Revelaciones

Ella y yo (Ebryan)

─¿Estás seguro de que esto funcionará? ─Mi pregunta por fin hizo que Sou levantara la vista del libro.

─En teoría es ella quien sabe cómo jugar con los recuerdos, yo solo puedo darme una idea.

     Melissa se sacudió sobre el sofá con fuerza. Sammy la sostuvo con delicadeza por los hombros. 

─No quiere salir. Está luchando contra el efecto del tónico ─dijo al observar a Melissa retorcerse.

─¿Vas a decirme en algún momento con exactitud qué hace ese dichoso tónico?

     Soumich sonrió y dejó a un lado el libro. Se acercó a donde me encontraba.

─En este momento, Melissa y Lucilla son dos conciencias distintas dentro de un solo cuerpo. Melissa esta renuente a aceptar que ella fue en algún momento Lucilla, así que está luchando contra la conciencia de Lucilla. No es tan difícil de entender: para Melissa su vida anterior como Lucilla es más fuerte y no desea recordarla.

     Me acerqué a Melissa y la tomé por los hombros relevando a Samantha, quien tenía miedo de lastimarla en el forcejeo. ¿Acaso esa división era culpa mía también? Después de todo fui yo quien la dejó a merced del Consejo y Alexander,. Yo sabía lo que ocurriría, Leandra me lo dijo y en ese momento no me importó, me obligué a creer que mi venganza era mucho más importante que el amor que sentía por ella, que aún siento por ella. Desde que me fui he tenido esta terrible sensación de haber abierto la caja de Pandora, liberando el caos, y no solo en el mundo humano, también en el mundo sobrenatural.

─No es solo culpa tuya ─dijo Sou. Me dio la impresión de que leía mis pensamientos.  Levanté la vista y lo observé─. Sistemáticamente todos a su alrededor la hemos engañado. Alexander debió decirle, yo debí decirle, sus padres debieron decirle. No es tan difícil de entender que para ella no haya nadie en quien pueda confiar. 

    Sou se acercó aún más a Melissa y colocó una especie de sábana sobre su cuerpo.  Melissa aún se retorcía, pero el movimiento no era tan pronunciado. Solté sus hombros lentamente, apreté los puños y me senté en la silla frente a la mesa del comedor, observándola luchar por no salir de donde quiera que se encontrara. 

─Quiero ayudarla ─dije con determinación y Soumich sonrió como si todo este tiempo hubiera esperado que dijera eso. 

─Axutis ─dijo mientras me mostraba un frasco que olía exactamente igual que el tónico que había hecho que Melissa bebiera─. Cree esta planta hace un tiempo con ayuda de Lucilla. Axutis es una flor hibrida hecha con alquimia y sirve para sincronizar las ondas cerebrales de dos personas. Si bebes esto podrás materializarte dentro de la mente de Melissa. Es el único modo de ayudarla. Quizá tú puedas convencerla de salir y hablar conmigo. 

Sou lanzó un frasco con el tónico hacia mí, lo tomé en el aire, abrí la tapa y lo bebí de un solo trago sin chistar. El sabor amargo me paralizó la lengua, me dio la impresión de estar masticando hierba. Un zumbido retumbó en mi cabeza y en cuanto el frasco quedó vacío la oscuridad me absorbió. 

     Confundido me levanté del piso, era una duela de madera totalmente cubierta de sangre.

─¿Melissa? ─grité intentando acostumbrar mis ojos a la oscuridad.

─¿Qué haces aquí? ─Su voz retumbó fuerte y clara, rebotando en las paredes e iluminando levemente la habitación. Estaba sentada sobre una silla en medio de aquel sitio con un papel entre sus manos─. No quiero hablar contigo. Largo ─dijo con tono grave.

     Me acerqué hacia la silla y Melissa levantó el rostro, mostrándome sus ojos escarlatas y gruñendo de una forma felina.

─Tendrás que escucharme, porque no pienso irme sin ti ─dije en tono seguro. 

    Melissa sonrió y se puso de pie. Su cabello cayó sobre sus hombros, era tan rojo como el fuego.

─Eso suena interesante ─dijo con una media sonrisa que me heló la sangre─. Pero antes de actuar tan temerariamente, tal vez debas saber que aquí no tienes poderes, este es mi mundo y se mueve a mi antojo ─informó─. Tal vez Soumich debió decírtelo, estás dentro de mi mente, Hattori... Las reglas las hago yo.

     Comenzó a caminar a mí alrededor, contoneándose como un depredador a punto de saltar sobre su presa. Jamás me había sentido tan desvalido como en ese momento, todo en ella indicaba su rencor hacia mí. La Melissa frente a mí me odiaba casi tan profundamente como yo la amaba.

─Pues haz como desees conmigo. No me iré, no te dejaré esta vez.

     Melissa sonrió y giró su cuerpo, lanzándome una patada que golpeó mi rostro tan fuerte que me lanzó contra la pared. Tuve que sostenerme del muro para ponerme de pie.  Un hilo de sangre salió de mi nariz y entró a mi boca, me limpie con el dorso de la mano.

─Largo de aquí, Hattori ─siseó y caminó de regreso a su asiento con lentitud y pesadez. 

     Di un paso al frente y trastabillé. Me había dado un golpe duro. Respiré y seguí caminando, ella giró su rostro para encararme de nuevo. Saltó aterrizando literalmente sobre mí. Sus piernas se enredaron en mi cintura y sus brazos tiraron de mi camiseta hacia arriba. Una perfecta llave de judo me lanzó de espaldas contra el piso. Melissa dio una vuelta de carro digna de un gimnasta olímpico y cayó sobre la rodilla. Me observó boquear en el suelo con una sonrisa malévola iluminando su rostro. Me tomó por la solapa y me levantó solo para lanzarme hacia el otro extremo de la habitación con un giro de rodilla. Esta vez golpeé de espaldas contra el muro. Levanté el rostro cuando el sonido del viento sopló en la habitación y escuché la voz de Chise burlándose de su debilidad. Los muros se transformaron en aquel parque donde ella supo que estaba vivo. 




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