Retratos de Piedra

Capítulo 15

Olía a pegamento y el suelo de mármol estaba lleno de la brillantina que desprendían los adornos. El salón de fiesta de la mansión Metratrón era ridículamente grande y no parecía haber suficientes cortinas de seda blanca, ni suficientes luces para cubrirlo por completo. Las cajas llenas de pétalos de rosa se apilaban en una esquina mientras Mabel, de pie en el centro del salón, manda a un grupo de chicos a limpiar.

Nadie recordaba el momento en que habían puesto a Mabel como la organizadora. Ella simplemente había llegado y comenzado a dar órdenes. Muchos refunfuñaron pero los menores obedecieron sin quejas. Aunque la mayoría esperaba que los Jinetes cruzaran la puerta y comenzaran a tomar las riendas de la decoración de la fiesta.

_ ¡Deja de soñar Rael! Los Jinetes no están aquí para poner luces, ellos hacen cosas más importantes_ vociferó Serafín Shamsiel Remiel, era una prima lejana de Bea y de Kem, pero le había hablado tan pocas veces en su vida que no tenía ni idea de cómo era su voz. Ella aún era muy joven para ir a cazar y los jóvenes eran los únicos que tenían energía para decorar.

Su cabello mitad blanco y negro de la familia Remiel y los ojos dorados de la familia Shamsiel. Hacían que todos pensaran que ella sería tan fuertes y valiosa como sus primos lejanos, pero a ella no terminaba de gustarle lo pesadas que eran las espadas.

_Yo no entiendo porque estamos haciendo esta fiesta. Murieron 17 apenas hace unos días y nadie parece triste_ la voz de Taftian Azrale Uriel los tomó por sorpresa.

Taftian era incluso mejor que ellos dos, pero ya tenía la mirada de un cazador, determinada, aguerrida y muy dolida. Sus hermanos mayores habían muerto en la emboscada y sentía que el dolor y la ira se profundizaban en su pecho con cada luz que colgaba.

_La muerte no es enemiga, vivimos para morir en batalla, ellos cumplieron su propósito y nosotros cumplimos nuestras tradiciones_ respondió Rael Rafael Rafael.

La Comarca había emparejado a dos primos para rescatar los genes Rafael, a él lo llamaban el niño fuego, con sus cabellos rojos y sus ojos rosados. Él y Teza eran los únicos con los ojos rosados de toda La Comarca. Las personas que miraban al trio de niños veían a los próximos Jinetes, pero en ese momento Mabel sólo miraba a niños parlanchines que no paraban de hablar.

_ ¡Terminen de poner las luces ustedes tres!_ les reprendió Mabel antes de llevar su atención hacia las cajas con pétalos de rosa.

Taftian la atravesó con sus ojos oscuros y levantó el brazo para tirarle una luz a la cabeza. Serafín le sujeto el brazo y la luz cayó a sus pies con un sonido de ruptura estridente.

_ ¡YO LOS MATO!_ gritó Mabel.

Y los tres salieron corriendo.

***

Los pasos resonaban en el piso oscuro de la mansión Metratrón. La biblioteca estaba en el piso más elevado y el camino fue tan incómodo que Bea tuvo que contar lo cuadros y retratos que habían en las paredes.

A su lado caminaba Makatiel Gabriel Miguel, la chica arrogante que no tenía ninguna característica de la familia Miguel y la prometida de Kem. Eran pocas las veces que Bea había podido hablar con ella. Normalmente Maka no se rebajaba a hablar con miembros de las familias inferiores de La Comarca. Pero en ese momento ella había recién llegado de su año sabático y nadie más parecía estar libre para llevarla a ver a Kem.

Era la primera vez que se veían y la primera exigencia de Maka fue ver el rostro de su futuro esposo. Maka recordaba al Kem de niño, pero no tenía ni idea de cómo luciría, jamás le había prestado atención. Normalmente cuando miraba a los Jinetes sus ojos no se había despegado nunca de Shael.

Siempre había querido al Príncipe Plateado, eran pariente tan lejano que los genes Miguel se habían diluido en su línea familiar, pero se tendría que conformar con su mejor amigo.

Pero era mejor eso que nada.

_Me enteré que por fin tienes prometido_ vociferó Maka.

_Sí_ para suerte de Bea ya habían llegado a la biblioteca y había contado 130 cuadros.

Lo que menos quería era entablar una conversación ella.

Kem estaba justo donde ella pensaba que estaría. Sentado en el suelo, en el medio de la biblioteca rodeado de libros.

La biblioteca Metratrón no era la biblioteca más grande, pero si la más ostentosa. Los estantes eran de oro sólido y el techo oscuro tenía diamantes incrustados que imitaban la posición de las constelaciones.

A Bea no le sorprendió encontrarlo allí, desde que había descubierto a los Vigilantes parecía vivir dentro de las bibliotecas, pero lo que si le sorprendió fue ver a Ev junto a él.

Desde que Ev volvió hace un par de días, sin dar explicaciones y contando una extraña historia de que había escapado al igual que todos, no había levantado la mirada de un libro.

Bea jamás había visto a Ev leer tanto, ni siendo tan callada. Era como si algo la atormentara y estuviera buscando respuestas dentro de las páginas. Bea había intentado hablar con ella, pero sentía que hablaba con la pared.

_Kem tienes compañía_ dijo Bea.

El cabello negro y blanco de Kem estaba atado en un moño desordenado. Sus ojos parecían hundidos de tanta lectura y café.




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