Retratos Oscuros

Capítulo 1: Bienvenido a casa

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Mi pierna se mueve de forma incontrolable de arriba hacia abajo. Refriego mis manos una contra la otra tratando de quitarme el líquido rojo carmesí que las recubre. Las esposas que rodean mis muñecas chillan al pasar por encima de la helada mesa de acero.

No me había dado cuenta, pero estoy temblando, hace un terrible frío aquí.

Mi mandíbula está tensa.

Trago saliva, no quiero llorar, he pasado por mucho para desmoronarme frente a los idiotas del otro lado de ese cristal.

Vamos, conserva la calma, tú puedes. Me digo a mí mismo.

Inhalo y exhalo una y otra vez. Quiero gritar, quiero decirle a esos malditos que nadie aquí tiene la culpa, que no tienen idea de lo que sucedió.

Debo esperar a que llegue papá, no pueden interrogarme siendo menor de edad.

Recuerdo las palabras de Nicky: "No digas nada", y en cuanto lo hago, la puerta gris frente a mí se abre completamente.

Bajo la cabeza para evitar el contacto visual, escuchando cada movimiento corporal que el hombre de uniforme hace hasta sentarse frente a mí.

-Una noche agitada, ¿Verdad? -Su imponente voz hace presencia en el lugar. Por alguna razón siento un escalofrío recorrer mi nuca.

Trago saliva y cierro los ojos con fuerza.

-¿No dirás nada?

-No hasta tener un adulto conmigo -Sentencio sin dejar de mirar el suelo.

-Muy bien... Yo soy un adulto. -Él suelta una carcajada y después apoya sus manos entrelazadas sobre la mesa. -¿Por qué no me dices la razón de estar cubierto por la sangre de una persona muerta?

2

8 semanas antes

El auto se detiene, y papá baja lo más rápido que puede, se ha comportado demasiado servicial desde que inició el viaje, y lo lamento, sé que tiene buenas intenciones, pero su comportamiento tan atento solo hace que me sienta aún peor.

Mi padre abre la puerta del acompañante, y al poner un pie sobre la tierra y mirar hacia el frente siento un extraño escalofrío, esta casa siempre me ha hecho sentir así, desde pequeño, no sé la razón; quizás sea por Finn y sus interminables miradas fulminantes en cada segundo que yo estoy presente.

O tal vez son sus años, esta casa era de mis bisabuelos, y aunque -según mi padre- esconde cientos de secretos maravillosos, yo solo veo una casa que si no fuera por sus remodelaciones, estaría completamente derrumbada.

Escucho las pequeñas ruedas de mis dos maletas recorrer el camino hacia la entrada e inconscientemente camino detrás de ellas. Vuelvo a sentirme fatal, solo pensar que toda mi vida cabe en dos maletas me hace sentir un terrible vacío que presiona mi estómago hasta el punto de tener náuseas.

Respiro profundo, me queda una larga batalla todavía, aún tengo que ver a Finn.

Cruzo la puerta anteriormente abierta por mi padre y me encuentro con el vestíbulo: Una pequeña sala previa a las escaleras, con piso de madera, una fotografía enmarcada de toda la familia y dos percheros pegados a las paredes de color bordó.

Continuamos hasta el living, donde Mary nos espera en medio de la habitación, ella se acerca a mí de forma cautelosa y con una media sonrisa, bajo la cabeza y dejo que me abrace.

Mierda, ya perdí la cuenta de las veces que estuve en esta situación.

-¿Cómo estás? -Me dice mientras acaricia mi cabello de forma suave, presiono la mandíbula, me prometí que no volvería a llorar.

Nos separamos levemente, miro sus ojos miel y sonrío, ella no necesita que diga nada, me conoce desde los dos años, por lo que vuelve a abrazarme por unos segundos más.

Papá baja las escaleras como loco y se aproxima para abrazarme por onceaba vez en el día. No me resisto, supongo que cree que esto ayuda.

-Muy bien campeón, ¿Por qué no subes a ponerte cómodo mientras Mary y yo preparamos la cena?

Asiento levemente y camino a paso lento hacia la planta de arriba. El largo pasillo se abre frente a mí, avanzo mirando las fotos colgadas en la pared que he visto tantas veces, sonrío, eran buenos tiempos.

Paso junto a la habitación de Finn y termino por golpear su puerta: No recibo respuesta. Acerco mi oído, puedo escuchar la música sonar a todo volumen, miro el picaporte y dudo por un instante.

¿Debería...?

Acabo de llegar, puede que mi hermano mayor quiera verme, pienso.

Suspiro de forma pesada y poso mi mano en el picaporte, lo giro con lentitud y luego hago fuerza hacia adelante. La puerta cruje de forma exagerada, y Finn, que estaba frente al espejo probándose ropa, voltea furioso.

-¡¿Cuántas veces tengo que decir que toquen la...?! -Al verme se para en seco y su boca se cierra. Está sorprendido, ¿Acaso no le dijeron que vendría?

-Hola... -Musito en voz baja.

-Hey, Will, ¿Cómo estás? -Hago una pequeña mueca de disgusto, y él vuelve a hablar. -Oh, mierda, lo siento, soy un idiota -Añade nervioso.

-Está bien -Muestro una sonrisa falsa. -Solo pasaba para decirte que... Bueno. Llegué -Río nervioso y miro el techo para evitar hacer contacto con sus ojos.

-Genial -Él lleva las manos a sus bolsillos. -Bienvenido.

-Gracias... -Me doy media vuelta. -Oh -Me apoyo sobre el umbral. -La cena estará lista en unos minutos.




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