Revelaciones

Reencuentro (Alec)

La sala estaba en silencio. Los presentes se miraban los unos a los otros sin decir palabra alguna.

─Eso no es posible. ─La voz de Patrick se alzó en medio del silencio. 

Anne sonrió con desgana y se levantó de su lugar, caminó por en medio de la habitación. Su mirada ausente y su porte afligido eran una prueba fidedigna de la veracidad de sus palabras.

─Solo estoy diciendo lo que vi ─musitó.

    La mirada de todos los presentes se dirigió a mi rostro, esperando una respuesta concisa, pero yo no podía darla, ni siquiera me encontraba en condiciones de pensar con claridad en una.

─Melissa jamás se uniría a ellos, es ridículo. Tan solo pensarlo pone en duda todo lo que mi hija es. ¿Acaso debo recordarles el modo en que Hattori la traicionó?

─Nadie insinúa que ella se haya unido a Ebryan y Leandra, lo que estamos tratando de decidir es si debemos seguir intentando ir en su búsqueda ─respondió Miriam.

    «El futuro es un niño caprichoso que al final siempre se inclina por aquel que le obsequia la golosina más grande y apetitosa». Esas fueron las palabras de Lucilla la última vez que la vi y Ebryan hizo alarde de su significado aquella noche. No podía decirles que lo sabía desde hace tiempo, no podía pronunciar en voz alta que él la había encontrado primero. 

     La voz de los presentes y su ridícula discusión sobre la lealtad de Melissa o el uso de nuestros recursos para continuar su búsqueda comenzaron a distorsionarse en mi mente, abriendo lugar al recuerdo de aquella noche.

─Creo que sabes a qué he venido ─dijo en tono seco.

     Con mi memoria restaurada, verlo ahí de pie frente a mí y oliendo a ella casi me hizo olvidar todos sus crímenes contra aquello que he protegido desde lo que me parece una eternidad. Salí de la casa y me situé frente a él. Tomé la prenda y la olfateé. Quería asegurarme de que era de ella. Aunque reconocería su aroma en cualquier sitio, necesitaba saber que no era mi imaginación. Durante su búsqueda había creído tantas veces percibirla que, teniendo a Ebryan frente a mí con su aroma impregnado hasta en el cabello, por primera vez quise estar equivocado, pues el significado de ello me carcomió por dentro desde el momento en que percibí que se acercaba.

─¿Dónde está? ─siseé. 

     Él sonrió con suficiencia. 

─No vine a decirte eso. Vine a informarte de que está bien y el bebé también ─masculló.

─¿Y por qué has venido a decírmelo? Nunca pensé que fueras tan bondadoso ─dije en tono sarcástico.

─Y no lo soy, lo hago porque sé que es lo que ella querría y porque quería comprobar si mis sospechas eran ciertas y ella te había abandonado.

     Mis ojos refulgieron y lancé un golpe directo a su rostro. Ebryan lo esquivó por muy poco.

─Tranquilo ─dijo mientras recuperaba el equilibrio─. No es necesario comenzar una pelea. No aquí, al menos, y no de este modo. Ya tendremos nuestra oportunidad. Mientras tanto, solo quería que supieras que está bien y que está conmigo.

     Ebryan dio media vuelta y se detuvo frente a la portezuela del auto en el que había llegado 

─Voy a recuperar aquello que te cedí. Ella es mía.

     El tono petulante de su voz me crispó los nervios. Hice uso de todo mi autocontrol para no saltar sobre él y arrancarle la lengua por decir aquello. Subió al auto, cerró la portezuela y arrancó el motor. Antes de meter la reversa sacó la cabeza por la ventanilla. 

─Te recomiendo que no intentes seguirme. Ambos la conocemos y sabemos que si te ve quizá ella misma elija.

     El auto aceleró y dio una pirueta para salir por el camino de piedra y grava. Apreté los puños mientras observaba a ese infeliz alejarse.

─Yo seguiré buscándola ─musité. 

     La mirada de los presentes se clavó en mi rostro.

─Alec, creo que no comprendes la razón de nuestra preocupación, no podemos seguir dividiendo nuestras fuerzas: buscar a Melissa, continuar capturando neófitos, protegernos de los cazadores. Son demasiados flancos que cubrir y nos quedamos sin guerreros ─dijo Miriam en tono serio. 

     Me levanté de la silla y caminé hacia la puerta de la alacena del fondo. Dentro había una copa de cristal, una reliquia de valor incalculable que mis padres guardaban recelosamente.

─Creí que estábamos aquí para dar con Laster y no para discutir sobre el paradero de mi mujer. ─Todos en la habitación me observaron. 

─Señor, hemos encontrado a Gabriel, fue visto merodeando cerca de Kensington. Suponemos que se dirige a Ladbroke Grove ─informó Raven.

     Respiré aliviado. Salvado por la campana en el momento justo. 

─Si me disculpan, debo atender los asuntos verdaderamente importantes.

     Salí de la habitación con Allen pisándome los talones.

─¿Gabriel y Laster se separaron? ─pregunté sin mirar atrás.




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