_ ¡¿DÓNDE ESTÁ?!
El grito de Azul levantó el asombro en los rostros de todos. Cuatro pares de ojos miraron sus movimientos erráticos. Azul olía la sangre en cada rincón, veía los cuerpos destrozados en el suelo, las armas esparcidas, y la mitad del edificio colapsado. Era un campo de guerra. Azul sintió que todos la miraban desconcertados, pero la mirada de Kate era mucho más penetrante.
Azul no tenía mente para lidiar con su temperamento explosivo y aun así Kate caminó hasta interponerse en su camino. Kate y Azul se miraron frente a frente. Los ojos se retaban, y aunque tenían una contextura similar cualquiera apostaría por Kate, su don era la guerra, había nacido para matar mientras que Azul había nacido para acompañar a las almas.
_ ¿Qué estás haciendo?_ preguntó casi en un gruñido Kate.
Azul se había alejado un paso y miraba cada haz de luz que vagaba. Conocía el brillo y la calidez del alma de Ev. Sabía que iba a estar calmada y todas las almas allí parecían erráticas, temerosas, aún no se habían dado cuenta que ya no debían estar allí. Un suspiro de alivio se le escapó cuando no pudo encontrar el alma de Ev, pero el alivio se le escapó rápido cuando miró a Sami.
Él se alzaba desde la altura de unos escombros. El suelo a su lado se abría en un cráter que deformaba los cimientos. Azul sabía que eso era obra suya, siempre había sido el más fuerte de todos y siempre lo será.
Era notable que no importara si toda La Comarca hubiese estado peleando allí, con sólo Sami y Kate hubieran podido reducir a todos en una pila de carne y sangre. Aun así, allí estaba Calixto con su camisa y pantalones blancos manchados de rojo. Sonreía con toda la felicidad que tenía, su problema con los cazadores se había resulto.
A su lado Hula movía tímidamente las manos colocando cada sombra en su lugar.
Sólo ellos, cinco habían hecho falta para diezmar a toda una hueste.
_ ¿Qué te pasa?_ preguntó Sami.
Azul comenzaba a caminar hacia él, pero no lo miraba a él. Sami siguió la dirección de su mirada. Azul estaba mirando una lanza en el suelo. Sami los conocía a todos con tanta profundidad que mientras la actitud de Azul seguía siendo un misterio para quién la veía, él sabía que todo eso terminaría muy mal.
Una cosa era enfrentarse a los cazadores, otra muy distinta era enfrentarse a la ira del ángel que guiaba las almas de los muertos.
_Cayó_ vociferó Sami mirando el agujero que había abierto en el suelo.
Las sombras de su cabello oscuro ensombrecían su rostro mientras miraba a Azul tomar la lanza de una cazadora y saltar.
El suelo había cedido ante la fuerza de Sami. Algunas paredes del sótano también habían cedido y los cimientos mostraban grietas profundas e inclinaciones peligrosas. Allí la oscuridad era resquebrajada por el brillo de las almas.
Azul siguió su instinto mientras sujetaba con fuerza la lanza de Ev. Rebuscó en los restos. El polvo del cemento se había asentado y por un momento no pudo diferenciar su brazo de la roca.
Ella sentía que cada movimiento que hacía era decisivo para mantener con vida a Ev. Desde el momento que vio su brazo, gris por los restos, supo que estaba con vida, su alma estaba tan aferrada a su cuerpo que Azul no sintió más miedo.
Eso le sorprendió. Ni ella misma había esperado sentir tanto miedo cuando Luz le dijo sobre la trampa.
El pulso del corazón de Ev era fuerte y constante. La sangre de sus heridas había comenzado a cicatrizar, tenía raspones en todo el cuerpo y mientras más desenterraba más sangre veía. Por un momento Azul volvió a temer que toda esa sangre fuese de Ev, pero la herida más grande que tenía era el viejo corte del costado que se había abierto.
Azul tomó su cuerpo con la mayor delicadeza que pudo. Ev estaba inconsciente, pero tan viva que Azul no pudo evitar sonreír, era la única cazadora cuya alma no vagaba errática en busca de una salida.
Apartó el cabello cobrizo de su rostro. Tenía el costado hinchado y una máscara de polvo de cemento. Quiso limpiarla de inmediato y comenzar a tratar su hinchazón para que despertara, pero en cuanto levantó la vista para prepararse para salir de ese hoyo con Ev, los ojos verdes de Sami la atravesaron con la mayor indignación posible.
Y el miedo de Azul volvió acompañada de la cautela.
***
Ev olía a tierra húmeda. Era un olor que le agradaba y la relajaba. Estuvo a punto de ser empujada otra vez al sueño, pero se esforzó por abrir los ojos. No estaba del todo segura de estar viva hasta que sintió dolor. El cuerpo se quejaba por su esfuerzo de empujarse a la consciencia y cuando por fin estuvo despierta sintió que no podía levantarse.
Todo le dolía el doble de lo acostumbrado. Sentía el sabor de la tierra mezclándose con la sangre. Y lo único que podía enfocar era lo que tenía al frente, un par de zapatos de cuero negro.
_Por fin has despertado.
Ev escuchó la voz de un hombre y luego uno de los zapatos. Empujo su cuerpo hasta ponerla boca arriba. Ev quiso levantarse, luchar, pero su cuerpo estaba tan pesado que no pudo mover ni un dedo.
_Lo que sientes es una parálisis total, y sí. La estoy provocando yo.