ambos reconocieron la tristeza en los ojos del otro.
_Me disculpo por mi pregunta_ vociferó Shael.
Antes de caminar lejos de su padre. No estaba listo para saber la respuesta.
***
La luz iba por su piel y dibujaba con sombras cada cicatriz de su espalda. Unas eran tan suaves como un rasguño. Otras cortaban su piel con violencia, pero los ojos de Azul no se apartaron de la marca oscura en forma de V invertida que atravesaba sus músculos. Azul sintió dolor al ver la marca de la familia Metratrón, sólo la pérdida de su hija superaría el dolor de perder sus alas. No obtuvo una marca en su piel, pero aún era capaz de sentir el dolor hasta en los huesos de la misma manera que Ev sentía las heridas que tenía.
En ese momento Ev volvió a ser su tierna chica, la que necesitaba una manta y un abrazo para dormir. Azul dejó la idea de fingir que dormía y caminó perezosamente hasta estar a su lado.