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"Eastwoods está de luto. El hijo de diecisiete años de la presidenta del comité benéfico de la iglesia, Mónica Park, acaba de morir en circunstancias extrañas."
Ese fue el titular que se vio en el noticiero local un par de horas después de que encontraran el cuerpo sin vida de Ethan.
Igual que sucedió con Nate, el pueblo se convirtió en un lugar fantasma, las calles dejaron de ser transitadas, los locales apagaron sus luces y las personas volvieron a sus casas.
Era una pesadilla sin fin, Nathaniel se había ido hacía menos de tres semanas, y no sé por qué, pero me temo que los habitantes de este pueblo no podrán soportar otra tragedia como esta.
Han pasado dos días desde aquella tarde. Inmediatamente después de encontrar el cuerpo, Earl Abrams, el sheriff del pueblo y padre de Riley, comenzó una exhaustiva investigación de los hechos. Él tenía muy en claro que lo sucedido no había sido un accidente, y no descansaría hasta encontrar la verdad.
Por está razón, el funeral se pospuso hasta encontrar al responsable. O, al menos, hasta tener una pista significativa.
Con respecto a mí, tengo sentimientos encontrados, es difícil de explicar, pues no conocía a Ethan, para nada, pero aún así, mi pecho siente un vacío al respirar, ya no huelo su característico perfume, y sé que no volveré a ver esas pecas dispersas por todo su rostro, tampoco lo escucharé preguntar alguna tontería por estar distraído mirando un punto fijo.
Se fue, y aunque no es igual a lo que experimenté cuando Nate se fue, sé que voy a extrañarlo mucho.
El sonido de una bandeja chocar contra la mesa de cristal frente a mí me devuelve a la realidad.
Me encuentro sentado en uno de los tantos sillones de la casa de Riley, los demás también están aquí, en completo silencio.
El brillo de la televisión trasmitiendo el noticiero local me obliga a mirar a la joven de cabello negro, trago saliva, justo a tiempo para ver como ella se reincorpora después de dejar sobre la mesa los cinco vasos con jugo de naranja.
Ella respira profundo y entonces, se cruza de hombros. Su maquillaje está corrido debido a las lágrimas, y me sorprende, porque parece ser la única que ha llorado.
O la única que no lo oculta.
—Es una locura —Pronuncia en voz baja, sus ojos están completamente rojos al igual que su nariz. —Mónica casi derriba la puerta para hablar con mi padre, juro que pensé que lo golpearía —Ella hace una pausa y baja la cabeza, disminuyendo el tono de sus palabras. —La forma en que le gritó, jamás la había visto así.
—Es una reacción lógica... —Cece, observando un punto fijo, es la primera de nosotros en decir una palabra. —Su hijo acaba de morir en circunstancias inexplicables.
No quiero preguntarlo, de hecho, no quiero decir nada, pero tengo que hacerlo.
—¿Sabes si tienen alguna pista? —Consulto con la garganta quemándome.
Ella niega.
—Parecía una escena de una película... —Explica, pues, sin que su padre supiera, ella tomó las fotos del caso de su oficina y echó un vistazo. —Tuvieron que llamar a un forense de Boston. Había sangre por todas partes, Ethan no tenía sus dedos.
—¿Qué? —Musita Nicky.
—Papá cree que quizás podría haber arañado a su agresor, y le cortaron los dedos para eliminar el rastro de ADN.
—¿Cómo diablos encontrarán al culpable si no hay pistas? —Pregunta Leo, que está más pálido de lo habitual.
—¡Mierda chicos! —Cece se pone de pie. —No van a encontrar ninguna pista, ¡Porque no existen! —Ella pasa junto a Riley, cierra sus puños y veo su espalda agrandarse al respirar de forma profunda, luego voltea y nos mira a cada uno. —Está claro que esto es nuestra culpa, no fue un asesino, ni siquiera una persona, Ehan murió porque esa cosa lo atacó.
—Cece...
—Tu idea no funcionó Will —Ella me interrumpe, y yo bajo la cabeza. —Y tarde o temprano esa cosa vendrá por todos nosotros.
—¿Por qué? —Pronuncia Riley. —¿Por qué nosotros?
—Finn puede responder eso —Escupe Leo.
—¿Disculpa? —Finn, sentado a mi lado, y quien ha permanecido en silencio desde que llegamos, levanta la cabeza para observar directamente a su amigo.
—Leo... —Nicky habla, con una expresión seria en su rostro, como si le estuviera advirtiendo algo.
—No actúes como si no supieras que esto es tu culpa.
—Leo, no hagas esto —Vuelve a advertir la rubia.
—¿Hacer qué? —Su ceño se frunce. —Estoy cansado de fingir. Esto no es nuestra culpa, si alguien debe hacerse responsable eres tú —Añade señalando a mi hermano, quien mantiene su boca cerrada.
—Eso no es cierto —Su mejor amiga lo defiende.
—Claro que lo es, si no fuera por su estúpida idea nada de esto hubiera pasado.
—Leo, no lo entiendes...
—¡No! —El moreno exclama poniéndose de pie. —Ni siquiera te atrevas a decir una palabra, Nate era importante para todos, todos sufrimos su partida por igual.
Observo a mi hermano, quien no para de mirar en todas las direcciones, como si estuviera buscando una salida para salir corriendo. Sus manos tiemblan y su pecho sube y baja a toda velocidad.
—Eso no es...
—¡Mierda Finn! ¿Siquiera te estas escuchando? ¡¿De verdad crees que te sientes peor que su propia hermana?! —Los ojos de Leo están tan abiertos que parece que van a salírseles.
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Editado: 13.08.2021