Retribución

3.- Encontró las respuestas que buscaba

Lo primordial era no levantar sospechas acerca de lo que había descubierto, de modo que su primer paso fue regresar a casa como siempre lo hacía y abrazar a Bernardo como era su costumbre.

Sin embargo, esta vez prestó atención a los detalles que no le habían preocupado anteriormente. Pudo ver una expresión de disgusto en su prometido antes de que el hombre lo enmascarara con una sonrisa al voltear hacia ella. 

—¿Mucho trabajo, amor? —preguntó él como siempre. 

—Ah, ya sabes cómo es esto —replicó ella, encogiéndose de hombros—. ¿Qué hay de ti?

—Ocupado, como siempre. 

"Ocupado follándote a mi amiga, tal vez"

Notó los rastros del labial que solía usar Rosa y que no se habían podido quitar; manchas tan diminutas que no podrían haberse visto a menos que uno prestara mucha atención, así como los hematomas en el cuerpo que apenas se ocultaban con la camisa levemente desabrochada. Norma se sintió tan estúpida en ese momento, ¿cómo es que nunca antes se dio cuenta? Este par de imbéciles le habían visto la cara todo este tiempo y ella era demasiado ingenua para preocuparse por ello.

—Prepararé la cena —dijo la mujer, separándose de su prometido. O futuro ex prometido, debería decir. 

—No tengo hambre, me acostaré temprano —dijo Bernardo, entrando en la habitación.

Seguramente iría a limpiar los rastros que pudieran delatarlo como infiel para que Norma no sospechara nada. Pero, ella los había escuchado, los había visto. Nada iba a cambiar eso.

Al día siguiente, se encontró con Rosa en la oficina. Ambas trabajaban juntas, lo que en un principio le había parecido genial, pero ahora le provocaba molestia. Cuando la traidora se acercó para abrazarla, Norma hizo un esfuerzo sobrehumano para no arremeter a golpes contra ella.

—¿Adivina qué? —dijo—. ¡Me ascendieron! ¡Me voy a Irlanda!

—¡Felicidades!

Norma se obligó a sí misma a sonreír como lo hacía siempre que su amiga le daba una buena noticia. El resto de la jornada fue normal, con cada una sumida en sus propios proyectos, cuando Rosa anunció casi al final del turno:

—Voy a salir a ver a un cliente. ¿Puedes cerrar? Te cubriré luego.

—Claro —dijo Norma con alegría.

En esta ocasión no tuvo que fingir. Apenas la puerta se cerró, Norma se aseguró de que Rosa no iba a regresar antes de acercarse a su escritorio para comenzar a revisar lo que había allí. Su objetivo era encontrar algo que le ayudara a averiguar qué iban a usar contra ella y si podía evitar su triste destino o, mucho mejor, podía hacer que les saliera el tiro por la culata. Estaba a punto de rendirse cuando, al abrir un cajón, se dio cuenta de que había algo pegado que impedía cerrarlo completamente; Norma metió la mano en el cajón, despegando aquella cosa, y se dio cuenta de que era un pequeño cuaderno desgastado que tal vez provenía de una tienda de segunda mano.

La castaña se tomó su tiempo, asimilando la situación, siendo consciente de que su supuesta mejor amiga no regresaría. Tras terminar su lectura, acomodó las cosas con una sonrisa de oreja a oreja, teniendo un plan en mente.

°°°°°

—Estaba pensando en invitar a Rosa para una cena. Quiero celebrar su ascenso. ¿Qué piensas?

Norma observó fijamente a Bernardo mientras removía la pasta en su plato, fingiendo comer. Notó como los ojos del  hombre brillaban tenuemente con la mención de Rosa, pero aparentó indiferencia y se encogió de hombros, comiendo un bocado de la comida servida en su plato.

—Por mí está bien —dijo, con tono neutro—. Tal vez sea la última vez que la veamos.

—Tal vez —repitió Norma con voz cantarina, comiendo.

Por supuesto que iba a ser la última vez que este infeliz iba a verla. En su lectura de media tarde, Norma encontró las respuestas que buscaba y estaba lista para confrontarlos por su traición.



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En el texto hay: traicion, trianglo amoroso, muerte

Editado: 02.06.2023

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