Morgan
Cuando entramos al restaurante nos dirigimos a la mesa y me doy cuenta que es una cena para dos personas, la molestia que invade mi cuerpo es grande porque tengo más de un mes evitandolo y vengo a caer tan fácil esta vez.
«Hijo de perra.»
-Espero que esto sea una broma. -hablo tratando de calmarme.
-No es ninguna broma, siéntate. -dice sacando la silla para que tome asiento.
Me siento molesta porque me engañó y yo caí como estúpida.
-Me engañaste. -suelto molesta- Pensé que era una cena de negocios. -le hablo cuando se sienta a mi lado- Quiero irme.
-No preciosa, yo no te engañé en ningún momento dije que era una cena de negocios. Aunque tampoco dije que era una romántica, así que te vas a comportar como una adulta y vas a cenar con tu novio tranquilamente. -se acerca mientras habla y siento su mano en mi muslo subiendo por debajo del vestido- Y si después te animas podemos pasar una gran noche en mi apartamento, me tienes loco desde que te ví.
Subo mi mano para darle una bofetada pero me agarra de la muñeca apretándola con fuerza y disimula ante la gente llevándose mi mano a los labios. Con mi mano libre saco la suya que está debajo mi vestido.
-Qué sea la última vez que se te ocurre hacer eso, niña estúpida, yo no soy Ben que se aguanta tus groserías. ¿Te queda claro? -suelta mirándome con rabia y aprieta más fuerte- A mi me vas a respetar a las buenas o a las malas.
Me está lastimando y el hematoma que me quedaría sería muy oscuro porque mi piel es muy pálida pero no le doy el gusto de hacer una mueca de dolor.
-Me estás lastimando, imbécil. -hablo molesta tratando de soltarme pero él disimula con mi mano en sus labios- Suéltame, Hudson.
Aprieta más y cuando por fin me suelta tengo toda su mano tatuada en mi muñeca y me duele. Cómo si no hubiera pasado nada llama a un camarero y pide la comida, ni siquiera me pregunta que quiero comer o si quiero hacerlo, solo decide por mi. La comida llega y yo no tengo hambre pero si dolor dónde me lastimó.
-Come. -dice empezando a comer.
-No me gusta el pescado. -miento, además me hizo pasar un mal rato y no tengo hambre.
-¿Por qué mierdas no me dijiste cuando ordené? -pregunta de forma brusca.
-¿En algún momento de la noche me has preguntado que quiero? Pues no, ni siquiera quiero estar aquí contigo. -respondo con rabia.
«Si yo paso un mal rato, él también.»
-Maldita sea, todo tiene que ser a las malas contigo, levántate que nos vamos. -deja la servilleta en la mesa y se levanta.
-Quiero ir al baño primero. -hablo levantándome.
-Vamos. -suelta colocando una mano en la parte baja de mi espalda.
Camina conmigo hasta el pasillo donde están los baños y cuando encuentro el de damas abro la puerta entrando y él se viene detrás de mí.
-¿Qué ha… ?
No termino de preguntar porque me besa y me pega a la pared golpeándome la cabeza en el proceso y cierra la puerta.
-Te encargaste de joderme la noche desde que nos encontramos pero por lo menos va terminar bien porque me darás una probada de lo que será mío muy pronto. -habló intentando tocarme debajo del vestido pero empiezo a pegarle en la cara para que me deje en paz.
«Estoy cansada de que todos estos hijos de perra me traten como un trapo.».
Empiezo a forcejear cuando me agarra más fuerte la muñeca que me había lastimado y la pone encima de mi cabeza y se pega contra mí dejándome sentir todo su cuerpo sobre el mío, con mi mano libre trato de empujarlo mientras me remuevo para que no siga tocándome. Hasta que la puerta se abre dejando ver a una mujer que nos mira confundida.
-No se te ocurra tocarme de nuevo, que sea la última vez que lo haces. -digo tratando de tranquilizarme cuando me alejó y salgo corriendo de allí.
El miedo me está gobernando, solo quiero salir de aquí y camino rápido hasta que tropiezo con un hombre, cuando voy a disculparme quedo muda. Jamás había visto ese color de ojos en una persona, parece un lobo, sus ojos resaltan más con esa barba gruesa tan negra igual que su cabello.
-Lo si-siento. -digo y sigo mi camino.
Al llegar a la salida tomo el primer taxi que pasa para que me lleve a casa. Estoy muy estresada y necesito algo, así que voy a la licorera al entrar a la casa y me sirvo un vaso con whisky que tomo de inmediato y me hace toser por el ardor en mi garganta.
«Relájate Morgan, no caigas de nuevo.»
Respiro profundamente para calmarme y lo logro poco a poco.
-Morgan. -habla Elizabeth y del susto se me cae el vaso que tengo en la mano.
-Mierda. -digo solo para mí y me volteo a verla- Eli me asustaste.
-Lo siento mucho, es que te ví muy alterada.
Se acerca a mí con cara de preocupación.
-Estoy bien, tranquila. -explico para calmarla y que no me pregunte nada.
Me agacho para recoger los pedazos del vaso y me corto un dedo, quiero llorar porque ha sido una noche de mierda.
«No llores, no llores. Eres fuerte.»
-Déjalo, no quiero que te cortes de nuevo. Ve a tu habitación, le diré a alguien que lo recoja. -me habla ayudando a levantarme.
-Gracias, Eli. -le agradezco tratando de sonreír.
Subo hasta mi alcoba y al llegar lo primero que hago es quitarme las sandalias, me extraña que para la noche de mierda que tuve no se me dobló un pie para terminar de completarla.
Me tiro en la cama y el llanto que había estado conteniendo estalla haciéndome bolita y tapándome con el cobertor. No sé por cuánto tiempo lloro solo sé que despierto como siempre en mitad de la noche así que voy al baño y me deshago de lo que traía puesto para meterme en la ducha, estoy en piloto automático porque me siento tan triste y en estos momentos es cuando más anhelo una raya pero le prometí a la abuela que no lo haría y no quiero romper mi promesa aunque me está costando mucho en este momento mantenerla.