Las llamas nos calcinan en una bienvenida que más bien es un poco fría, deshecha, polvorosa de historia.
En la cima de esta agonía se encuentra mi vida, rota, ruidosa de presente.
Quemar mis alas hasta las cenizas nunca fue una opción.
Siempre me acorraló hasta los límites, siempre supo mi punto débil.
Jamás debió rendirse, mostrar que en verdad era un imbecil.
Nunca es su vida debió enfrentarme.
Encontró fuego donde sólo podía sembrar semillas de paz.
Encontró un mundo donde jamás viviría sin pagar.
En mi mundo, las promesas son importantes.
No lo he sentido antes, pero me asusta que adelantes el final que te mereces.
Sabes que eres culpable, no lo dudas, lo ves aceptable.
Pero no soporto verte a la cara ni por un instante.
Siempre supe que para la traición eras buen amante.
No puedes verlo, pero en algún momento el pasado vendrá a visitarte.
Tienes cuentas pendientes con mi otra parte, la que nunca supo amarte.
Porque tus acciones son cuestionables, y nunca has sabido controlarte.
Quemar mis alas hasta las cenizas, incendiarme, no era tu deber, nunca fue tu parte.
Ahora arderás de la misma forma, de eso siempre serás culpable.
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Editado: 01.11.2020