Retratos Oscuros

Capítulo 9: Cuando un extraño llama

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Camino a través del pasillo apurado, anoche no dormí casi nada e ignoré por completo mi despertador. Mi rostro está completamente adormecido y aún no logro abrir por completo mis ojos.

Bajo las escaleras a toda velocidad, al llegar a la primera planta, giro hacia la izquierda, pasando junto a Oddie, quien me gruñe inexplicablemente. Mierda, desde que Mary lo llevó al veterinario ha estado completamente agresivo con nosotros. Ni siquiera sube a la segunda planta, donde antes dormía.

La doctora dijo que no tiene nada, que quizás fue un episodio de estrés y que no debemos molestarlo por ahora, le ruedo los ojos y sigo mi camino hasta la cocina, Finn ya está aquí, comiendo su desayuno sobre la mesada y sentado en una de las cuatro bancas de la sala.

—Buen día... —Me saluda.

—Buen día —Acomodo mi mochila y apoyo ambos codos sobre el frío mármol. —¿Cómo estás? —Le pregunto, hacía desde la semana pasada que no se levantaba a desayunar, y mucho menos me dirigía la palabra. No quise ser pesado en su momento, pues, sé que no estaba enojado conmigo, sino que es su forma de enfrentar el duelo.

Él hace una pequeña mueca de disgusto, tomo levemente su mano y la presiono, sé que sabe que siempre estaré para escucharlo, y no pienso presionarlo a que hable cuando no está listo.

No como hizo papá conmigo después de la muerte de mi madre.

—Mamá —Tose de forma incómoda. —Mi madre hizo waffles —Se corrige un instante después, señalando un plato junto al microondas.

—Genial, pero iré a desayunar con Cece... —Anuncio tomando un sorbo de agua.

Su expresión confundida me hace lanzar una pequeña carcajada.

—Anoche tuve una extraña pesadilla, y tenemos la teoría de que están ligadas al ritual. —Explico.

Y de un momento a otro, el rostro de Finn se vuelve pálido, sus manos tiemblan levemente y su mirada se pierde.

—¿Finn...?

—¿Ustedes siguen teniendo pesadillas? —Pregunta con la voz quebrada.

—¿"Siguen"? —Arqueo una ceja.

Mi hermano traga saliva con cierta dificultad y luego respira profundo, sus manos presionan la taza y los dedos se le tornan blancos.

—¿Recuerdas aquella noche que me encontraste en el baño? —Pregunta, a lo que yo asiento. —No fue la última vez que me sucedió algo así...

—¿De qué...? —Me apresuro a sentarme a su lado.

—Quizás debas decirle a Cece que venga, tengo que contarles algo.

Y en cuanto él termina de hablar, un dolor en mi pecho aparece.

Narra Finn:

La charla fue intensa, demasiado para ser honesto.

Hacía desde el funeral que no compartía un momento a solas con Cece, éramos tan unidos antes de que toda esta mierda sucediera, simplemente extraño sentarnos en el sofá de su casa a ver películas solo nosotros tres.

Nicky es mi mejor amiga, o al menos, lo era, pero el lazo que yo tenía con los hermanos Waterson siempre fue especial, diferente a todo lo que alguna vez experimenté.

Y que todo se haya esfumado así, tan de pronto, es algo que jamás podré superar.

El timbre suena, avisándome que estoy llegando tarde a clase, me separé de Cece y Will apenas cruzamos la entrada, en este momento me odio por haberme inscripto en Literatura avanzada.

Giro al final del pasillo y acerco mi mano al picaporte, abriendo la puerta y mostrando una expresión avergonzada en mi rostro, el Sr. Lee no dice nada, solo me mira con cierta decepción, avanzo hasta uno de los tantos bancos libres y me siento sin decir nada.

Estoy a punto de sacar mis cosas de la mochila cuando el altavoz comienza a sonar.

Está. Diciendo. Mí. Nombre.

Un nudo se forma en mi garganta al mismo tiempo que me pongo de pie. Al irme los ojos de todos los estudiantes presentes me siguen, algunos murmuran y otros, por alguna razón, parecen burlarse.

Llevo la vista al frente, evitando hacer contacto visual con ellos y me dirijo directo a la oficina de Jensen. El camino se hace más corto de lo que debería, y la ansiedad se apodera de mí, termino debajo del umbral de la secretaría, una mujer me dice que pase y yo solo asiento.

La puerta de la oficina del directo se abre ante mis ojos y una nerviosa Nicole sale disparada, cruzamos miradas y entonces, toma mi brazo con fuerza.

—No digas nada —Musita entre dientes, mis ojos se abren por completo y sin responder, ingreso a la sala.

Increíblemente, mis ojos se abren un poco más, tanto así que siento que saldrán disparados en cualquier momento, duelen, como si estuvieran llegando al límite. Lo que veo no solo me sorprende, sino que también me aterra.

¿Qué diablos hace el Sheriff aquí?

—Buenos días Finneas —Pronuncia el Sr. Jensen. —Siéntate por favor.

Obedezco en un silencio absoluto, el padre de Riley mantiene entre sus manos una libreta y un bolígrafo. Detrás suyo hay otro oficial, mucho más joven que él, cruzado de brazos con la espalda completamente recta.

—¿Estoy en problemas? —Pregunto de forma inocente.

—No, por supuesto que no —El director muestra una sonrisa graciosa. —El Sheriff Abrams tiene unas preguntas para ti.

Mierda.

Relamo mis labios y veo al hombre; lo primero que llama mi atención es su arma enfundada colgando de su pantalón azul oscuro, su placa en forma de estrella brilla pegada a su pecho y su camisa gris clara está perfectamente planchada, lo que me resulta extraño, porque jamás pensé que el padre de Riley pudiera hacer algo como eso, no después del fallecimiento de su esposa hace cinco años. Su bigote oscuro está mucho más largo que la última vez que lo vi, le queda bien, contrasta con su piel pálida y su cabello con tonalidades grises.




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