Revelaciones

Capítulo extra "Origen"

Laster intentó ayudarme a mantener el equilibro, rechacé su mano con un ademán poco amable que él respondió con una sonrisa traviesa.

─Esa maldita mujer ─rugí mientras observaba mis dedos ensangrentados─. ¿Cuántas veces tendré que matarla para que se quite de mi camino?

    Caminé hasta el espejo al fondo de la bóveda, coloqué mi mano sobre la herida de nuevo y lentamente la herida se fue cerrando.

─Al menos conseguiste dejarla sola. Tal y como planeaste, Alexander pronto dejará de existir y mi sobrino se convertirá en mortal. Podríamos ir ahora mismo y llevarnos a esos mocosos y nadie podría decirnos ni mu.

    Era cierto, mi plan hasta el momento había salido a la perfección. Solo necesitaba averiguar cuál de esos niños es el ingrediente faltante y entonces podré llevar a cabo el hechizo. Tomé el candelabro con la velas y comencé a caminar por la bóveda hacia la entrada a las mazmorras. Bajé las escaleras de piedra con Laster siguiéndome los pasos de cerca. 

─Podríamos... Pero hemos perdido el elemento sorpresa. Estoy segura que para este momento todos ellos ya saben quién soy en realidad.

    Esos dos saldrán a la luz al sentir todo el caos que se apodera del mundo, si es que no lo han hecho yo. Solo es cuestión de tiempo para que Maritza o Muriel acudan a su amado Consejo para pedir ayuda. En el fondo me temen.

     Coloqué el anillo de ámbar en la cerradura y la puerta de metal chirrió al abrirse. Aquel lugar siempre conseguía ponerme sentimental, a pesar del pútrido olor a moho y el incesante chillido de las ratas. La cámara había sido restaurada casi por completo, al menos los Holk eran buenos con las manos. Observé la fina estatua de mi madre siendo transportada hacia la cámara principal. 

─Con más razón temerán que ataques ahora cuando están débiles. Melissa es humana y ha perdido a sus dos amores, no le queda nada. Atacar ahora y aprovechar su debilidad debería ser nuestra prioridad, Leana.

     Me estremecí al escucharle pronunciar mi nombre, el verdadero y no el de aquella estúpida bruja señuelo que me había visto obligada a llevar como máscara por más de tres siglos. 

─Aún no lo entiendes, Laster. Melissa no es una mujer débil, al contrario su dolor la volverá aún más poderosa. La conozco desde hace mucho tiempo, intervine en su vida para que fuera de esa manera. No. Debemos tentarla a salir, debemos obligarla a que sea ella quien venga tras nosotros. Que venga a buscarnos y tengo el movimiento perfecto para lograrlo.

    Desde el comienzo he tenido un as bajo la manga. Una jugada tan bien construida y cruel que hará que no solo Melissa tiemble ante mi, hará que esos cobardes del consejo supliquen por piedad, rogaran que acabe con su miseria rápidamente.

─¿Mi encargo está terminado?

    Emir sonrió dejándome ver de cerca el sarcófago. Aún estaba lleno de lodo y hierba, pero el símbolo del Consejo permanecía finamente grabado en la parte superior. Caminé hacia él y observé el siguiente sarcófago, y el siguiente. Iba a ser muy divertido jugar al gato y al ratón con ella. Acaricié el último sarcófago con la punta de mis dedos.

─Ábrelos ─ordené.

    Emir tomó una palanca de acero y abrió la tapa del primer sarcófago. 

─¿Cómo es que no se ha podrido? ─preguntó Laster sorprendido al observar el cuerpo que yacía dentro de aquella caja.

─Puse un hechizo en el sarcófago. Hay muchos modos de detener el tiempo.

     Me acerqué con paso lento, disfrutando cada centímetro de proximidad. Levanté la mano disolviendo el tiempo suspendido que rodeaba al cadáver. Sus facciones, la juventud de su piel, incluso el color de su cabello, se habían conservado casi a la perfección. Miré por el rabillo del ojo a Emir, quien abrió los dos sarcófagos restantes. Laster observó el cuerpo del último sarcófago sorprendido.

─¿Te sientes melancólico de pronto? ─Mi pregunta hizo a Laster sonreír de forma siniestra.

─Nunca fui un gran admirador de esa mujer. Tampoco del imbécil que provocó la muerte de mi hermana ─bufó.

─Bueno, cariño, en realidad nadie era admirador de Senya. Ni siquiera tu hermana ─respondí riendo.

─Emir, trae a Ian ─ordené. 

    El interpelado salió corriendo de la bóveda y regresó con el hombre atado de manos y piernas. Lo arrastraba igual que a un animal salvaje y sonreí ante su acto. Arrojó el cuerpo de Ian a mis pies, aún tenía los ojos cubiertos y una cinta le tapaba la boca.

─Ian ─musité cerca de su oreja. Ian intentó alejarse del sonido de mi voz. Sonreí complacida─. ¡Oh! Me rompes el corazón ─dije aún riendo─. Quítale la mordaza ─ordené y Emir retiró la cinta de su boca.

─Dijiste que seriamos aliados. Prometiste que me darías poder ─siseó mientras movía la cabeza intentando dirigir sus palabras hacia mí.

─Y yo siempre cumplo mis promesas ─dije en tono ofendido. 




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