Aquel día decidí enfrentarte.
O tal vez me enfrenté a mis miedos.
O simplemente pude haberme rendido a lo que siento, pero nunca permití que este sentimiento fuera más allá de mis razones.
Tal vez mienta en esto que digo, pero no conozco otra manera de expiarme.
Los pecados pesan como plomo en mi corazón.
Es el deseo y la confrontación de mi ser, lo que siento en el pecho y mi forma de ver.
No puedo seguir actuando como si no supiera que hacer, pero a veces no es fácil darse cuenta del camino que debes recorrer.
Los errores pasan y dan pie a una forma de ser, pero siguen latentes en cada instante que pasa.
Cada paso que doy, me recuerda justo a ti.
Pareciera que me persigues, no consigo vivir sin ti.
Quisiera no pensar eso, realmente tengo que dejarte ir.
Hay cosas que debo dejar partir, y abrir un nuevo mundo en el cual vivir.
No quiero seguir arriesgando lo que se tiene que ir.
Los riesgos se toman aunque nos cueste que algo deba morir.
Pareciera que no puedo vivir sin ti, te pienso y no consigo existir.
Quisiera no pensar así, pero engañarme siempre fue un veneno para esta enfermedad parecida a ti.
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Editado: 01.11.2020