El cielo se enturbiaba con nubes grises, tan pesadas como una esfera de plomo. Pero la humedad lejos de enfriar el ambiente estaba resultando ser algo sofocante y en cuanto Ev salió de su escuela se quitó la corbata casi que de forma desesperada.
_ ¿Vienes o te vas a quedar esperando a tu novia demonio otra vez?_ preguntó Bea.
La rubia estaba tan impecable y sin una gota de sudor en su frente. Ev siempre se preguntaba cómo hacia Bea para repeler todo lo que disminuya el atractivo.
_Ya sabes que no es demonio_ refunfuñó Ev.
_Aún no estoy tan segura, hasta no ver abiertas las puertas esas del infierno que ellos mantienen cerrada no les creo_ aseguró Bea, aunque mientras más segura se mostraba Ev más confiaba Bea.
_Yo si le creo, y sí viene por mí hoy.
El día se le había hecho eterno a Ev, siempre parecía más largo cuando tenía la promesa de encontrarse con Azul.
_ ¿Tú mamá no se pone rara de que no almuerces en casa?
_Yof me cubre siempre.
_ ¡Que agradable tener un prometido tan alcahueta!
_No te quedas atrás, yo también te he visto mejor con Tab…_ Ev sopesó sus siguientes palabras, pero así como ella debía tener cuidado con Azul, Bea tenía que tener cuidado con Shael _Es mejor así, Shael no está bien ni para estar consigo mismo.
_ ¡Ya! Shael no es algo de lo que quiera hablar ahora. Bueno, nos vemos en el entrenamiento de esta noche.
Ev le sonrió y la miró hasta que su espalda fue un punto lejano. Miró las espaldas de todos hasta que fue la única en toda la escuela. Para ella era algo común esperar a Azul por tanto tiempo. Siempre le pedía que viniera por ella hora y media después del horario de salida. Era la forma más fácil que tenía de asegurarse que nadie de La Comarca la viera.
La calma en Ev no se esfumó, ni cuando notó que sus rodillas se quejaban por estar tanto tiempo de pie. Aunque sentía la tentación de sentarse en la calle aún no se sentía tan fatigada como para hacerlo, confiaba en que Azul llegaría antes de que sintiera la desesperación de buscar asiento, eso era lo que siempre pasaba.
Pero el tiempo comenzó a transcurrir y las rodillas de Ev se quejaron con más fuerza. Tomó su teléfono para llamarla y se sorprendió de encontrarlo apagado.
Y la calma no se fue de su corazón hasta que las nubes en el cielo comenzaron a oscurecerse. Miró al cielo, no tenía forma de saber cuánto tiempo había pasado esperándola.
Sólo sabía que no podía apartar sus ojos del cielo. Las nubes lucían extrañas, comenzaban a agruparse rápidamente y Ev no sentía el viento que las empujaba. De pronto comenzó a sentir frío, tanto que los vellos de los brazos se erizaron y todo su cuerpo se estremeció de miedo, cuando el cielo se rompió a la mitad y una luz oscura y espesa descendió dirigiéndose a La Comarca.
Era como una columna de humo negro descendiendo hacia La Comarca y ahogándola.
Juro ante el cielo, que no glorificaré a dios ajeno, ni lucharé en batallas ajenas. Nuestra misión es divida y alcanzaré la gloria cuando muera venciendo el mal. Porque cuando las puertas del infierno se abran, y el cielo ruga con un grito de batalla estaré listo para ser la espada de los ángeles.
Las palabras vinieron a la mente de Ev como un golpe fuerte y terriblemente doloroso.
_... cuando las puertas del infierno se abran, y el cielo ruga con un grito de batalla estaré listo para ser la espada de los ángeles_ murmuró para sí misma sintiendo la sentencia en las palabras y no pudo hacer nada más que correr hacia la oscuridad.
No estaba lista para ser la espada de los ángeles.
***
_ ¿Luz, eso es lo que creo que es?
La pregunta de Calixto envió un escalofrió que le recorrió todo el cuerpo. Ella no necesito ver la ventana por la que Calixto se asomaba para ver el cielo y saber lo que había pasado.
Calixto no daba crédito a lo que miraban sus ojos y sus labios pintados de morado se abrieron en una expresión mezclada de sorpresa y miedo.
Luz detuvo la música del piano que tocaban sus dedos y tomó el teléfono justo antes de que el mensaje entrara. Era un mensaje de Sami y la orden era simple: agruparse y atacar.
Escuchó las pisadas de Trueno salir rápido de la habitación de Azul y correr hasta la ventana. El perro emitió un sonido que los estremeció, era una mezcla entre un quejido de lamento y gruñido de ira.
_ ¿Luz quién murió?_ preguntó Calixto sintiendo la tristeza asentándose en su pecho.
_Una gran amiga_ respondió Luz con lágrimas delineando su rostro.